La primera villa de Cuba y su entorno son uno de los escenarios de biodiversidad más ricos del archipiélago cubano y del Caribe. Visitar Sitios como el parque nacional alejandro humboldt, maisí y la región del toa, es una oportunidad única para disfrutar de una variada geografía, notables flora y fauna, y conocer una singular historia que se remonta anterior a la llegada de los españoles a la isla

Según su posición geográfica, Baracoa es la primera o la última ciudad importante del archipiélago cubano. Rodeada de una hermosa bahía de concha, cantada y dibujada por poetas y artistas, su núcleo poblacional se desarrolla al suroeste de dicho enclave, entre ella y Bahía de Miel.

Bautizada Porto Santo por el Gran Almirante Cristóbal Colón, el 27 de noviembre de 1492, quién ubicó sobre el diente de perro costero «La Santa Cruz de la Parra», con la que Fray Bartolomé de las Casas años después oficiara la primera misa de que se tiene noticia, Baracoa posee la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, siendo la única conservada de las veintinueve que depositó el intrépido navegante en sus viajes por América.

En toda la costa norte baracoense hasta punta Guaricó, muy cerca del límite territorial con la provincia de Holguín, se pueden disfrutar a lo largo de cincuenta kilómetros de catorce entrantes costeros y nueve ríos principales. El paisaje de sus costas es diferente al del resto de Cuba, pues inmensos cocales (Cocos nucífera) salen al paso del viajero.

El litoral está franqueado al sur por el grupo orográfico Montañas de Sagua-Baracoa, separado de Mayarí por el río Sagua de Tánamo. El sistema montañoso alcanza una extensión superficial de 5 900 km2, donde las montañas Moa-Toa-Baracoa tienen 2 365 km2. La máxima elevación es pico del Toldo, con 1 175 metros sobre el nivel medio del mar en cuchillas de Moa.

Hábitat de numerosas especies endémicas, Baracoa constituye un santuario de la flora y la fauna cubana. En ella encontramos la Coccothrinax yunquesis, palma que llega a alcanzar los 8m de altura, la ranita Eleutherodactylus orientalis, restringida a esta región, bastante común entre los 100 hasta los 559 metros de altura, que vive en la hojarasca de los bosques más conservados, y es la especie de más bellos colores y la mayor de las ranas diminutas cubanas. Otras especies como la salamanquita Sphaerodactylus bromeliarum, alcanza los 24 mm y habita exclusivamente en las bromelias en dos sitios próximos a Baracoa.

Entre las culebras del género Arrhyton (familia Colubridae), existe una que solo se ha encontrado en los alrededores de este macizo y en Monte Líbano: Arrhyton supernum, que es la más llamativa de su tipo por el contraste de su vientre pardo claro con el color negro del dorso y dos líneas blanquecinas en su cabeza.

Parque Humboldt Patrimonio Mundial

El Parque Nacional Alejandro de Humboldt, nombrado así en honor al sabio alemán, constituye por su alta biodiversidad constituye un área protegida estricta, que posee la mayor riqueza y endemismo del país, y es a su vez el sistema alpino mejor conservado del territorio nacional.

Situado entre las provincias de Holguín y Guantánamo, fue declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad, en el año 2001. Tiene una superficie de 70 680 ha, de ellas 2 250 ha pertenecen al ecosistema marino y las restantes son terrestres, con gran atractivo paisajístico. Además es la zona núcleo de la Reserva de la Biosfera Cuchillas del Toa.

Ubicado aproximadamente en la porción noreste del macizo montañoso Sagua-Baracoa, presenta un clima azonal, donde se desarrollan las cuencas de los ríos más limpios y caudalosos de Cuba: el Jaguaní-Toa, el Moa, Sagua, Jiguaní, Nibujón, Santa María y Taco. De acuerdo con los especialistas, esta región no fue muy afectada por los cambios climáticos ocurridos durante las glaciaciones del cuaternario y por ello constituyó un refugio para la biota antillana. Sumando la antigüedad y estabilidad relativa de esta región, la complejidad del relieve, las litologías predominantes y las grandes variaciones en las precipitaciones, todo ha determinado la gran diversidad de hábitats y microhábitats, donde se han ido originando y acumulando a lo largo de millones de años las más diversas especies animales y vegetales, así como exclusivos paisajes.

El Parque constituye en sí mismo una provincia biogeográfica. Su flora cuenta con 595 especies endémicas, lo que constituye el mayor promedio del Caribe y altamente significativo en el mundo. De ese total, 343 son exclusivos de la región. Entre ellas hay especies únicas, como el drago cubano, (Dracaena cubensis), perteneciente al grupo de plantas primitivas.

Los sitios de endemismo más representativos son pico El Toldo, Alto de Iberia y Cupeyal del Norte. En sus paisajes se desarrollan 22 de las 28 formaciones vegetales del país y se encuentran las cuatro pluvisilvas cubanas, dos bosques siempreverde, los bosques de galería, el uveral, el manglar, el bosque semideciduo, los pinares de Pinus cubensis, exclusivos de Cuba, dos charrascales y tres tipos de matorrales, los complejos de vegetación, tres tipos de herbazales, áreas de vegetación cultural y regiones con vegetación secundaria.

El Toa Un Río virgen

El río Toa es el más caudaloso de Cuba con un escurrimiento medio anual de 1 165 106m3. Descender desde el nacimiento hasta su desembocadura, es aventura de quince días, a través de los valles y montañas menos explorados del país, pues su cuenca alcanza 1061 km2. Antiguas áreas económicas, cafetaleras y cacaoteras, hoy muchas de ellas deshabitadas, circundan este majestuoso caudal de agua.

La desembocadura del Toa es ancha en unos doscientos metros y presenta dos barras arenosas o tibaracones, apoyadas en sus márgenes, que avanzan rectilíneamente uno hacia el otro hasta sólo dejar entre sí un paso de cincuenta metros de ancho por donde fluye la corriente rojiza producto de sus arrastres, que penetran varios kilómetros en el mar.

Los tibaracones son un accidente geográfico peculiar de la zona, donde el río y el mar están separados por una larga barrera rectilínea de arena, cantos rodados, materia orgánica en descomposición y tierra, que es erosionada con las crecidas de las corrientes de agua dulce y vuelve a cerrarse al concluir el período lluvioso.

Se pueden ver en la desembocadura del Toa, del río Duaba o del Miel, en este último con una longitud de un kilómetro de largo, por cincuenta a cien metros de ancho y unos cinco metros de altitud, que no llega a bloquear totalmente la boca del río. Sobre él se desarrolla el pequeño caserío «Boca de Miel», rodeado de coposas matas de mango, cocoteros y uvas caletas.

Texto_Luis Hernández Pérez y Jorge Freddy Ramírez Pérez Fotos_Julio A.Larramendi, Orlando Sotolongo, Luis Hernández, Jorge F. Ramírez, Joel Fernández, Dany Hernández, Ferval, Publicitur, Gaviota

Maisí Donde el Sol nace

El sol de Cuba nace por la región de Maisí, mientras los destellos de luz del faro más oriental del Caimán Antillano, se extinguen al romperse la bruma del amanecer. Con los primeros rayos se avivan lentamente las productivas plantaciones de café, y las polimitas salen en busca de líquenes y hongos que cubren las hojas y tallos de las más diversas variedades de árboles de la región. Comienza así la primera jornada productiva para este molusco terrestre, endémico cubano, que posee la concha más coloreada del mundo, convirtiéndose en patrón de belleza sin igual.

Maisí es el territorio más occidental de Cuba y une a su pintoresca flora y fauna y al calor de sus habitantes una rica historia, pues en este terruño despuntó el primer rayo lumínico de libertad, cuando un hijo de Guaba, cacique de La Española (hoy Santo Domingo), Hatuey o Yahatuey, organizó la resistencia contra el colonialismo español en tierras cubanas.

El café es parte del hacer del guantanamero, cultura ancestral de más de dos siglos, donde el conocimiento generacional es el mejor resultado económico. Sólo en la región de Maisí y Baracoa tres cuartas partes de los campesinos se dedican a este cultivo. Su técnica ha resistido el paso del tiempo y hoy se retoma en pos de alcanzar mejores resultados.

Particular belleza tienen en Maisí las siete líneas de costas, que dan paso a 19 niveles de terrazas marinas hasta los 400 metros de altura sobre el nivel medio del mar, unos escalones para gigantes formados sobre calizas miocénicas, sobrelevantamientos del período pleistocénico que circunvalan el extremo este de las montañas de Sagua Baracoa alrededor de unos 460 km2.

Maisí es la tierra del Taíno, cultura agroalfarera que estableció sus asentamientos sobre dichas terrazas, siempre cercanos al mar y buscando fuentes de agua dulce para su uso. Sus vestigios pueden apreciarse en sitios como San Lucas, Laguna de Limones, Pueblo Viejo y María

Teresa I y II, o en la terraza La Patana, al sur oeste de punta de Maisí, donde existe un conjunto de espeluncas en las cuales han aparecido restos de esta civilización. La más famosa ellas es cueva de La Patana, también conocida como Cueva del Agua, del Cemí, de los Bichos o El Jagüey.