Sentado en un restaurante del paseo marítimo de Torremolinos, junto a la famosa playa de la Carihuela, degustando un buen espetón de sardinas asadas, y contemplando algunos restos de ruinas antiguas, mis pensamientos me llevan como una máquina del tiempo 20 siglos atrás, cuando los fenicios fundaron aquí una población llamada Saduce. No podían imaginar entonces, desde luego, que esta región se convertiría en el punto de arranque del turismo internacional en la península, y mucho menos que por un extraño curso del destino su precursor fuera un inglés.

La saga de cómo una pequeña pedanía de pescadores que, desde 1924, formaba parte de la ciudad de Málaga y se ha convertido en uno de los principales destinos turísticos de sol y playa de España, y el primero de Andalucía, es tan fascinante como curiosa.

En 1900 Sir George Langworthy adquirió la Torre de los Molinos, construida por los árabes y que dio su nombre a la región. La convirtió en una finca con espléndidos jardines y miradores sobre el mar. Años después, decidió transformarla en residencia para extranjeros, lo cual fue la primera piedra de lo que es hoy el paraíso turístico de la Costa del Sol. El difunto inglés ha sido el único “Hijo Adoptivo y Predilecto de Torremolinos”, honor que le concedió el Ayuntamiento en 1918 por su desinteresada labor en pro de sus conciudadanos.

En años sucesivos fueron abiertos otros alojamientos, restaurantes y paradores, hasta que en 1959 se inauguró el primer hotel de lujo, el Pez Espada, y el turismo comenzó a tomar fuerza imparable en la región. Cuando en Septiembre de 1988 la Junta de Andalucía reconoció la independencia de Torremolinos como municipio propio, separándolo de Málaga, las condiciones estaban creadas para un despegue.

Ya desde la década de los 50 del pasado siglo comenzaron a llegar a Torremolinos personajes famosos del mundo del arte, como Grace Kelly, Ava Gardner, Marlon Brando, Orson Welles y Frank Sinatra, y con el boca a boca de estos personajes del jet-set, la Costa del Sol comenzó a adquirir fama internacional. Durante los años siguientes continuó la apertura de hoteles, salas de fiestas y otros establecimientos turísticos que cambiarían radicalmente la fisionomía del pueblo y sus playas.

La afluencia de extranjeros y turistas desde las décadas del 60 y 70 había comenzado a crear un ambiente liberal, permisivo y cosmopolita que lo diferenciaba de otras zonas de la Costa del Sol. Hoy en día, Torremolinos es uno de los municipios más multiculturales de Andalucía, donde residen personas de hasta 130 nacionalidades distintas durante todo el año, a las que habría que sumar las que pasan en la ciudad sólo temporadas. 

La población extranjera empadronada en la localidad asciende al 26 % del total, de los que un 75 % procede de la Unión Europea, principalmente de Alemania, Francia, Países Bajos, Escandinavos y sobre todo del Reino Unido, cuyos visitantes son los más numerosos. De ahí que los locales suelen llamar “Guiris” por extensión a todos los turistas rubios y pálidos que vienen a broncearse en sus playas.

Sin embargo, de otras latitudes también llegan visitantes, como los provenientes del Norte de África, principalmente de Marruecos, así como los de Iberoamérica y una creciente comunidad procedente de China.

De esta forma, y en la misma tendencia de otros puntos de la costa mediterránea española, Torremolinos ha experimentado un crecimiento poblacional rápido desde la década de los 60 del pasado siglo. En 1991, tenía 27 543 habitantes, y en 2010 ya el INE contabilizaba 65 448, llevando al municipio al séptimo lugar de población en la provincia.

Otra característica de Torremolinos es que la escena LGBT tal vez sea la mayor de España, después de Barcelona y Madrid. Singularmente, y al contrario que en Maspalomas e Ibiza, el ambiente LGBT es más nativo que visitante, aunque estos turistas extranjeros también hacen notable su presencia. Los locales dirigidos a este público, de los cuales el precursor se remonta a finales de los años 50 (Toni’s Bar- el primer bar gay de España) se han incrementado, y en la actualidad cuenta con varios clubs y discotecas y gran número de bares de ambiente LGBT.

En los años 80, se produjo un cierto declive del reinado glamoroso de las estrellas, que vino a ser sustituido por una nueva oleada de la cultura pop, impulsada por el flujo constante de visitantes que volaban desde Londres, y surgieron conjuntos musicales como Tableton, Cámara y Danza Invisible, este último el de mayor popularidad. 

Por otro lado, los eventos internacionales y la comunidad empresarial también descubrieron Torremolinos como un lugar excelente para reuniones y congresos, donde se pueden unir perfectamente negocios y placer, porque la ciudad, además de sus atractivos turísticos, cuenta con el Palacio de Congresos más antiguo de España, que data de 1968.

No pueden dejar de mencionarse las playas, el principal atractivo de Torremolinos, ya que tiene unos 7 kilómetros de litoral, que se distribuyen entre las playas de El Bajondillo, Playamar, Los Álamos, Montemar y el Saltillo, así como la famosa La Carihuela, junto al paseo marítimo en el centro urbano, con dos kilómetros de arena fina. Además, esta playa se sitúa en el antiguo barrio de pescadores, donde abundan los “chiringuitos” (restaurantes cerca de la orilla de la playa) y cuya fama gastronómica los sitúa entre las mejores ofertas de mariscos y pescado de España.

Desde 1995, Pedro Fernández Montes es alcalde de  Torremolinos, luego de cuatro elecciones sucesivas. Afronta una nueva legislatura con renovado impulso, y no en vano su nombre está íntimamente ligado a la historia reciente de la ciudad. “El municipio ha experimentado un cambio radical en estos 12 años, ofreciendo muchas variantes complementarias del sol y playa. Ninguna localidad turística de España se ha acercado a lo que hemos hecho aquí.” 

En fin, con el turismo como actividad económica fundamental y las derivadas de este, más de 90 hoteles y hostales con un total superior a 20 000 plazas, es el segundo municipio español en camas e instalaciones y el principal destino turístico de Andalucía. La oferta hotelera se completa con un número significativo de restaurantes y comercios. 

Desde hace nueve años, con las sucesivas ediciones de Euroal, es el escenario del encuentro de culturas, empresas y negocios más importante en la costa del mediterráneo español. El evento fortalece a la ciudad y la encamina con paso firme en los inicios de este siglo XXI.