Un aromático pretexto para descubrir Nicaragua
Desandar la Ruta del Café, una de las más seductoras ofertas turísticas de Nicaragua, es una experiencia para disfrutar el placer diario de beber esa aromática infusión, que muchos necesitan para empezar el día. Se trata de un recorrido por el proceso cafetalero, desde la cosecha del grano hasta que el oscuro néctar, fruto de la colada, llega con sus olores y sabores para avivar los sentidos.
Más allá de gustos cafeteros, los amantes del senderismo y el turismo de naturaleza encuentran aquí el pretexto para adentrarse en las provincias Matagalpa, Jinotega, Estelí, Madriz y Nueva Segovia, descubriendo paisajes de arrobadora belleza, viviendo en su entorno de tradiciones ancestrales y conociendo las pintorescas costumbres de la gente que vive de una industria que garantiza más de 200 000 empleos en cada cosecha, y que solo en 2013 generó ingresos superiores a los 260 millones de dólares.
La Ruta del Café comenzó a gestarse en 2007 como una iniciativa del Instituto Nicaragüense de Turismo, para fomentar pequeñas y medianas empresas del sector en territorios pródigos en café, desde mediados del siglo XIX, con el acicate de contemplar sus bellezas naturales, acercarse a su diversidad biológica y disfrutar de un interesante abanico de sitios de interés turístico.
Cada tramo tiene sus peculiaridades e incentivos: en Matagalpa, por ejemplo, podrá acercarse a la historia en el Museo Nacional del Café; Jinotega es el departamento de mayor producción cafetera en Nicaragua; en Estelí lo rodearán parques naturales como Cerro Tisey, La Estancuela y Canta-Gallo; en Madriz es obligatorio regalarse una de las típicas rosquillas de la comarca; mientras que Nueva Segovia alberga todo el patrimonio cultural de la población indígena que la habita, además de la estela insurgente de Sandino.
Esta travesía por la cultura del café muestra la diversidad de esos cinco departamentos marcados por el grano de oro. A través de fincas, alojamientos rurales y senderos, el visitante tiene la posibilidad de participar en la recogida y despulpado del grano, amén de saborear in situ una taza de café orgánico, acompañado con rosquillas somoteñas.
Además, el norte de Nicaragua es, de por sí, una región célebre por sus montañas y sus bosques neblinosos, donde conviven tradiciones vivas con sus mazurkas y polkas, artesanos del barro, de la piedra de marmolina, de la tusa, y demás tesoros locales.
El trayecto suele comenzar en una finca donde se puede participar de la recolección, beneficiado húmedo, lavado y fermentación del café, para luego compartir mesa con una familia de cafetaleros, y aprovechar la estancia en las comunidades para informarse sobre asuntos como certificaciones, mercado, cooperativismo y aspectos sociales del ámbito del café.
Después se visitan los lugares donde se realiza la parte industrial del proceso, y en un laboratorio de cata se aprende a reconocer y valorar las propiedades de este buen café, que se beneficia con las bondades de los fértiles suelos volcánicos de Nicaragua.
Los seguidores de la Ruta del Café pueden conocer hermosos bosques lluviosos, flanqueados por montañas, ecosistemas que albergan unas 200 especies de aves, gigantescos helechos, reptiles y mamíferos exóticos, como el mono aullador.
Entre los atractivos naturales sobresale la monumental formación montañosa conocida como El Macizo de Peñas Blancas, entre Matagalpa y Jinotega, y que forma parte de la gran reserva de biosfera de Bosawás. Es una zona pródiga en saltos de agua como la cascada la Arco Iris, y accidentes geográficos como La Bastilla y el Cañón de Somoto, capaces de robarle el aliento al más curtido en asuntos de belleza.
Al final, uno corrobora que el café ha sido y será un socorrido pretexto para una infinidad de cosas buenas, y entre ellas conocer el rostro más exótico de la naturaleza de Nicaragua es, sin dudas, una que difícilmente olvidará.