Islas ABC Vitaminas para la temporada de invierno
Arte Beach, vida nocturna y compras en Aruba
Aruba es la isla más pequeña del trío. Plantaciones de Aloe Vera, bosques de cactus e iguanas determinan el panorama de la isla. Mientras que el este se caracteriza por una costa marcadamente rocosa, el Oeste anota puntos con kilómetros de playas.
Entre las más bellas, porque son de arena fina, están el „Eagle Beach“ y la bahía de San Nicolás. Esta última es muy popular, porque allí está el „Bar de Charlie“, una institución en el Aruba neerlandés. Su propietario lo abrió cuando la reina Beatriz aún era una niña. Con el transcurso de las décadas, Charlie recogió algunos hallazgos que le traían buzos
amigos o que el mar arrojaba a la costa: boyas, almejas gigantes, madera e incluso placas de matrícula. Él, sin más ni más, lo declaró todo como arte y su pub como galería para el deleite de los lugareños y turistas. En los carteles que en Aruba aún adornan los coches, se lee a menudo algo que inmediatamente trae un buen estado de ánimo: „One happy Island“, dicen.
¿A qué se debe el buen humor?
Esto los 140 000 Arubeños lo manifiestan con mucho gusto. Porque no sólo el clima es cálido aquí, a 28 grados durante todo el año, la baja humedad y la brisa ligera. Como calurosa también se valora el alma de la gente del lugar. La hospitalidad cuenta mucho aquí. Está presente a lo largo de la historia de la isla, convirtiéndose en una especie de marca social. Una gran marca contagiosa, opinan no pocos visitantes.
Lo que a los ojos les hace particularmente bien en Aruba, es que allí no hay impuesto sobre las ventas. Así los aficionados a las compras pueden ahorrar mucho. Los que al final tal vez estarán sorprendidos y se froten sus ojos serán los maridos, cuando se den cuenta de que sus esposas utilizaron la tarjeta de crédito de manera eficiente. „¡Caray, querido, imagínate, hoy hemos ahorrado miles de dólares!“
Paraíso de buceo y snorkel Bonaire
Eso no les puede suceder tan fácilmente a los fanáticos al mar en Bonaire. Están demasiado distraídos por naufragios
y pesca para ir de compras. Lo que más les pudiera pasar en la segunda mayor isla ABC, es que les crecieran membranas natatorias. Porque la isla tiene fama de ser un paraíso para los buceadores. Alrededor de 80 sitios de buceo están disponibles para principiantes y profesionales experimentados. El agua turquesa es tan transparente que incluso los nadadores pueden ver peces de colores, corales y anémonas de mar a ocho metros de profundidad. Incluso tortugas o rayas se descubren aquí sin inmersión. A casi ninguno de los automóviles que se dirigen a la playa les falta en su chapa el anuncio “Diver‘s Paradise”. Totalmente cierto, porque promete una inmersión tranquila hacia un mundo completamente diferente, ya sea como buzo o nadador. En Bonaire, lujo significa que te olvidas de las limitaciones de la vida cotidiana y te entregas completamente a la libertad personal de no hacer nada y simplemente miras los peces. Esto es como un bálsamo para el alma y como la vitamina B para la piel (o las membranas natatorias).
Un toque de Ámsterdam en Curazao
Algo más urbano se presenta Curazao. Es un pedacito de los Países Bajos en el Caribe. Desde el 10 de octubre de
2010, la isla es una parte autónoma del Reino de Holanda; antes era la mayor isla de sus antiguas colonias antillanas. La capital de Curazao, Willemstad, se ve con sus coloridas casas estrechamente yuxtapuestas y sus techos a dos aguas, como Ámsterdam en miniatura.
Adorablemente antiguo, en el centro, el Puente de la Reina Emma, de más de 100 años de antigüedad, se abre y
cierra para el tráfico marítimo, aproximadamente cada media hora. Los coches y peatones esperan entonces pacientemente en la rampa. Para la mayoría esto no es un problema, incluso si en este momento el puente está en el estado en el que no se necesita. Aquí todavía se dispone de tiempo y mucha serenidad. La arquitectura colonial de la capital es un sitio declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y atrae, como lo hace Aruba, para ir de compras. En cuanto a la gastronomía, se consigue en los supermercados de Curazao todo aquello que hace latir a un corazón holandés un poco más rápido: Bitterballen, Pindakaas, Dropjes y Gemberkoek.
Para la suegra hay además como regalito de viaje, el verdadero Blue Curacao, hecho con las naranjas amargas
típicas de la isla, ricas en vitamina C. El nombre de la mayor de las islas ABC se deriva probablemente del español “Corazón”. Tal vez porque muchos viajeros ya han perdido su corazón por la isla o por uno de los encantadores isleños. La diversidad cultural de Curazao ha producido seres humanos bellos y se escribe aquí en mayúsculas; los aproximadamente 150 000 habitantes son descendientes de los colonos y esclavos que se han casado con personas de diferentes religiones y siguen hasta hoy viviendo juntos en paz. Los pasaportes de todos ellos son de todos modos holandeses, así como el idioma oficial es el holandés. Hay una ley por la cual a los habitantes de Curazao se les permite estudiar en los Países Bajos. Al revés, a menudo empleados de Maastricht, Ámsterdam o Utrecht, vienen a trabajar en Curazao, o a visitar a unos amigos. Al “Corazón” este intercambio activo probablemente le hace bien.