PINAR DEL RÍO SE LEVANTA SOBRE VEGAS DE TABACO. SU VILLA FUNDACIONAL CELEBRÓ SU 150 ANIVERSARIO EL AÑO PASADO, Y DEBE SU DINÁMICA SOCIOECONÓMICA AL CULTIVO DEL TABACO, PUES FUERON LOS LABORIOSOS VEGUEROS LOS QUE SE ASENTARON A ORILLAS DEL RÍO GUAMÁ Y CONVIRTIERON EL POBLADO EN UN CENTRO ECONÓMICO DISTINGUIDO

Vueltabajo es una región histórico-cultural. Es la tierra del mejor tabaco del mundo. Allí los laboriosos vegueros cultivan la preciada hoja, única por su calidad, combustibilidad, sabor y aroma, materia prima esencial para los puros.
Pinar del Río, capital de Vueltabajo, celebró en 2017 el 150 aniversario del otorgamiento del título de Ciudad a la urbe, concedido por la Reina de España Isabel II el 10 de septiembre de 1867, gracias a las contribuciones que aportaba el tabaco a la corte y la fama universal de los Habanos, confeccionados con las producciones de las vegas de San Juan y Martínez, San Luis, Pinar del Río y Consolación del Sur.
El moreno tabaco conquistó a Europa con el embrujo de sus volutas de humo, las prohibiciones superadas y las demandas de los afamados Habanos. El Habano por ser tan genuinamente cubano, es símbolo de nuestra cultura y patrimonio de la nación.
¿Qué tiene Vueltabajo de especial para considerarse la tierra del mejor tabaco del mundo? Entre sus potencialidades destaca la combinación irrepetible de cuatro elementos esenciales:
• El suelo de la llanura sur fertilizado e irrigado, con las esencias de la cordillera majestuosa de Guaniguanico, desde Río Hondo hasta el Cuyaguateje.
• El clima que logra estabilidad armoniosa en las vegas, con sus temperaturas oscilantes y combinadas.
• Las variedades de calidad y resistencia, de donde sale la aromática hoja, con la aplicación de la ciencia, desde la Estación Experimental de San Juan y Martínez.
• El hombre, ente decisor, dotado de una cultura secular de laboreo y experiencias, capaz de sentir las plantas y las hojas crecer como afirmaba don Alejandro Robaina, en las vegas cubiertas de tul, que aportan las capas tocadas por las manos prodigiosas de mujeres, en un proceso fabril minucioso e intenso.
La ciudad de Pinar del Río debe su dinámica socioeconómica al cultivo del tabaco. Fueron los laboriosos vegueros los que se asentaron a orillas del río Guamá y convirtieron el poblado en un centro económico distinguido. Afamadas vegas como Las Taironas, Las Delicias, La Campana, Villamil, San Mateo, Río Feo, El Cangre, se convirtieron en centros de alta demanda para la producción del Habano.
Capitales e intereses se conjugaron para llevar el Ferrocarril del Oeste, desde La Habana a Pinar del Río (1857-1894). Un camino de hierro para el tabaco, donde el Marqués de Pinar del Río, Marqués de Las Taironas, Los Partagás, los Pedroso, los Cifuentes pusieron sus capitales para lograr que las cargas salieran directo a las fábricas habaneras.
La ciudad de Pinar del Río se levanta sobre vegas de tabaco. Está acorralada por un veguerío tradicional de fama universal. Su inmueble más importante es el Palacio Guash, erigido en la vega el Conuco, para el que se tuvieron que emitir disposiciones oficiales por el Ayuntamiento para impedir las siembras en el propio centro urbano a principios del siglo XX.
La bebida más original de Vueltabajo, La Guayabita del Pinar, está asociada al cultivo. Los campesinos al ingresar a las vegas en las frías mañanas, ingerían la bebida para repasar las hojas.
Este XX Festival del Habano, como los anteriores, mantiene el atractivo recorrido por las plantaciones de Vueltabajo, que es como un viaje a los orígenes del Habano. Resulta muy interesante para los asistentes al evento poder comprobar, de primera mano, cómo es el proceso del cultivo de las hojas para capa, el capote y la tripa, que se utilizan en la elaboración de los futuros puros.
Durante estas visitas los participantes en el Festival del Habano también pueden conocer una escogida, a algunos productores, y descubrir ciertos secretos en la estación experimental, custodio y garante de la calidad de la semilla de las variedades de tabaco negro cubano.
Disfrutan los participantes al Festival de un paisaje único de tabacales y casas de curar, de vegueros madrugadores, escogidas y talleres.
Una zafra de aroma y verde tierno antecede al Habano señorial, que se viste con el capote de Vueltabajo, y sale a subyugar al mundo; pleno de cubanía, símbolo y síntesis de la cultura laboriosa de los vegueros.