Nicaragua. Granada, Seductora y auténtica
La mejor manera de orientarse en Granada es tomar como referencia la cúpula de su catedral. Apenas se entra a la ciudad desde Managua, a través de la calle La Inmaculada y el bonito edificio es la imagen más sobresaliente. Hacia allí hay que dirigirse, sin ninguna otra escala, a cumplir el ritual de probar un «vigorón» –comida típica del lugar con base de yuca, carne de cerdo y ensalada–, disfrutar del ambiente fresco y tropical que regala el parque con árboles y bancadas y, si las energías lo permiten, regalarse para empezar un paseo en coche de caballo, lo que es una especie de tradición que resulta casi imposible evitar. La villa fue fundada por los españoles en 1524 y es de las pocas, al menos en Centroamérica, que sigue emplazada donde originalmente nació. El Parque Cristóbal Colón, la Casa de los Leones o de los Tres Mundos –institución cultural de gran reconocimiento a nivel de país–, la Plaza de la Independencia, el Monumento de la Cruz del Siglo (1900), el Palacio Municipal, la antigua Estación de Ferrocarril, las iglesias de Xalteva, la Merced y San Francisco, se cuentan entre los monumentos ineludibles en la ciudad. En esta última, por cierto, se puede disfrutar de una excelente colección de arte antiguo e imaginería religiosa, y de un salón en el que se exhiben 28 estatuas precolombinas, consideradas muy raras. Con todo, sin embargo, los mejores momentos los regala Granada cuando se camina por ella relajadamente, sin orden previo, ni itinerario, dejándose llevar por los impulsos, por las emociones, entre casas con fachadas pintadas de colores pasteles, renacentistas, como si fueran una gigantesca tabla florentina. Son inmuebles todavía habitados por familias, amplios y generalmente de cubiertas a base de madera y tejas. En el casco antiguo, fundamentalmente entre la Calle La Atravesada, la del Arsenal, El Caimito y la rivera occidental del lago Cocibolca –o Nicaragua–, funcionan pequeños pero agradables hostales y restaurantitos encantadores, con mesas al aire libre para que el caminante pueda descansar y tomar algún zumo frío o cualquier golosina. Los nicaragüenses tienen muchos platillos sanos y sabrosos como el atolillo, los yoltamales o el tamal pisque; y dulcecitos tradicionales como los buñuelos y el caramelo de Nancite confeccionado con esta frutilla. Hay una arteria con balcones floridos y un ambiente especial que se llama La Calzada. El tramo que va desde el fondo de la Catedral hasta la Iglesia Guadalupe es peatonal. Los buenos artesanos de la localidad montan allí sus tenderetes, hay músicos errantes, barcitos encantadores con cócteles, cerveza Toña, ron Flor de Caña, café de primera y puros Sultán, que se elaboran a mano en una pequeña fábrica de una ciudad que ha logrado muy bien, tener sus propios atractivos. Muchos suelen decir que a esta calle se puede entrar en sandalias, short y camisa, como buen turista, y salir con un sombrero, varios bolsos con artesanías, los cachetes sonrojados por el ron y un tabaco en la boca, como guinda. En las noches, en La Calzada alumbran hermosas farolas y acuden allí los turistas a disfrutar de una agradable cena. Uno de los locales más recomendables es el Restaurante Conchis, que regenta una española creativa y singular que basa sus recetas en el amor y que como ella misma dice, apuesta al sabor y también al espíritu, por lo que se le conoce como la casa de «los corazones felices».
Cocibolca y las isletas Como Granada está al borde del lago, no supone ningún esfuerzo adicional irse allí a navegar tranquilamente en «motoras» que cumplen diferentes travesías a solicitud, y entre las que resulta muy atractiva la que serpentea por los canales abiertos entre las isletas de exuberante vegetación. Una de las excursiones, por ejemplo, tiene como destino la Isla de Zapatera, que es de las más grandes y ofrece la curiosa presencia de grandes ídolos de piedra tallada e inscripciones aborígenes. Otra de las islas grandes es la Guanábana, de 51 hectáreas. Lo más atractivo del paisaje es que de la superficie del lago sobresalen 365 isletas de origen volcánico tapizadas de densa vegetación y que juntas conforman una superficie de 2,21 km2. El 88 % de ellas tiene una superficie menor de una hectárea, pero eso basta para acoger una impresionante riqueza floral y aviaria. Otras especies como reptiles, ranas y algunos tipos de monos, son frecuentes; además del conocido caso de los grandes tiburones del lago, los únicos de agua dulce en todo el mundo. Uno de los momentos más interesantes del año para visitar el lugar es en Semana Santa: las isletas son escenario de una especie de vía crucis acuático que se cubre a bordo de lanchas primorosamente decoradas, lo que es típico del lugar.
La Reserva Natural Volcán Mombacho Se estima que la última erupción del volcán ocurrió hace 1,5 millones de años y que fue ese el origen del lago y de las isletas.Hasta su cúpula, la altura es de 1 345 metros. Tiene dos zonas protegidas diferenciadas como bosque nublado y bosque enano y una significativa biodiversidad. La salamandra del Mombacho es endémica, si bien abundan los monos aulladores cara blanca y otros mamíferos. Hay para quienes prefieren ahorrarse el tiempo y los esfuerzos de escalar, más o menos próximos a la base de esta montaña, un mariposario y un orquidario, que intentan resumir lo pródigo de la naturaleza local. Y para quienes tienen más vocación exploradora, o incluso más tiempo, hay atracciones como el canopy y numerosos senderos. La ruta del cráter después de coronar el ascenso, mitad por carretera y mitad a pie; la del Puma y la del Tigrillo, son de las más interesantes. El tiempo de duración de estos recorridos puede oscilar entre las dos y las cuatro horas, por lo que hay que tomarse esta excursión con algunas precauciones previas: llevar calzado fuerte y cómodo, una chamarreta para el frío, un zurrón con agua, alguna tableta de chocolate para reponer energías y un repelente contra insectos. Para el buen manejo y explotación turística del volcán Mombacho funciona una estación biológica y hay horarios específicos de subida: 8:30 a.m., 10:00 a.m., 1:00 p.m. y 3:00 p.m. Quienes lo deseen pueden pernoctar en un eco albergue con buenas condiciones, previa reservación, con lo que garantizan contemplar el amanecer en el volcán y el espectáculo de la luz solar filtrando el follaje en ases que muy bien se definen en la trama nublada del bosque. Antes de volver a la ciudad, una recomendable extensión es el Mirador de Diria –situado al borde del lago– que regala una estupenda vista de las isletas y de Granada.
Tiburones de agua dulce En el Lago Nicaragua, el más grande de Centroamérica y el segundo de toda América Latina (solo superado por el Titicaca en Perú), abundan los tiburones de agua dulce –únicos de su especie en el mundo-, que son tan agresivos como sus parientes marinos. El surgimiento de los tiburones en este lago de agua dulce es un proceso que se remonta a la era geológica de la formación del istmo centroamericano. El Lago Nicaragua, que no existía en aquella época, era una enorme ensenada bañada por las aguas del Océano Pacífico. Las continuas erupciones volcánicas que se sucedían entonces terminaron creando un gran brazo de lava solidificada que unió los dos salientes de la ensenada hasta convertirla en un gran lago. Muchas de las especies marinas que quedaron atrapadas en el interior fueron pereciendo en la medida en que las aguas del lago iba perdiendo su salinidad. Pero los tiburones sobrevivieron a la prueba gracias a un magnífico proceso evolutivo que les permitió eventualmente convertirse en peces de agua dulce.