La eticidad de Lassería
Con un sello muy personal, Oscar Rodríguez Lasseria sostiene una ética artística que le ubica entre los grandes de las artes plásticas; en tanto el contínuo crecimiento de su obra, manifiesto en una permanente búsqueda de lenguajes como expresión estética de las problemáticas que aborda, lo revelan como un creador que se inscribe en la contemporaneidad desde la responsabilidad para con el arte.
Su más reciente proyecto, la exposición Íconos del paraíso, es una serie que encuentra sólidos antecedentes en el conjunto de piezas cerámicas Vivir en las nubes como en el cielo, (1985) o en la de pinturas Conozca al cielo primero y los ángeles después, (1996); aunque la motivación en esta ocasión es muy distinta. En lugar de las etéreas disertaciones filosóficas a las que recurre el hombre tras un diálogo entre el presente y el más allá; esta vez el móvil ha sido la experiencia vital del autor tras la pérdida de Iris Martínez Santos, su esposa. Íconos, es entonces, la materialización de las alucinaciones que acompañaron a Doña Iris en sus últimos días; auténticas obras de arte que desbordan rigor estético y tradición familiar; espacios en los que convergen, siempre bajo el sello de su autor, personajes que alaban la fe y la esperanza desde un humanismo en el que reina la paz. Terrenales los lienzos en los que reina el color; profundamente espirituales las cartulinas con sus juegos de luces y sombras.
En Lasseria subsiste un sentido de camagüeyanidad como resonancia de los habitantes del dieciochesco Puerto Príncipe que late hoy desde el barrio La Vigía; desde esa casona ubicada en Tomás Betancourt # 307 e/ Joaquín Agüero y Benavides, que desde horas tempranas deviene un taller; el de Oscar Lasseria; uno de nuestros mejores representantes de la ética cubana.