Mercedes fue al principio, es ahora y será hasta el final de curso el equipo a batir. Su superioridad con respecto al resto de las escuderías es extrema. Así lo demuestran los resultados con seis victorias y cuatro dobletes, registros que han dejado sin opciones al resto de los equipos. No quiero quitarle mérito a su pareja de pilotos, Lewis y Rosberg, porque talento les sobra, pero en la F1 actual poco pueden hacer los pilotos y los estrategas de carrera cuando sus opciones son mínimas y muy parecidas al resto de sus contrincantes: misma marca de neumáticos, idénticos compuestos obligatorios y paradas solo para cambiar cubiertas, nada de repostar combustible.

Eso sí, entre pilotos de la misma escudería queda manifiesta la jerarquía de unos sobre otros. Porque es evidente la superioridad de Lewis sobre Rosberg, de Vettel sobre Raikkonen y de Ricciardo sobre Daniil Kvyat, por citar tres ejemplos. 

Aunque el resto persigue a Mercedes, son los de Maranello los únicos que han podido plantarles cara, e incluso ganarles la segunda carrera de temporada con Vettel al volante. Pero a medida que avanza el campeonato los del Cavallino son cada vez más segundos sin mucho chance de alcanzar a los punteros ni de que Williams, tercera fuerza de la temporada, les llegue. Lo sucedido en Canadá, para que Ferrari se quedara sin podio, fue condicionado por la sanción de Vettel que lo obligó a arrancar desde el lugar dieciocho y el error de Raikkonen con neumáticos fríos, una pifia que puso en bandeja de bronce el tercer cajón del estrado al Williams pilotado por el finlandés Valtteri Bottas.

Y qué decir de McLaren, poco ruido, pocas nueces y un futuro incierto que se pierde en el horizonte. Los motores Honda no dan la talla y el conjunto de Woking ha dejado sin esperanza a los alonsistas que se frustran en cada presentación de su piloto. Fernando apostó al caballo equivocado y ahora peca de optimista porque no le queda otra que cumplir con un contrato que solo le reportará dinero a su bolsillo y un raquítico resultado deportivo. Pilotos como él no están para comenzar proyectos nuevos sin garantías. Al final, sufre el piloto, los aficionados y el espectáculo, porque cómo hubiese sido la cosa si fuera Fernando quien conduce el Williams de Massa, de seguro una bonita batalla con el Ferrari de Vettel, algo para disfrutar el fin de semana.

El resto de los equipos: Red Bull, Lotus, Sauber, Force India y Toro Rosso son comparsa que se reparten las migajas que dejan las escuderías cabeceras: Mercedes, Ferrari y Williams. Triste papel el de McLaren y Manor, nóminas que completan la lista de participantes en 2015. Digo triste porque es penoso que una formación con la tradición de McLaren tenga como máxima aspiración este curso convertirse en comparsa.

La F1 ahora mismo carece de emociones y alguna medida se tendrá que tomar, más temprano que tarde, si es que aspiran a mantener el título de categoría reina del automovilismo.