Torre Alminar
Puente Romano

Los primeros asentamientos poblacionales en Córdoba ocurrieron en la Edad de Bronce. Su situación estratégica favorecida por las aguas del Guadalquivir despertó el interés  de  griegos, fenicios y romanos que se adueñaron de esta tierra y dejaron rastros de su actividad.
Sin embargo, la huella clave que ha configurado la ciudad hasta nuestros días la dejaron los árabes, quienes arrebataron estas tierras a los visigodos en el siglo VIII. A partir de este momento, en la convivencia entre musulmanes y  cristianos fue ganando fuerza el poder árabe entre los siglos IX y X. Abd al-Rahman III, junto con su hijo Alhakam II convirtieron a Córdoba en un reino en todo su esplendor, haciéndola de esta forma capital del califato independiente, edificando, fortificando y otorgando a la ciudad todo su carácter cultural.
Eco de esta época es la Mezquita Catedral de Córdoba, símbolo más característico de la ciudad. Esta construcción religiosa, patrimonio de la humanidad desde 1984,  es el monumento más importante de todo el Occidente islámico.
Lugar de obligada asistencia, en su interior se pueden descubrir las magnificencias arquitectónicas y culturales que dejaron los árabes, pero con el apreciable matiz que presenta la multiculturalidad, donde siempre han rendido culto las diferentes religiones, en un  único lugar. Los veinticuatro mil metros cuadrados de suntuosas arquerías, el patio de naranjos y el Alminar o torre conforman, sin lugar a dudas, uno de los conjuntos arquitectónicos y monumentales más importantes de España.
Córdoba no es sólo la mezquita. La ciudad entera está repleta de conjuntos arqueológicos, culturales y religiosos que dan fe de cómo ha evolucionado con el paso de los siglos.
El Alcázar de los Reyes Cristianos, que había formado parte del Palacio Califal, fue restaurado en primera instancia por el rey Alfonso X el Sabio,  y finalmente terminado por Alfonso XI. Esta monumental fortaleza sirvió como Sede de la Inquisición, o cárcel en la primera mitad del siglo XIX. Su configuración amurallada con cuatro torres: la de Los Leones, la del Homenaje, la de La Inquisición y la de Las Palomas, ofrecen al visitante una imagen espectacular con jardines florales, arboledas y fuentes que convierten el Alcázar en un lugar idílico que conviene visitar.
Las aguas del Guadalquivir dan vida al Puente Romano de Córdoba, una construcción civil originaria del siglo I, con sus dieciséis arcos, cuatro apuntalados, y el resto de medio punto, que lo han configurado como una obra de la ingeniería antigua.
Pero este puente no sería lo mismo sin la presencia de la Torre de la Calahorra, situada en su extremo sur, una fortificación militar de exquisita situación estratégica. Hoy en día acoge el museo Roger Garaudy, en el que se retrata la convivencia entre las culturas judía, cristiana y musulmana.
En el lado opuesto se haya la Puerta de Algeciras, desde donde se puede apreciar el conjunto monumental que rodea el entorno del río Guadalquivir.
Para los amantes del paseo, recorrer esta ciudad con paso atento se convierte, sin lugar a dudas, en algo inolvidable. El carácter afable y divertido de sus habitantes, tan característico en el sur de España, con sus fiestas y folclore.
 En la primera quincena de mayo se celebra el Festival de los Patios Cordobeses, en el que todos los propietarios abren sus puertas al público. El tradicional concurso ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad.
Las sinuosas y, en muchos casos, estrechas calles que configuran la ciudad, están repletas de secretos que otorgan a Córdoba de una personalidad arrebatadora.