DESOTO DIPLOMAT 1958, UN CARRAZO A LA AMERICANA
Encontrar datos precisos sobre este modelo es difícil, pues Chrysler lo producía para lo que hoy llamaríamos mercados emergentes. En Estados Unidos los modelos de ese año fueron el Fireflite, el Firesweep, Firedome y el Adventure, todos equipados con motores V8 estándar. Dato curioso: se consideraba estándar la transmisión automática, que se cobraba extra, y la manual de tres cambios en la columna del timón había que ordenarla y era una rebaja al precio del vehículo. Cosas de Chrysler.
Nuestro Diplomat podía fabricarse en Canadá, Australia, Suráfrica o EE. UU., pero se trataba de un refrito que consistía, básicamente, en un Plymouth «vestido para salir». Chrysler comenzó esta práctica a finales de los '30 y los llamaba DeSoto. El nombre Diplomat se comienza a utilizar en 1946 cuando se exportan a Europa, Suramérica, Suráfrica y el estado de Hawai.
El Diplomat 1958, como todos los producidos entre 1957 y 1959, llevaba el frontal del DeSoto Firesweep y carrocería Plymouth. La mecánica era de Plymouth, por eso el motor estándar era un seis en línea, de 230 plgs3 y 132 CV, acoplado a la caja manual de tres cambios.
La pasión de René por los autos es tal que no concibe mejor pasatiempo que el cuidado y preservación de este vehículo. Lo adquirió hace 12 años y desde entonces es parte inseparable de su familia.
La historia
A finales de 1957, Justo Fernández —trabajador del central azucarero Amistad, del pueblo de Güines, a unos 50 km al sur de La Habana— daba un paseo dominguero con su familia por la capital. Hacía números para comprar un auto y se inclinaba por Mercedes.
Pero ese día tendría sorpresas. Mientras caminaban por el Vedado habanero, llegaron al área de exhibición en la Calle 23 de la Compañía Cubana de Autos y Camiones, que representaba a Chrysler en Cuba en aquel entonces. Allí, casi por pasar el tiempo, comenzaron a mirar los modelos expuestos y, de pronto, sus hijos quedaron prendados de uno de los modelos: era el DeSoto Diplomat para 1958. Eso lo decidió todo.
Adquirió el Diplomat y lo mantuvo andando por décadas, hasta que uno de los nietos, en esos arrebatos de la adolescencia, le fundió el motor. Justo fue drástico: tapió con ladrillos la puerta del garaje y allí dejó el auto, al cuidado del tiempo.
El renacer
Lo sacaron 14 años después, cuando René Álvarez se enteró de su existencia y logró adquirir el auto, cubierto de telarañas, pero intacto. Jamás olvidará cómo tuvieron que demoler el muro de ladrillos para poderlo sacar. Había logrado adquirir uno de esos autos «único dueño» tan valorados por mantener, casi siempre, una elevada originalidad, una carrocería «en línea» y otros detalles similares.
El Diplomat aún tenía la pintura original, vestidura y hasta el sistema eléctrico. No fue necesario reparar la carrocería, solo la pintura. René también renovó la vestidura, aunque mantuvo algunos elementos como el techo, que estaba en perfecto estado. Todos los instrumentos originales de la pizarra, las ventanillas, cerraduras y los vidrios son originales y funcionan correctamente.
Taxista de profesión, dedica su tiempo de ocio al cuidado y preservación del Diplomat. Para hacerlo de la mejor manera posible, está asociado al Club de Autos Clásicos y Antiguos «A lo Cubano», que celebra cada año el tradicional Rally de Autos de La Habana.