Cayo Levantado. República Dominicana
El Edén en el puño de una mano
«¡Qué belleza! A veces creo que realmente Dios descansó aquí después de haber creado el resto de la tierra y el universo, y ya bien descansado, modeló esta isla de ensueño».
Así comentaba en Internet una turista deseosa de compartir sus experiencias en Cayo Levantado, esa bellísima porción de pasaíso, que emerge junto al litoral nordeste de Republica Dominicana, en la famosa bahía de Samaná. Es casi imposible imaginarse cómo en tan solo un kilómetro cuadrado puede existir un lugar tan perfecto. El secreto lo develamos aquí: La Madre Natura puso primero un paisaje impresionante, al mezclar la vegetación del bosque tropical, lleno de pájaros, cotorras, jutías… con playas de arenas blancas como polvo, despeinadas palmeras y aguas turquesas. Y después vino el ingenio del hombre para hacer de este sitio un edén turístico, que ofrece la impresión de que, efectivamente, todo lo necesario para la felicidad completa cabe en el puño de una mano. Diversión, relax, confort… Villas pequeñas, íntimas, para aislarse del mundo, y todo el confort y lujo imaginable en las cinco estrellas del exclusivo hotel Gran Bahía Príncipe, hacen que el visitante pierda la noción del tiempo y el espacio, cuando se suma en el más profundo silencio a la orilla del mar, se adentra en el bosque o baila hasta el éxtasis al compás de una bachata o un merengue. El hotel le invita a deleitarse en las dos piscinas con jacuzzis y en una tercera para hidromasaje con bar incluido. Ello puede alternarse con deporte en las pistas de tenis y de paddle; con entrenamientos y relax en el gimnasio y el SPA, o con la degustación de un buen habano y un trago de ron en el Cigar Bar. Tiene también un gran salón social y de juegos dotado con el mejor equipamiento; tiendas de regalos para cada ocasión; un circuito de jogging; sala de reuniones y hasta un helipuerto. A la isla puede se puede llegar por carretera. Diversas agencias y turoperadores ofrecen la transportación en cómodos autobuses con aire acondicionado, desde otros hoteles del país, como excursión. Y también se puede acceder por mar, utilizando las facilidades de atraque de su marina. Las playas de Cayo Levantado, entre ellas la Bacardí, son un verdadero lujo en este retiro espiritual, que cada año acoge a miles de turistas de todo el mundo. Snorkeling, surfing y otros deportes acuáticos, son parte de sus opciones o simplemente nadar en sus apacibles y cristalinas aguas; y tomar el sol sobre la arena suave y limpia. En los últimos tiempos llegan aquí personas de todo el mundo para casarse y pasar su Luna de Miel. Organizar bodas inolvidables y dar una atención de lujo a las parejas de recién casados es una de las exclusividades mejor garantizadas por los anfitriones del cayo. Las noches, después de un atardecer de mil colores, suelen ser maravillosas. Los dominicanos saben cómo divertirse y compartir su alegría con el resto del mundo. Bailar a la orilla del mar, a la luz de la luna, hasta el amanecer, es de esos momentos que nunca se olvidan. El santuario de las ballenas jorobadas El clima maravilloso es otro componente de este paraíso terrenal, que asegura condiciones veraniegas de sol y playa prácticamente los 365 días del año. Sin embargo, entre los meses de enero a abril los turoperadores incluyen un atractivo adicional. Por esa época del año la Bahía de Samaná y su Cayo Levantado se convierten en un verdadero balcón para el deleite de un fenómeno único: el apareo de las impresionantes ballenas jorobadas. Se trata de un sorprendente espectáculo donde los mamíferos machos, de unas 40 toneladas y más de 15 metros de largo, saltan verticalmente sobre el agua y caen unos metros adelante. Como se trata de un ritual de amor, los machos atraen a las hembras también con su canto, que puede ser escuchado bajo el agua en un radio de 30 kilómetros. Por eso, si hay algo que usted nunca debe olvidar cuando haga sus maletas hasta Cayo Levantado, es una buena cámara fotográfica o de video. Tanta belleza debe quedar bien registrada, o nadie le va a creer que regresó usted del mismísimo paraíso.