Surinam, país de América del Sur, uno de los destinos turísticos más desconocidos de esa zona de la geografía mundial, exhibe dentro de sus encantos una mezcla variada y colorida de culturas. 

Caracterizado por la influencia de las prácticas cotidianas de indios nativos, tribus indígenas, conquistadores franceses, españoles, ingleses y holandeses, la pequeña nación aún conserva dentro de su patrimonio arquitectónico, varios templos hindúes, mezquitas, sinagogas, y el edificio de madera más grande de América del Sur, la Catedral de San Pedro y San Pablo, construida sobre los restos de un teatro hace más de un siglo.

Con medio millón de habitantes y bañado por las aguas del Océano Atlántico, Surinam está rodeado por Guyana Francesa, Guyana y Brasil. Su capital, Paranimbo, es una ciudad muy activa, animada y dinámica, donde se concentran las principales atracciones turísticas. 

En esa urbe el visitante puede encontrar varios museos que repasan la vida cívica, política y económica de la nación sudamericana y ayudan a construir su pasado histórico. 

Paranimbo, el menor de los diez distritos en que se divide el país, y Patrimonio de la Humanidad, se distingue por su estilo colonial holandés, presente en canales, edificios y casas del centro.

El viajero puede comenzar su recorrido por la ciudad en su plaza central, alrededor de la cual se encuentran construcciones destacables como el Palacio del Presidente y el edificio del Parlamento. Las fuentes antiguas Amsterdan y Seeland, construidas en el siglo XIII, constituyen también símbolo de esa localidad. Otras citas impostergables en esta urbe, la más importante y homónima del río que la bordea, son el Fuerte Zeelandia y una sinagoga construida en el año 1736.

Fusiones de historia y tradición

Conocido con anterioridad como Guyana Holandesa, en el país conviven variedad de etnias, religiones e idiomas. Y es precisamente por esa diversidad que sus habitantes celebran numerosas fiestas locales. 

Una de las más populares es la Fiesta de Año Nuevo, etapa en la cual el país se colma de fuegos artificiales y pagara, unos petardos tradicionales de color rojo. También se caracteriza por el desfile de los centros comerciales más grandes, la abundancia de comida, bebida y buena música en las calles de Surinam. 

Los amantes del arte étnico pueden encontrar esculturas de madera hechas a mano, pinturas, tejido, cerámica, entre otros productos. Asimismo, la música, evidencia las múltiples influencias culturales, y está representada por la kawina, conocida como la música de las plantaciones, cantada y tocada por los criollos.

Para disfrutar de platos típicos, los sitios ideales son los warungs, quioscos en donde se elaboran alimentos picantes, variedad de arroz, salsas y guisos, que a menudo se basan en una combinación de carne y pescado. La cocina también se caracteriza por el uso de  maíz, frutos de mar, mandioca, vegetales y plátanos machos, una fusión entre ingredientes caribeños y otros traídos de países europeos, africanos y asiáticos.

En términos de preservación y protección de los recursos naturales, posee una larga tradición que se evidencia en la docena de parques y reservas naturales que existen en ese punto de la geografía latinoamericana.

Entre ellos destaca el Parque Natural Brownsberg, ubicado a 500 metros sobre el nivel del mar, y la Reserva Central Natural de Surinam, declarada en el año 2000 por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

Surinam supone un encuentro con la historia, con un país que, detenido en el tiempo, aún conserva lo mejor de su pasado. Un lugar que merece la pena conocer, por su virginidad natural aún no profanada por el hombre.