ARTE Y HABANOS. La Gran Belleza
EL HABANO SE TORNA OBRA DE ARTE EN SÍ MISMO AL PONERSE EN CONTACTO CON SU PÚBLICO, TAL VEZ POR ELLO SON MUCHOS LOS ARTISTAS CUBANOS Y FORÁNEOS, QUIENES, RENDIDOS ANTE LA SUTILEZA ARDIENTE DEL HABANO, VUELVEN CADA AÑO A SU FESTIVAL
Arte. Cuando se habla de tales términos el debate está servido. Para unos alude a lo meramente estético, mientras en otros casos refiere a un producto nacido del esmero, la dedicación, el talento y la técnica. Habría que hablar también de los artistas: esa pléyade de seres sensibles, capaces de atrapar lo subjetivo, convertirlo en obra imperecedera y hacernos vibrar en los tonos mismos del alma. Pocas veces los genios coinciden, pero cuando lo hacen el motivo es apasionante. Al menos ese es el sabor que deja el Festival del Habano en cada una de sus ediciones, a juzgar por la cantidad de personalidades dedicadas a la cultura que viajan a La Habana seducidas por la mística de los puros cubanos.
Y es que, para sus seguidores, el Habano tiene muchas de las características que hacen trascendente una obra de arte y, si no, que lo digan pintores como Nelson Domínguez o músicos de la talla de Chucho Valdés, Omara Portuondo, Leo Brouwer, Mariza, Jack Bruce, Phil Manzanera, Jorge Drexler, Ara Malikian o el que fuera uno de sus más carismáticos embajadores: Francisco Repilado (Compay Segundo). Incluso hasta sus predios llegó Gabriel García Márquez para descubrir, de cuerpo presente, esta otra forma de realismo-mágico.
No es para menos. Cada Habano se idea siempre como pieza única. Sus hojas se entremezclan en una sinfonía llena de matices y colores propios. Firme se traza la forma. Delicados gestos, como pinceladas, van armando esta composición, que encuentra en el fuego y el humo una especie de voz propia. La calada deviene captura de un momento, fotografía, deleite que enseguida conduce a la nostalgia, una nostalgia solamente refrenada por otra libación. Cinéticas, las volutas de humo se alzan ante los ojos ávidos del espectador, y el Habano, como no puede ser de otra manera, se torna obra en sí misma al ponerse en contacto con su público, como si de un organoléptico performance se tratara.
Quizás por ello en estos 20 años de Festival tampoco los actores o modelos han podido mantenerse al margen de los influjos del Habano. Grandes del cine contemporáneo se han dado cita en la capital cubana para paladear un buen puro hasta la raíz. Jim Belushi, Jeremy Irons, Gerard Depardieu, Jack Nicholson, Danny Glover y las damas Mía Maestro, Naomi Campbell y París Hilton han hecho titilar aún más con su presencia un evento totalmente dedicado al hedonismo; espacio repetidas veces engalanado por la bailarina y coreógrafa Lizt Alfonso y sus discípulas.
Sí, son muchos los que, rendidos ante la sutileza ardiente del Habano, vuelven cada año a su Festival. Pareciera que todo aquel que aprecia lo sensorial e intenso, una vez que ha conocido, saboreado sus esencias, no deja de buscarlas nunca más.
Alguna magia hay, alguna conexión con esas cosas que emocionan, que aderezan el alma. Efímero, pero no por ello menos presente, el arte de fumar un Habano lleva también en cada gesto una marca de exclusividad, de poder conmovedor. Por ello son innúmeros los cautivados por su acto y arte. ¿Y qué es el arte si no todo aquello que en un instante y, a golpe de sentidos, se nos vuelve la mejor razón para vibrar, para viajar? ...como el Habano.