Habano Embajador de Cuba
Nunca ha fumado pero se considera un cantor del tabaco, no solo porque desciende de una familia de tabaqueros, sino porque contempla en el humo de los Habanos, en gran medida, los sueños del cubano, la confluencia perfecta entre la música, la poesía, la literatura y desde luego el ser nacional.
Eusebio Leal Spengler, Historiador de La Habana, disfruta que la fiesta del tabaco se convierta en un hecho universal cada año, y luego de dos décadas, es innegable para él que cada festival catapulte la identidad cubana.
“Desde que se menciona por primera vez por Cristóbal Colón el encuentro de esos hombres que parecían llevar un tizón encendido en los labios, hasta hoy, el tabaco se convirtió en la evolución de la obra más calificada de la artesanía productiva de Cuba. Yo creo que en el tabaco cubano está el reducto de la belleza artesanal del cubano, tanto por su origen, quiero decir, lo que pasa en la vega, hasta lo que ocurre en la fábrica, hasta lo que ocurre con el fumador, el conocedor, sobre todo el que acaricia, cuida, ama y disfruta del tabaco.
“En el humo del Habano están en gran medida los sueños del cubano. No se puede hablar de la tabaquería ni del puro Habano sin recordar las luchas de los vegueros, el exilio de los trabajadores durante las grandes guerras por la independencia, las manufacturas en Cayo Hueso y New York City, y desde luego, la obra apostólica de José Martí que está ligada a esto”.
Su familia pinareña y todos los trabajadores de los pueblos obtuvieron como una conquista laboral el desplazamiento de los talleres de Pinar del Río, fundamentalmente de Guanajay y de toda la zona de Artemisa para La Habana. Cuenta que protagonizaron batallas sindicales, que traían a las torcedoras, a las despalilladoras, a las caperas en la madrugada, a las cuatro de la mañana, hasta la fábrica de José Lepiedra, en Marianao. Recuerda que cuando llegaban sus tíos a la casa se sentía el perfume que llevaba impreso en la ropa, no del tabaco fumado, sino del tabaco elaborado.
El Festival del Habano, celebrado desde hace 20 años en la capital de Cuba, ha sido una ventana abierta al mundo en años en que se trató de enclaustrar a nuestro país, afirma. “Creo que el tabaco ha sido el mejor embajador de Cuba porque fue precisamente el Habano perseguido, no podía entrar a Estados Unidos, no podía entrar allá más que un poquito. Esa caja de cedro que no transmite un olor, sino que conserva el de la hoja cuidadosamente elaborada, ha sido como la carta de presentación cualitativa de Cuba. Todo el mundo espera con ansiedad que le regalen una caja de tabaco, al menos tres tabacos, un mazo de tabaco. Cuando hablo de mazo hablo de una expresión antigua que se usa nada más en el mundo de los tabaqueros, como deme un mazo”.
Si de momentos especiales se trata, justo durante la celebración de la cita internacional más reconocida de los Habanos, Leal Spengler rememora aquellos donde Fidel fue protagonista central y cuando él mismo ofreció cajas de tabaco firmadas por él que se subastaron con fines altruistas para la salud pública de Cuba o para algunos proyectos de carácter mundial por la paz, como fue la Capilla del hombre, obra de Osvaldo Guayasamín, “Estas cajas constituyen hoy la mejor herencia del afecto, el mejor testimonio de que él, en un momento oportuno, sacrificó su propio placer de fumar a cambio de luchar por la salud pública en el mundo”.
Eusebio Leal ha participado en no pocos Festivales del Habano y recuerda algunos con especial cariño. “Tengo una conferencia que para mí resultó memorable que fue como una abstracción recordando y hablando del tabaco, como un diálogo de pensamiento. Elaborar y pensar y llegar a través de la memoria a la historia del tabaco, que como saben es tan larga que suele usarse entre los cubanos la broma de que no me vengas a hacer a mí la historia del tabaco y eso fue un poco lo que hice entonces”.
Cuando se le pregunta el significado del Habano en Cuba, el historiador de la ciudad no titubea. “Identidad, personalidad, dignidad. El tabaco no está mezclado con la sangre del esclavo porque el tabaco fue siempre una creación libre, desde la vega hasta el tren donde están los obreros haciéndolo, torciendolo y preparándolo. El tabaco es y seguirá siendo un símbolo de libertad. Y creo que en la manera de realizarse el tabaco, que es en los labios del fumador o de la fumadora, y convertirse en humo se realiza un poco ese sueño del hombre, ese sueño de trascender, y de gozar y disfrutar que el acto del fumar para los fumadores supone”.