ES ESTA UNA REGIÓN INDISCUTIBLE PARA REGATEAR, VIAJAR DE UN LUGAR AL OTRO Y CORRER LA AVENTURA DE LA NAVEGACIÓN

Cuando en 2008 este periodista se aventuró en un viaje desde el polo turístico cubano Jardines del Rey hasta Cayo Guincho en las Bahamas, la navegación le convenció de la aventura, el colorido y las constantes sorpresas de la náutica recreativa en el Caribe.
Ese fue el momento en que un nadador local intentó varios récords de natación en mar abierto, cubierto por una jaula antitiburones, pero también fue el eje de una insospechada crónica para un neófito en materia marinera.
Cayo Guincho, sin embargo, inundó los sentidos. Islote de vegetación corta, mucha arena, poco espacio y asombradas gaviotas que, desacostumbradas a la presencia humana, volaban sobre nuestras cabezas, a la altura del brazo extendido.
Tal experiencia me aportó el impulso a mirar a las demás islas e islotes que conforman la cuenca caribeña, perfectas para el yatismo y, sobre todo, el velerismo. Un marinero recreativo o deportivo que se respete siente en su fuero interno la vela como la principal motivación para la aventura.
Tales reflexiones me hicieron apuntar al Caribe náutico, que tiene algunos de los más populares destinos en el mundo para el alquiler de barcos, dado que cuenta con más de 7000 islas para explorar. Lugares para increíbles excursiones, buceo, pesca, o simplemente para descubrir las vacaciones en barco.
Existen regiones y subregiones para dicha aventura, con un inicio recomendado en el noroeste, en las Grandes Antillas, de las que forman parte Cuba, La Española (formada por Haití y República Dominicana) y Puerto Rico.
Luego podemos viajar a las Antillas Menores, que se dividen en las islas de Sotavento y Barlovento, las primeras llamadas así porque están protegidas del viento y abarcan la parte nororiental de las Islas Vírgenes, hacia Dominica.
En cuanto a la parte sureste, esta se conoce por las islas de Barlovento, bautizo debido a que están expuestas a los Vientos Alisios del noreste, donde se incluyen las islas de Martinica y más hacia el sur las Granadinas y Granada.
Por tanto, para planear unas vacaciones marineras es bueno tener en cuenta que los alquileres de barcos y yates en el Caribe suelen ser semanales, especialmente durante la temporada alta, de noviembre a abril.
La mayoría de los botes se reservan para una o dos semanas con precios de ida y vuelta o, en el caso de aquellos tripulados por los propietarios, se les brindan servicios de puerto como electricidad, agua, combustible y avituallamiento.
Al decidir la región caribeña a navegar también es necesario tener en cuenta otras actividades colaterales como es el caso del buceo, el kitesurf o las excursiones por la zona, así como probar la gastronomía de esos lugares, sobre todo la de los pueblos de pescadores.
Hablamos de un yate, velero, catamarán o barco a motor, que pueden alquilarse en Road Town, en Tórtola; Simpson Bay, en San Martin; Puerto España, en Trinidad y Tobago; o en cualquiera de las islas del Caribe. Ahora tenemos incluso un destaque singular con el atracadero en Meliá Marina Varadero, en Cuba, que se encuentra en pleno crecimiento y es sumamente atractivo.
Pero si de recomendar se trata ponemos sobre el tapete las Islas Vírgenes Británicas y las Estadounidenses, perfectas para la náutica recreativa, al igual que la isla de La Española, segunda más grande del Caribe, después de Cuba. Asimismo, la invitación incluye Anguilla, San Martin, San Barths, Saint Kitts & Nevis, Antigua, Guadalupe, Santa Lucía, San Vicente, Granada y Martinica.
Otro atractivo lo pueden encontrar en Barbados, la única isla de las Antillas Menores que no es de origen volcánico, relativamente plana, a unas 100 millas náuticas al este de Santa Lucía, con abundantes calas y playas. Y cómo no mencionar a las islas de Trinidad y Tobago, las más meridionales del Mar Caribe.
Y por supuesto Cuba, con un creciente turismo de todo tipo, y Las Bahamas, por donde pasan 70 millones de norteamericanos en navegación recreativa.
Solo queda por tanto decidirse, marcar la ruta en la carta y vivir el mar a toda vela, o motor, con un viento en popa que nos traerá muchos recuerdos, como ocurrió a este periodista cuando llegó al Cayo Guincho.