CHEVROLET IMPALA 1958 de la selva al asfalto
Una grácil gacela africana llevaría su espíritu a la nueva serie que Chevrolet pondría en medio de la moderna jungla asfaltada de finales de los años cincuenta. Presentados como parte de la línea Bel Air en este 1958 ya el próximo año serían presentados como el "top of the line" de la marca.
En ese año, Chevrolet pondría casi de todo en sus autos: renovó chasis, estilos y mecánica. Los enormes Impala se hicieron para impactar y lo hacían. Las nuevas carrocerías eran más largas, más bajas y más anchas. El estilo del nuevo auto marcaba diferencias con el resto de la línea Bel Air; al mostrar un perfil robusto y estilizado el cual gracias a su condición de coupé cerrado de dos puertas (ó convertible), daba la sensación inmediata de estar listo para "despegar" en cualquier momento. Luego, un sin número de detalles mostrarían el cuidado en marcar la clara diferencia del resto de los modelos: cintillos laterales rectos y a todo lo largo, reforzando la esbeltez de las líneas, bóvedas diferentes con adornos cromados para las ruedas traseras, techo de líneas preciosas rematadas en una suave silueta en doblez al final, medallones distintivos del modelo (dos banderas cruzadas que dejaban claro la vocación de alto rendimiento de este auto) al principio de los guardabarros traseros y en las tapas de ruedas y algo simpático: el rasgo por el cual muchos identifican al Impala de 1958 por la tercera luz trasera solo alojaba un bombillo de repuesto. Detalle que aún hoy me resulta brillante pues a un costo mínimo sin cableado, ni funcionamiento alguno los diseñadores de Chevrolet le dieron otro detalle único a sus nuevos Impala. El interior estaba igual de cuidado con asientos traseros que incluían el medallón del modelo en el centro del borde superior del respaldar de la butaca.
Para mover con todo el donaire que su nombre merecía la Chevrolet ofertaba de igual forma su motor seis en línea de 145 H.P. y dos motores V8: uno de 283 pulgadas cúbicas de desplazamiento y otro de 348 pulgadas cúbicas de desplazamiento. No eran considerados opcionales, pero sí las diferentes versiones de alimentación que incrementaban la potencia hasta los ¡315 H.P.! a 5600 R.P.M. que llegaba a ofrecer el descomunal motor de 348 pulgadas cúbicas de desplazamiento cuando se le montaban los tres carburadores Rochester de 2 bocas y la relación de compresión alcanzaba 11:1. Sencillo: este motor se empleaba incluso en algunos camiones de la marca, así el Impala era capaz literalmente de "estrujar" el pavimento. Con esto la gacela africana palidecía de envidia en su pradera.
Claro que no todo fue color rosa. Un nuevo termostato de cápsula en el rediseñado sistema de enfriamiento dio algunos problemas, el chasis en "X" adoptado de los Cadillac del año anterior coincidió en sus sección más estrecha con la unión de una barra de transmisión de dos secciones empotrada en el túnel central del chasis. Su acceso era en verdad difícil.
La apariencia estrenada ese año en los Impala cambió para 1959, siendo por ello difícil encontrar modelos de este año en buen estado. Clubes como el Late Great Chevy´s, especializado en Chevrolet de 1958 a 1964, no reportaban ninguno. En Cuba recuerdo hace unos diez años un precioso convertible colores vino y blanco al cual le tomé fotos que la era digital ha condenado como inutilizables. Supe después que ese ejemplar se había perdido en un lamentable accidente: casi cincuenta años después estos autos son una rara especie en extinción.