Fernando Alonso, Campeón Mundial, y Flavio Breatore, Director de la escudería Renault

La prohibición a Renault de usar el Mass Damper, las sanciones en clasificatorias a Alonso y la utilización por Ferrari de unas misteriosas tapas de rueda, matizaron la última etapa de la contienda donde la balanza se inclinó sobremanera hacia Schumacher, siete veces Campeón del Mundo. Fernando vio como su kilométrica ventaja en la puntuación se reducía, poco a poco, a cero. Justo a dos carreras del final, en el GP de China, se igualaron con 116 puntos los únicos aspirantes al trono, Michael y Fernando. Nadie más que ellos lo merecía, ni Felipe Masa, fiel escudero, ni Giancarlo Fisichella, sensiblemente afectado por la suspensión del controversial Mass Damper, estaban a la altura de los dos mejores pilotos del campeonato. Los nueve primeros capítulos de la justa fueron dominados, sin discusión, por el asturiano y Renault que escalaron al podio en igual número de salidas, seis primeros y tres segundos lugares, un resultado que dio a entender que ni Schumacher, ni Ferrari tenían nada que hacer en la recién finalizada contienda. Justo después del GP de Canadá, el mundial se le puso muy cuesta arriba a Fernando. Decisiones y medidas de la FIA le oscurecieron el panorama al campeón defensor. Por otra parte, de Maranello de las citadas tapas de ruedas en el tren trasero, el uso de polémicos neumáticos Bridgestone y la indiscutible calidad de Schumacher, como piloto, la situación para Alonso, era más que complicada cuando apenas faltaban dos capítulos para el final de la competencia. Pero todo no fue tan sencillo, Alonso luchó como un guerrero y dejó atrás to-dos los problemas para concentrarse en las carreras, y no cometió errores, pilotó como un maestro y aprovechando cada caballo de su Renault. Un grave incidente ocurrido en los boxer de Alonso, la famosa tuerca, en el GP de Hungría, le puso en grave peligro el campeonato. Ocurrió en el peor momento y para serle más complicado el asunto, quebró el irrompible motor Renault de su mono-plaza, en el GP de Italia. Michael, por su parte, hizo cuanto pudo para alcanzar a su rival. Atravesó su Ferrari en Mónaco, que le costó una sanción, para privar a Fernando de un mejor tiempo en clasificatorias y acortó el camino del circuito en Hungría donde los jueces de carrera ni se inmutaron y lo vieron como una cosa normal. Si a eso sumamos las mejoras de Ferrari, la exclusiva utilización por los El GP de Japón, penúltimo episodio, era de vida o muerte. Después de recorrer más de treinta jiros al trazado de Suzuka, mandaba Schumacher. Solo un milagro podía salvar al asturiano, y el milagro vino en la vuelta 36 cuando el motor del bólido de Schumi explotó y lo dejó varado a la orilla del camino. Fernando, que estaba al asecho, tomó la punta de carrera que no soltó hasta hacerse con el triunfo, su séptimo del curso. Así le cambió la cara al mundial, Alonso se fue a Brasil a negociar el punto que le bastaba para adueñarse de su segundo campeonato, y sobrecumplió su meta al terminar segundo, en Interlagos, detrás del local Felipe Massa. De los 18 GP celebrados en 2006, 17 se lo repartieron entre Renault y Ferrari (8 Renault y 9 Ferrari) lo que demuestra el amplio dominio de ambas escuderías en el finalizado campeonato. El balance entre Fernando y Michael quedo empatado a siete triunfos.