Muchos coinciden en afirmar que el célebre Robert Louis Stevenson , al escribir la famosa novela "La Isla del Tesoro", alimentó su fantasía a partir de cierta ínsula ubicada al sur del archipiélago cubano, la cual sirvió de refugio a corsarios y piratas tras sus desmanes por el Caribe. La coincidencia apunta hacia la actual Isla de la Juventud; mas, esa historia, vista a la luz de la modernidad, carecería de interés, pues más allá del famoso botín de oro, piedras preciosas y joyas escondidas, en ella el verdadero tesoro es otro... Muchos nombres para una isla

La primera singularidad de esta porción del archipiélago cubano está asociada a sus nombres. Pocos lugares del mundo tienen el privilegio de asumir varios nombres a lo largo de su devenir histórico y en correspondencia con hechos o situaciones relevantes que le definan en su esencialidad. Cuando Cristóbal Colón la descubriera durante su segundo viaje a América, la bautizó con el apelativo de La Evangelista; pero mucho antes los indocubanos que la habitaban la llamaron Camaricó, Camaricú, Camarao.

Sin embargo, cuatro siglos de abandono por parte de la metrópolis española hicieron que la segunda ínsula en tamaño del archipiélago cubano se convirtiera en guarida y escondite seguro de corsarios y piratas como Francis Drake, el Olonés, Henry Morgan, Pepe de Mallorquín, entre otros. La historiografía la califica como el segundo punto del Caribe más importante en el mundo de la piratería, después de la célebre isla Tortuga. Por eso le denominaron Isla de los Piratas. De ahí el vínculo con la obra de Stevenson.

No fue hasta el siglo XIX, en el año de 1830, que por real orden del Rey Fernando VII, la Corona Española miró hacia esa isla y la bautizó oficialmente como Colonia de la Reina Amalia y se fundó también la villa de Nueva Gerona, recordando así al sitio homónimo en la madre patria. Más, la región adquirió un nombre de pesadilla: la Isla de los Desterrados, pues las autoridades coloniales en Cuba deportaron hacia ese punto remoto no sólo a delincuentes, sino también a luchadores por la independencia y a patriotas como el apóstol cubano, José Martí, quien a los 17 años cumplió condena en la finca El Abra y asumió a temprana edad los terribles padecimientos del confinamiento.

El nombre de Isla de Pinos llegó mucho después. Los bosques inmensos de diversas variedades de ese tipo de árbol tipificaron la geografía de la porción norteña, hasta su desaparición por la tala indiscriminada.

Su última denominación, por demás oficial, se le otorgó en 1978, cuando fue proclamada Isla de la Juventud, dada la cantidad de jóvenes que fueron a poblar la región pinera, en interés de construir escuelas, reforestarla y desarrollar una de las plantaciones citrícolas más grandes de Cuba y del mundo, en especial, el cultivo de la muy internacional toronja. Bastaría agregar que la edad promedio de los 80 mil habitantes está en el orden de los 33 años. Interioridades para conocer

La Isla de la Juventud está situada al sur del archipiélago cubano. Limita al norte con el golfo de Batabanó; mientras los demás puntos cardinales van dominados por el mar Caribe. Este rincón es, tal vez, el sitio donde confluye todo el crisol de la nacionalidad cubana después de la capital del país. Incluso, a principios del siglo XX, se asentaron colonias de norteamericanos, quienes trajeron el cultivo de los cítricos, y también familias japonesas de cuyas emigraciones sólo quedan pocos descendientes cubanos y la impronta de sus costumbres y culturas. Nueva Gerona es el centro urbano por excelencia, con más de 60 mil habitantes. Allí se encuentra el principal puerto del territorio sobre el río Las Casas, de relativo pequeño curso, pero navegable en 17 kilómetros hasta su desembocadura al mar.

Muy próximo a la rada están la fábrica de vajillas y el complejo industrial del cítrico y los frigoríficos desde donde se embarca la fruta fresca principalmente hacia Europa. En las afueras de la ciudad se encuentra el aeropuerto que enlaza al territorio con La Habana, distante a más de 300 kilómetros, así como también con Cayo Largo del Sur y, eventualmente, con otros puntos de Cuba y del mundo.

En sus 2 200 kilómetros cuadrados la Isla acusa un relieve más bien llano, sólo interrumpida por dos breves cordilleras en paralelo denominadas Sierra de Las Casas y Sierra de Caballos, elevaciones que no remontan los 300 metros de altitud y en cuyas entrañas se atesora una de las principales riquezas de la región, el mármol. A sus pies descansa la playa de Bibijagua, famosa por su arena negra. Dos regiones geográficas perfectamente identificables conforman este territorio. Hacia el norte, donde se ubicaron alguna vez los grandes bosques de pinos y hoy ocupan en cierta proporción las plantaciones de cítricos, hay situados 15 lagos artificiales o represas que se encargan de suministrar agua para el regadío y sirven a la cría intensiva de peces mediante la acuicultura. La otra zona, hacia el sur, virtualmente despoblada, la conforma un bosque tropical, separado del norte por la ciénaga de Lanier. Es esta región una reserva de la biosfera en la cual se localiza una de las áreas cubanas de mayor endemismo y refugio de la fauna (42 especies de plantas y 153 tipos de pájaros), pues entre otras especies es el mayor criadero natural de esas aves exóticas conocidas por el nombre de cotorras y que cierta vez, dada su abundancia, le brindaron a la ínsula también el nombre de Isla de las Cotorras. Aquí también se encuentra la cueva de Punta del Este en la cual se hallan las más antiguas pinturas rupestres de Cuba, por ello, los expertos en arqueología la califican como la capilla Sixtina del Caribe.

Vacaciones en Juventud

Todas estas posibilidades hacen del territorio un potencial destino turístico muy completo por su oferta en desarrollo. En estos momentos la planta hotelera alcanza las 132 habitaciones distribuidas en tres hoteles: el Colony, con 77 plazas; Rancho El Tesoro, con 35 cuartos y Villa Isla de la Juventud, con 20.

En el hotel Colony, ubicado al suroeste, está enclavado un centro internacional de buceo con transparentes fondos marinos abundantes de peces, cuevas, arrecifes coralinos, túneles, canales, pasadizos y sorprendentes valles submarinos, considerados por los estudiosos como uno de los mejores del mundo para el buceo recreativo diurno y nocturno. Además de impartirse cursos con categorización internacional, se ofrecen excursiones como "El criadero de Cocodrilos" que es un tesoro natural y "La Jungla de Jones", tesoro ecológico donde los visitantes también pueden disfrutar de un genuino almuerzo campesino. Igualmente se realizan safaris y la práctica de deportes náuticos, teniendo como base la marina de la cadena Puertosol.

Este complejo hotelero forma parte del entorno internacionalmente conocido como parque nacional marino Punta Francés, zona protegida que sirve de base de entrenamiento a la multicampeona mundial de inmersionismo, la cubana Déborah Andollo. Punta Francés, hacia el sur, es además receptivo de cruceros con gran aceptación por su oferta naturalista en un medio caracterizado por la virginidad paisajística del bosque y el litoral. Los cruceristas disfrutan de playa Francés y de una muy variada oferta gastronómica y de excursiones náuticas y de senderismo.

Otra de las propuestas más atractivas de los últimos tiempos es la excursión "Viaje a la Isla del Tesoro" que se brinda desde Cayo Largo del Sur, Varadero y La Habana. En un día el turista recorre los tesoros arquitectónicos de Nueva Gerona, visita el taller de cerámica con la posibilidad de observar "in sito" cómo los artesanos crean piezas únicas que pueden ser adquiridas en el lugar. La jornada concluye con la estancia en "La jungla de Jones" donde los presentes participan en la búsqueda de un tesoro escondido a partir de las leyendas de corsarios y piratas que se refugiaron en la zona.

Tal vez, Robert Luois Stevenson, en estos tiempos, sentado ante su computadora, estaría escribiendo una obra para Internet, inspirado en tales tesoros naturales, los cuales tienen hoy más valor para el hombre moderno que el oro porque se están agotando. Y puede que llamara a su cibernovela La isla por descubrir.

El último de los paraísos

Apenas unos minutos de viaje en avión o en barco, el visitante descubrirá que entre el cielo y el agua, Cayo Largo del Sur es dueño del arco iris, desde el azul de sus playas hasta el rojo que deja el sol cuando se baña en ellas antes de despedirse del día. Le han llamado el último de los paraíso.

Hacia el este de la Isla de la Juventud se extiende el archipiélago de los Canarreos, el más importante de los cuatro que rodean a Cuba. Es un singular laberinto de cayos e islotes que parecen navegar, impasibles, sobre aguas verde-azules, poco profundas, hacia donde sople la brisa que los acaricia a cualquier hora del día. Desde la altura semeja un collar de perlas irregulares sobre un inmenso cojín de terciopelo tornasolado. Es allí, en su extremo más oriental, donde se ubica Cayo Largo del Sur, nombre que corresponde, justamente, por su configuración y ubicación geográfica. Tiene una longitud de 24 kilómetros y un ancho que va aumentando desde poco menos de un kilómetro hasta más de seis. Dispone de una extensa franja arenosa bañaba por aguas transparentes y tranquilas.

Playa Sirena es privilegiada por la belleza de sus fondos marinos; con una rica flora y fauna marina y una población de coral negro a menos de 35 metros de profundidad: sitio propio para el buceo contemplativo diurno y nocturno, a partir de las posibilidades que brinda el centro internacional para la práctica de ese deporte ubicado en el área. Lindamar y Paraíso son dos playas que ostentan el sello de la intimidad, bajo el sello de la virginidad total. Mientras, Playa Blanca está protegida por peñones y Tortuga es el sitio elegido por los quelonios para desovar.

Los islotes cercanos brindan atractivos cotos para la contemplación de animales inofensivos como las iguanas y aves que hacen vida migratoria allá. Los fondos marinos brindan el espectáculo de un acuario natural.

Todo incluido

Descubrir un amanecer en tal entorno es tener la sensación de otra vida. El mar suele ser un duende amigo que prodiga, discreto y constante, la sonoridad ancestral de violines al derramar las olas sobre la duna dormida. No hay nada mejor que salir a caminar con los brazos abiertos a recibir al huésped infaltable del día, el sol, cuando apenas es un tímido infante mañanero; sentir que los pies descalzos se hunden en la mullida y cálida alfombra de blanca arena, y advertir la fragancia de las esencias del mar bajo un baño de espuma.

En Cayo Largo del Sur, la naturaleza es una diosa seductora que danza desnuda. Todo lo existente está en función de lo elemental y necesario, bajo pautas de absoluta racionalidad: de ahí parten los criterios constructivos y de explotación del moderno aeropuerto internacional, de la espléndida marina y de su programa de urbanización e infraestructura de viales, abasto del líquido vital y de aguas servidas. Por tanto, dañar el entorno es un pecado. Más de mil habitaciones conformadas a manera de pequeños poblados atesoran la virtud del confort en categorías de tres y cuatro estrellas: Isla del Sur, Coral, Soledad, Iguana, Capricho, Pelícano, Lindamar, entre otros, forman esta suerte de imperio ecológico, bajo la regencia del grupo hotelero cubano Gran Caribe, así como el Hotel Sol Club Cayo Largo, en sociedad con la cadena hispana Sol Meliá.

Cayo Largo del Sur es una oferta "Todo incluido" para los servicios de comidas y bebidas nacionales e internacionales, restaurante buffet, snack bar, restaurante a la carta y especializados, lobby bar las 24 horas, caja de seguridad en la habitación, servicio de toallas de playa, tumbonas y sombrillas, facilidades de animación diurna, billar, dardos, tiro con arco, clases de baile, bicicletas, piscinas para niños y adultos, deportes náuticos sin motor, windsurf, catamarán, kayac, bote a vela, snorkeling, clases de introducción al buceo, transfer interno dentro del cayo. Para el turismo especializado en la náutica existen dos centros internacionales de buceo, donde se imparten cursos para todos los niveles con entrega de certificados avalados internacionalmente, además de buceo en paredes, barcos hundidos, tabernas, arrecifes coralinos y buceo nocturno. La oferta la complementan excursiones en embarcaciones con fondo de cristal, granja de tortugas marina, snorkeling, actividades de pesca base de chárter para vida a bordo. Asimismo, viajes a otros polos turísticos cubanos y del resto del Caribe.

Naturaleza irrepetible

Cuando avanza el día, la luz descorre las cortinas para presenciar un paisaje inédito en la sencillez y exuberancia de una arquitectura natural que prodiga a cada paso colores brillantes, rincones agrestes e íntimos tal como si Adán y Eva vieran en ellos el romance primigenio de la desnudez y el amor.

Cayo Largo asombra a cada paso, a cada momento. Las plantas y las flores eclosionan bajo la intensidad del trópico aún cuando la vegetación es un tesoro de privilegio y vigilia, como su fauna pequeña e inofensiva. Para completar el paisaje, la galería de formas y trazos cambiantes, en movimiento, nacidas del capricho de las nubes. Cada día puede considerarse en esta latitud una fiesta, un canto a la vida; como también un compromiso para amar y respetar la naturaleza como tesoro único e irrepetible. No hay mejor regalo a los sentidos que una puesta de sol. Los fuegos del día se transforman lentamente en oros viejos que naufragan en la línea infinita de las aguas para dar paso al concierto de las estrellas.

Cuando uno vive esta aventura, tiene la certidumbre de estar, justamente, en el último de los paraísos.