¿Pensamos en la salud cuando viajamos?
Cuando planeamos un viaje tenemos ante nosotros la ilusión de conocer nuevas tierras, paisajes, culturas y personas. Queremos investigar al máximo y, a veces, en poco tiempo, todo lo concerniente al lugar de destino antes de emprender el viaje. ¿Qué hacemos para ello?
En primer lugar, leemos todos los libros, guías y folletos que pasan por nuestras manos. Incluso buscamos alguna novela que se desarrolle en la ciudad, región o país que vamos a visitar. Tampoco prescindimos de las recomendaciones de amigos y conocidos que se han anticipado a nosotros y ya han viajado a nuestro destino. Nos interesan el idioma o dialecto, la época del año, el clima, los monumentos imprescindibles, las excursiones recomendadas, los platos típicos, la artesanía del lugar...
En segundo lugar, entramos en la fase compulsiva de preparación de la maleta. Todo nos parece poco. Quizá la maleta no sea lo suficientemente grande para albergar todos los posibles tesoros que llevamos y traemos. Con un poco de suerte, creemos que es absolutamente necesario renovar vestuario, comprar ropa de baño, surtir nuestra bolsa de aseo, reponer material fotográfico.
En tercer lugar, nos asalta la duda de los documentos. Comprobamos que el pasaporte no ha caducado y que no hemos perdido la tarjeta de crédito. Preparamos nuestro carné de conducir, carné de estudiante.
Por fin, cuando pensamos que tenemos todo bajo control, recordamos que no hemos consultado a nuestro médico sobre posibles consejos, medidas sanitarias, vacunaciones, botiquín básico de viaje.
Este último punto es extraordinariamente importante para que nuestro viaje, sea de turismo o trabajo, no se complique con algunas enfermedades que podemos prevenir con la administración de vacunas y medicamentos, y con la adopción de ciertas medidas higiénicas y pautas de conducta.
La vacunación es una de las medidas preventivas más eficaces. No existe una pauta única de vacunación según el lugar del destino, sino que variará según la edad, el sexo, la profesión, las enfermedades previas, la medicación crónica, las vacunaciones anteriores y el tipo de viaje.
Las vacunas para viajeros se clasifican en obligatorias y recomendables. Las vacunas obligatorias se restringen a la fiebre amarilla en áreas de Sudamérica, África y Asia, y la meningitis meningocócica para los peregrinos a la Meca. El resto de las vacunas se enmarcan dentro del concepto de vacunas recomendables.
No disponemos de una lista de vacunas según el país de destino, sino que cada persona precisará una recomendación de vacunación individualizada. Hemos de tener en cuenta tanto las características del viajero (edad, sexo, enfermedades crónicas y vacunaciones previas) como las peculiaridades del viaje (lugar de destino, itinerario, tiempo de estancia, tipo de alojamiento y actividades previstas). Por todo ello, la entrevista al viajero es esencial y supone el punto de partida para decidir las vacunaciones indicadas en cada caso particular.
Dentro de las vacunas recomendadas, tienen especial importancia las siguientes: hepatitis B, hepatitis A, fiebre tifoidea, poliomielitis, sarampión y tétanos. En algunos casos es necesario vacunar frente a rabia y a encefalitis centroeuropea o japonesa. Con frecuencia, la demanda de vacunación en el contexto de un viaje supone una gran oportunidad para poner al día el calendario de vacunación (por ejemplo, la vacuna antitetánica), a veces no completado por diferentes motivos.
Es importante saber que para lograr una adecuada inmunización es recomendable un plazo de al menos un mes. De este modo, conseguiremos una aceptable respuesta del sistema inmunitario y evitaremos interferencias con otros medicamentos aconsejados en ciertos viajes, como, por ejemplo, los fármacos antipalúdicos. Además, en algunas vacunas se precisa la administración de varias dosis, con una separación adecuada entre las mismas, para obtener la protección deseada.
Si bien la vacunación se considera el arma preventiva más eficaz frente a algunas enfermedades infecciosas, existen otras recomendaciones sanitarias importantes que debemos recordar al planear el viaje. Es fundamental mantener ciertos cuidados y precauciones como son evitar la ingesta de alimentos crudos y agua no embotellada, usar repelentes de insectos y protectores solares, y tomar medidas de prevención de enfermedades de transmisión sexual.
También es recomendable llevar un botiquín básico para curas y la medicación habitual en el equipaje de mano. En caso de padecer una enfermedad crónica, conviene llevar un informe médico en el que se especifique el tipo de enfermedad y el tratamiento prescrito. Es importante conocer si se dispone de un seguro médico durante el viaje y los posibles convenios de asistencia sanitaria entre los diferentes países o continentes.
En definitiva, hay que pensar en la salud cuando viajamos. Sólo con la aplicación de ciertas vacunas y el conocimiento de ciertas precauciones y medidas sanitarias básicas, podemos evitar algunas enfermedades prevenibles y lograr un viaje más seguro y saludable.
Guardar la salud en la maleta es sencillo y asequible para todos nosotros.