Santo Domingo Donde historia y emoción se hacen ciudad
Moderna y cosmopolita, la ciudad de Santo Domingo ofrece al visitante experiencias sorprendentes, con una mezcla de sol, dinamismo y emotivos contrastes, donde la historia armoniza con lo nuevo.
Ubicada en el corazón del Caribe, desde la civilización americana que fue durante los siglos XV y XVI, es la más antigua ciudad del nuevo mundo, declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en el año 1990.
Andar las calles de Santo Domingo es descubrir infinitas oportunidades para sentirse bien con gente noble, bondadosa y alegre. Contrasta en ella la mágica y misteriosa ciudad colonial que resguarda entre sus piedras 300 monumentos.
La moderna arquitectura, grandes centros comerciales, avenidas de arboledas y palmas, junto a su sistema de transporte urbano de elevados y metros, hablan del progreso de la ciudad.
Allí se encuentran las tranquilas plazas y edificaciones para el arte, la cultura, y los museos que guardan la historia de un país orgulloso y bravío.
Sus calles están llenas de tradición. En ellas se pueden admirar monumentos de antaño como la Catedral de Santa María de la Encarnación Primada de América, con su estilo clásico y elementos típicos del estilo gótico y renancentista.
La primera calle, llamada las Damas –que fuera paseo de María de Toledo-, nos encanta con su textura de piedras, arcillas y polvos de aquel tiempo.
Frente al monumental Alcazar de Colón, bajo el aleteo del vuelo de las palomas se encuentran las blancas atarazanas llenas de restaurantes, pequeños hoteles y cafecitos.
Llegar a la vieja ciudad y ver los atractivos de la zona en las hermosas ruinas de San Francisco es también un deleite para los visitantes. Allí tenemos la explanada, con una reunión de intelectuales y bohemios, para bailar son, bachata y merengue.
Entre su historia, Santo Domingo muestra una imagen llena de vida, con plazas para el disfrute del entorno, innumerables tiendas de artesanías, casas de arte y museos, que como el de las casas reales, guardan los restos y tesoros de galeones, de hace más de cinco siglos, cargados de los tesoros americanos que naufragaban en aguas territoriales.
Llegar al Baluarte del Conde —cuna de la independencia nacional—, pasear alrededor del parque Colón, y sentarse a tomar una refrescante cerveza fría, vestida de novia, como la llaman los dominicanos, es estar sin duda en un lugar de privilegio del planeta.
Al caer la noche la más tentadora oferta se abre a los bohemios. Los cocteles se imponen con la fascinante gastronomía de una isla que hace galas de los frutos del mar.
Santo Domingo es una moderna ciudad con las ruinas apasionantes de un tiempo, donde el nuevo mundo deslumbraba a la vieja Europa.