Más que una marcha, los más intrépidos y competitivos decidieron realizar una carrera, un trazado que marcó solo la ida y que cubrió 60 km con meta arriba, en la cima de la comunidad campestre. Quienes solo querían marchar, que fue la mayoría, salieron una hora antes, mientras que los que prefirieron competir esperaron la largada oficial. Algunos amigos y yo, aunque no somos de los más rápidos quisimos intentarlo y probar nuestro nivel.

Se arrancó a un ritmo infernal, a una velocidad sostenida por encima de 40 km/h y que en ocasiones superó los 60 km/h. El pelotón rodó tendido y fue dejando ciclistas en el camino que no pudieron aguantar tanto esfuerzo. Entre ellos mi compañero de entrenamientos Pedro (Pipo Candela) Parra y yo, que gracias a Leonel, quien decidió hacer la marcha en su MZ, pudimos hacer tras moto y mantener una buena velocidad. De esa manera fuimos sumando quedados y llegamos a ser un pelotón de más de veinte ciclistas. Sin embargo, nunca pudimos darle caza a la vanguardia (apenas diez pedalistas)quienes afrontaron la subida final cuando los marchistas, encabezados por Ulises Febles, ya habían llegado. Un impulso final de Yoel Borrego dejó a todos detrás y se hizo con la victoria.

En muy poco tiempo ya estábamos todos allí y entre nosotros Isidro, con esa mezcla agridulce de dejar algo que has aprendido a amar con el regreso al lugar que siempre has querido. Esos son los momentos en que se aparean lágrimas y risas, sentimientos encontrados. Todos tuvimos frases de aliento, agradecimiento y cariño para con Isidro, pero sin dudas Gustavo “Wajay” Vázquez fue quien mejor supo expresar todo lo que sentía la Peña La Guayaba por quien sin dudas es y será el corazón de ella.

El regreso fue compacto, en una buena y organizada marcha que promedió una velocidad de 35 km/h, un paso que todos pudimos mantener hasta la meta, pactada en el kilómetro cero de la Autopista La Habana-Pinar del Río. Frente al Pelotón viajó Isidro en su coche, emocionado y ondeando las banderas del País Vasco y Cuba, sus dos patrias, porque él se va siendo tan cubano como cualquiera de nosotros. Fue un bonito espectáculo que llamó la atención de muchos que viajaban por la Autopista y paraban sus autos para tomar fotos y animar al pelotón.