- Más vale cámara en mano…
CAPTAR LAS MARAVILLAS DE TOPES DE COLLANTES ES EL RETO QUE CADA AÑO ASUMEN LOS FOTÓGRAFOS EN EL EVENTO NATURALEZA DIGITAL
Conocida como el octavo arte, la fotografía revela al ojo humano muchos detalles que por sí mismo no es capaz de apreciar. Diríamos, entonces, que las fotos son el trabajo de un ojo avezado: el ojo-lente que destaca las maravillas visibles y las descubre donde las creemos extintas.
Si antaño poseer una cámara fotográfica era privilegio de pocos, hoy día la tecnología digital ha democratizado su empleo. No obstante, tener una de ellas en las manos no nos convierte en expertos. Para ello son necesarios otros “dones”. Así lo atestiguaron los participantes de Naturaleza Digital, el encuentro de fotógrafos que cada año se celebra en el paraíso natural de Topes de Collantes, en la provincia cubana de Sancti Spíritus. Convocado por el Grupo de Turismo Gaviota S.A., el evento atrajo este año del 12 al 17 de septiembre la participación de 65 invitados, con una presencia estadounidense superior a la de encuentros anteriores.
Capturar toda la paleta de verdes de Topes de Collantes, cada una de sus aves endémicas, insectos, anfibios, reptiles; o las innumerables mariposas y orquídeas, es tarea utópica para cualquier artista de la imagen. Sin embargo, en los días de Naturaleza Digital los fotógrafos se esforzaron por “apresar” las mejores instantáneas. Las tradicionales caminatas a través de las plantaciones de café fueron un buen comienzo. Y es que el paseo permite observar y, por supuesto, fotografiar auténticos paisajes en los que flora y fauna reposan tranquilamente o interactúan con hombres y mujeres que han hecho de la región su hogar.
También las cavernas de La Batata, con sus piscinas naturales de aguas curativas, fueron “sets” fotográficos. El agua es protagonista del espectáculo de Topes de Collantes. La famosa cascada del Caburní, con sus 62 m, es siempre blanco de las cámaras.
Contar con un escenario tan espectacular como esta región del Escambray supone facilidad en el trabajo fotográfico; sin embargo, la realidad es diferente. Y es que no se trata de llegar, situar la cámara, pulsar el botón de disparo y listo. En sus ansias por captar la imagen perfecta, los fotógrafos esperan o buscan los momentos idóneos. En ocasiones, la disposición de la luz no es la deseada, por tanto, deben dar tiempo al tiempo para que el Sol incida de manera diferente sobre la Tierra. Otras veces el carpintero está en una rama demasiado alta, así que han de trepar árboles con cautela para no asustar al ave ni perder el equilibrio. Y en otras oportunidades tienen que esperar inmóviles a que la mariposa de una vez y por todas se detenga en la flor que lleva minutos rondando. ¿Quién dijo que era fácil?
Asimismo, tener delante un paisaje tan rico visualmente supone una suerte de “trampa”: hay tanto que fotografiar que a veces no se sabe por dónde comenzar. Las decisiones, entonces, han de tomarse y rápidamente. Son pocos días en este paraíso terrenal, y hay que aprovecharlos.
Probablemente ni Niépce ni Daguerre pensaron, mientras hacían sus experimentos en el siglo XIX, que la fotografía alcanzaría su estatus actual. Arte y técnica se han combinado para ofrecer al sentido de la vista obras increíbles. La fotografía captura espacios, momentos, gestos, colores, situaciones, imágenes que nunca volverán a repetirse en la línea del tiempo. Esa es su mayor virtud. Topes de Collantes permanecerá en el centro de la Isla brindando al visitante su belleza exótica, abrumadora, adictiva... Sin embargo, las instantáneas que cada año en Naturaleza Digital han logrado los fotógrafos de Cuba y el mundo son irrepetibles. Sirvan, pues, como memoria visual de una nación.