- MUSEO DEL TABACO. Cuatro momentos para una historia
“EL TABACO SIEMPRE TUVO ELEGANCIA; FUE GALA DE CONQUISTADORES DE INDIAS, LUEGO CAMARADA DE NAVEGANTES EN SUS TRAVESÍAS DEL MAR, DE SOLDADOS VETERANOS EN REMOTAS GUERRAS, DE NAVEGANTES, DE NEGOCIANTES…”
Las épocas históricas van y vienen, se entrelazan en el resurgir de nuevas cualidades y en un enterramiento no siempre absoluto de fenómenos sociales que caducan en su proceso de desarrollo, pero se enraízan en las culturas nacientes, dando lugar a nuevas y curiosas identidades.
Podrá parecer un juego caprichoso de palabras, sin embargo constituye la realidad del proceso histórico de una nación que, en el caso que nos ocupa, se vislumbra en una fusión o como lo llamara el sabio cubano Fernando Ortiz, un fenómeno social de la «transculturación» de culturas, en que la aruaca, española y africana manifiestan una combinación, no siempre armoniosa, de sus rasgos originales y en ese proceso caribeño, la Cohoba o Cojiba, planta aromática de nuestros suelos encontró una historia para nadie esperada.
Tabaco de La Habana primero y Habano después, marcan momentos de un desarrollo de este producto y su industria que viaja de aborigen a la aristocracia y de ella a cada uno de los rincones del mundo, encontrando a mediados del siglo XIX un período de esplendor.
Muchos siglos antecedieron al conocimiento que se pudiera tener del tabaco en la América Latina. Su cultivo data de más de 5 000 años antes de la llegada del Gran Navegante con sus hombres, quienes encontraron pueblos procedentes de aquellas oleadas migratorias de Suramérica. Este ha sido motivo de estudios aún insuficientes de historiadores, antropólogos, arqueólogos y, quien escribe diría, al fin, que entre los curiosos de estos temas se incluyen hombres de negocios porque conocer esa rica historia es saborear con más intensidad cada Habano.
La Cohoba o Cojiba en manos aruacas adquiere no solo el uso de sus hojas secas, trituradas en polvo, enrolladas en sorullos o convertidas en pastas, buscando un equilibrio en las energías necesarias para el trabajo. También se transforma en un símbolo de amistad y unión entre todos los miembros de la comunidad. Junto a otras plantas está presente con sus humos en el ritual, donde el Behique es protagonista, pues convoca a la paz, a la salud, a la eliminación de conflictos, al cultivo y a otras necesidades vitales para estos grupos representativos de la etapa precolombina.
«El tabaco siempre tuvo elegancia; fue gala de conquistadores de Indias, luego camarada de navegantes en sus travesías del mar, de soldados veteranos en remotas guerras, de navegantes, de negociantes, y llegó a ser estímulo y signo de todo hombre capaz de comprarse un goce individual y ostentarlo retadoramente contra los convencionalismos sofrenadores del placer” (Ortiz, 1963,12).
Y entre esos grupos de hombres mencionados por el sabio cubano, bien pudiéramos contemplar a los que llegan a Cuba en este febrero de 2018, para ser testigos fehacientes de la fiesta por un XX Festival del Habano y tener «el goce individual» de degustar las nuevas vitolas que nos brindan dos marcas bien identificadas por la historia: Cohíba y Partagás.
Cohíba hace gala a la historia más antigua del tabaco, transformada después en aquella marca que todos querían poseer, fumar y conocer al estar en la preferencia desde 1966 de los obsequios del Consejo de Estado a los amigos de Cuba, presidentes y otras personalidades, y ser la que fumara el líder histórico de la Revolución, el Comandante Fidel
Partagás es expresión del desarrollo de la industria tabacalera a finales de la primera mitad del siglo XIX, preferida por su fortaleza y aplaudida por los grandes fumadores. Nacida en 1845 del mayor representante de la emigración catalana de ese período, Jaime Partagás y Rabell, quien no se conformó con el pequeño chinchal de 1827 y levantó ese imponente edificio visible en la época desde el Paseo del Prado, cuando por supuesto aún no existía el Capitolio Nacional.
Por el azar de la vida esta fábrica ha cedido su espacio al Museo del Habano, el que se erigirá en un futuro no lejano como uno de los museos más importantes de Cuba y el más significativo en su temática a nivel mundial. Abrirá sus puertas con el objetivo esencial del estudio, conservación, promoción y defensa del patrimonio tabacalero y tendrá la misión de dignificar en cada momento la historia y cultura del tabaco en este país. El museo deberá no solo divulgar la historia de Marcas como Cohíba y Partagás o de los Festivales del Habano, sino escrudiñar en cada rincón de la historia, demostrando que es un símbolo de la identidad y la Cultura Nacional.
Por estas razones la pequeña Casa de Mercaderes 120, en el corazón del Centro Histórico Habanero, cumplirá 25 años de fundada el propio día 26 de febrero, fecha en que se inaugura el Festival.
El 25 aniversario se convierte entonces en ese cuarto momento de la historia que se celebrarán del 26 de febrero al 3 de marzo en La Habana, pues hacer desde lo pequeño para llegar hasta lo más grande, requiere de un esfuerzo, de pasión, de la comprensión del camino a emprender y la decisión, dada su importancia, de marchar por él.
Lograr que cuenten sus historias las colecciones de tabaqueras y cigarreras, pipas, boquillas, ceniceros, encendedores, cortapuros, anillas y habilitaciones, óleos y otros bienes museales, es una tarea que día a día se ha desplegado en todos estos años para lograr una visibilidad de esta Casa museo.
Investigar la historia de esta industria, de las mujeres y hombres que participan en ella, de cada una de las curiosidades que se pueden encontrar en su devenir histórico y situar los resultados de estas investigaciones en el conocimiento de los directivos, especialistas, comerciantes y otros, es un ejercicio cotidiano en este museo.
Entre los proyectos culturales que acomete el Museo está el Diplomado «Panorama histórico, socioeconómico y cultural de la Industria Tabacalera en Cuba», que desde el 3 de noviembre de 1999 constituye la propuesta más demandada por los amigos del Habano.
Con un caudal de conocimientos relativos a la Historia, Arte y Cultura, Cultivo, Preindustria e Industria y el Habano por el mundo, impartidos por un prestigioso claustro de 34 investigadores, cada uno de los más de 1 000 graduados en 17 ediciones, ha podido catalogar al Habano como símbolo nacional.
El Simposio «Habana – Habanos», que ya arribó a su 7ª edición, ha logrado reunir a más de 140 cubanos estudiosos de estos temas y a 15 extranjeros de 9 países, cifra incomprensible si se compara a un Festival. Vienen estos amantes del puro y se logra entonces la unión de científicos, investigadores, artistas, coleccionistas, comerciantes, habanosommeliers y otros, que comprenden y necesitan de la dimensión científica de este evento, en el que además se propicia el intercambio con los vegueros.
En los Talleres y Cursos «Habanos, Cultura y Maridaje» bartender y habanosommeliers pueden, durante casi una semana, profundizar en las características organolépticas de los productos que intervienen en el maridaje con los Habanos. Desde el año 2009 y cada dos años, especialistas de varios países del mundo pueden intercambiar en este evento, en el que se ha contribuido a la preparación de los cuatro sommelieres cubanos y cuatro del exterior, campeones del concurso Habano Sommelier del Festival del Habano.
El trabajo de atención a la superación de los Lectores Tabacaleros del país, ha tenido una preferencia en la labor sociocultural del museo. Llevar el tema a los Festivales del Habano y Simposios, concebir el encuentro con escritores y editores a través del espacio «Dialogando con…», son entre otros proyectos la contribución para que lograse un reconocimiento social esta tradición y como tal fuese declarada Patrimonio Cultural de la Nación por el Consejo Nacional de Patrimonio en el año 2012. Con un resultado de cuatro Encuentros Nacionales en los que se premia el trabajo de los más destacados lectores, se mantiene una tradición de 152 años, nacida en Cuba y defendida solo en este país.
Las Tertulias del Habano es el espacio cultural dedicado desde hace 15 años a reconocer a personalidades que fueron fumadoras del puro, cuyas fotografías ambientan los salones donde se reúnen los fumadores, como Orson Welles, José Lezama Lima, Winston Churchill, Compay Segundo, Ché Guevara, así como hombres como Simon Chase (Gran Bretaña), Heinrich Villiger (Alemania), Blanxa Alzogaray (Argentina), Amir Saarony (Canadá), Roberto Disserio y Francesco Minettif (Italia). A esta relación se unen personalidades como Chucho Valdés, Leo Brouwer, Sergio Vitier, Juan José López, Norma del Castillo, Fernando Fernández y José Castelar, por solo mencionar algunos de los homenajeados, todos con un acercamiento y colaboración permanente con el Museo.
No menos importante son los proyectos dirigidos hacia la mujer como el Coloquio «Flores del Habano» que desde el año 2000 reconoce en cada mes de marzo el papel que juegan las féminas en el mundo del Habano y, atendiendo a sus oficios o profesiones, cada año tienen un encuentro en el Museo que les relata su historia en los siglos anteriores y estimula a las que más años llevan en el sector. Otro proyecto más joven, con solo siete años de fundado son las Amigas del Habano, que reúne a más de 70 mujeres de Cuba y del exterior, para debatir sobre temas relacionados con la cultura tabacalera, conocer el arte del maridaje y relacionar la historia, el arte y la cultura en general.
El Museo del Tabaco ha contribuido con diversas conferencias en Cuba y el exterior, llevando la voz del patrimonio tabacalero por México, Alemania, Italia, Francia y España, y mantiene relaciones con Museos del Tabaco en otras ciudades del mundo. De igual forma su presencia ha sido significativa en la Academia del Habano, en los cursos de formación Habano Sommelieres y en los eventos de la Asociación de Cantineros de Cuba. Forma parte de la Asociación Vitolfílica Cubana y es sede de sus eventos, a la vez que relaciona su trabajo con la Sociedad Cultural «José Martí».
Han sido 25 años de mucho amor y pasión por la cultura tabacalera, de enseñanzas permanentes promoviendo esta cultura, de intercambio constante con quienes se dedican a cuidar y realzar el puro cubano. Por ello, cuando se abran las puertas del Palacio de las Convenciones el 26 de febrero, cuatro momentos se unirán para la historia: el XX Festival del Habano, el reconocimiento a dos marcas prodigiosas: Cohíba y Partagás, y el 25 aniversario del Museo del Tabaco de la Oficina del Historiador de la Ciudad.
Gracias a todos los que durante estos años nos han apoyado, a los que en Cuba y el mundo han comprendido que el «don especial concedido a Cuba…» se alimenta cada día con sabiduría, trabajo y dedicación por quien necesita de todo ello para mantenerse en lo más alto del podio y continuar haciendo historias.