Otros Caminos de Santiago: Fisterra y Muxía
ESTA RUTA DE 117 KM Y CUATRO ETAPAS, MENOS CONOCIDA Y TRANSITADA, OFRECE EL LUJO DE PASEARSE POR LUGARES INCREÍBLEMENTE BELLOS Y CON MUCHO QUE OFRECER
El Camino de Santiago, vía de peregrinación europea por excelencia, es una experiencia cada vez más popular. A día de hoy, unos dos millones y medio de peregrinos visitan la ciudad gallega cada año… Y ya no solo por motivos religiosos. Según los datos del Cabildo de Santiago, entidad responsable de entregar la «Compostelana» (certificado de haber completado los últimos 100 km a pie, o 200 km a caballo o en bicicleta, del Camino de Santiago), un porcentaje creciente de peregrinos dice tener motivaciones culturales, deportivas o sociales para completar su andanza.
Se dice que el Camino de Santiago produce adicción. De hecho, parece que completarlo es una hazaña personal que llama por dentro a repetirlo mil veces más; puesto que hay infinitos casos de peregrinos que dedican años a probar, poco a poco, todas las distintas rutas del Camino; haciendo gala de lo que se denomina «síndrome del peregrino». Además del reto físico que, obviamente, supone realizar el trayecto; los motivos para repetirlo son muy diversos. Los que más repitieron los peregrinos entrevistados por Excelencias Turísticas fueron el ambiente de compañerismo y amabilidad que se respira en las rutas y el interés que despierta Galicia, región española poco conocida pero adictiva por sus tradiciones y raíces celtas, sus conxuros y sus meigas.
Entre todas sus rutas posibles, cuenta con una muy especial: la del Camino de Fisterra y Muxía. Continuación del Camino desde Compostela hasta llegar al mar, esta ruta de 117 km y cuatro etapas es un miembro ilegítimo de la familia compostelana; pues la iglesia católica no lo reconoce dentro de los Caminos de Santiago. Esto, a pesar de ser bastante injusto (ya que hay gran cantidad de evidencia histórica de la presencia de peregrinos en la zona de Fisterra y Muxía), tiene la ventaja de que es un tramo mucho menos conocido y transitado que los demás; y que, por tanto, permite regalarse la vista, el oído y el estómago de una manera más tranquila.
Todo aquel peregrino que lo desee puede continuar camino desde Compostela para experimentar este tramo xacobeo. No obstante, lo habitual es intentar obtener la Muxiana o la Fisterrana (títulos de peregrinaje emitidos por las autoridades de turismo de Muxía y Fisterra, respectivamente,); y para ello se debe sellar una credencial aparte de la tradicional del peregrino y caminar, al menos, los 29,3 km que separan ambos concellos… Aunque quizás «debe» es un término un poco exagerado; ya que emprender ese camino significa tener el lujo de pasearse por lugares increíblemente bellos y con mucho que ofrecer.
Si tuviéramos que destacar tan solo unos pocos lugares de esta bella ruta, las estrellas serían sin duda Fisterra, Muxía y Pontemaceira. En este último, un diminuto pueblo a las orillas del río Tambre, podremos premiar al estómago y a la vista. El Restaurante Pontemaceira ofrece al peregrino el único guiso aragonés de garbanzos y congrio seco de Galicia a un precio fantástico para todos los bolsillos; y permite desde su terraza disfrutar de las vistas del fantástico puente romano que da nombre al pueblo.
Muxía, por su parte, nos obsequia medicina para el alma. Su naturaleza rocosa, megalítica y onírica encanta a quien pasea por sus montes; y es además origen de multitud de leyendas paganas. En el Santuario da Virxe da Barca, pequeña iglesia enfrentada directamente al mar de la Costa da Morte y centro de la peregrinación a Muxía, podemos encontrar rocas con supuestas propiedades curativas (Pedra dos Cadrís) o fecundativas (Pedra dos Enamorados).
En cuanto a Fisterra, Finis Terrae, fin del mundo conocido para los romanos y lugar histórico y mágico del fin del Camino para infinidad de peregrinos… Allí, tradicionalmente, los peregrinos quemaban sus botas y trajes para simbolizar que su alma estaba verdaderamente purificada tras el largo viaje. Este ritual, no obstante, está ahora bastante pasado de moda (y, además, prohibido). Desde Excelencias Turísticas recomendamos al peregrino disfrutar de otras tradiciones más relajadas y relajantes, como nadar en la playa Langosteira o ver el atardecer desde la punta del Cabo Finisterre. Para ello, es ideal reservar para cenar en el restaurante O Faro, en el propio cabo, y alojarse en el hotel literario Bela Fisterra.