- La tempestad de Boal en tiempo de tempestades
Latinoamérica en escena
Hace poco fui testigo de un acontecimiento del teatro latinoamericano: Caliban. La tempestad, de Augusto Boal, tuvo su estreno cuarenta y tres años después de escrita, a cargo de la Tribo de Atuadores Ói Nóis Aqui Traveiz, de Porto Alegre, en el extremo sur de Brasil. Para quien no conoce a este grupo es útil descifrar ciertas claves: se llama a sí mismo tribu porque practica la horizontalidad que supera jerarquías tradicionales. Todos dirigen y responden por la dramaturgia escénica, todos diseñan y participan de las decisiones artísticas, de programación y producción. Son atuadores, porque su gesto combina acción vital y social con la magia de actuar. Su nombre puede traducirse como «Hola, aquí estamos otra vez», y renacen en cada montaje.
Con La tempestad la escena de la calle atrapa a espectadores de todas las edades. La conexión es total, sea por la agudeza del texto, releído a la luz de estos tiempos por el colectivo gaucho y convertido en ritmo y melodía en muchos pasajes, o por el estallido de la forma y el color, en maravillosos diseños que resaltan por sobre el paisaje variopinto de calles y plazas. Centenares colman el espacio público, tanto en el Parque da Redenção (Parque de la Redención) como en la Praça da Alfândega (Plaza de la Aduana), sedes de las funciones que compartí como parte del seminario «Caliban. Testimonios del teatro de Nuestra América», organizado por la agrupación.
Miranda, de blanco candoroso, rueda sobre una carriola mientras coquetea con el príncipe Fernando y el romance revela el cálculo de una posible unión de capitales. Ariel se prodiga en tres cuerpos azules como ángeles de plástica levedad. Y el coro de Calibanes exhibe con orgullo su ancestro africano. Dos payasos, uno de ellos borrachín, comentan la trama.
La tempestad de Ói Nóis Aqui Traveiz, como la que escribiera Boal en el exilio argentino y que tuvo su primera edición en la revista Conjunto no. 178, más que una versión de Shakespeare es una respuesta anticolonialista y antimperialista, inspirada en otro texto nuestramericano: el ensayo Caliban, del cubano Roberto Fernández Retamar. El brasileño incorpora agudo humor popular, ridiculiza a los personajes que detentan el poder, y el grupo le añade perspectiva crítica en la actuación, brechtiana y festiva. Aunque al final los oprimidos vuelvan a ser derrotados, como el pueblo brasileño en época reciente, se exalta el valor de la resistencia.
La obra termina y un murmullo se vuelve clamor acompasado, cuando la frase «¡Fora Temer!» crece y da vuelta al ruedo una y otra vez. La escena refulge como ágora política.