España e Iberoamérica. Una relación que pervive y goza de buena salud
El pasado 12 de octubre con motivo de las festividades por el Día de la Hispanidad, Don Manuel Cacho Quesada, embajador de España en Cuba, recibió en una recepción en su residencia a representantes de instituciones y organismos estatales, del empresariado nacional y extranjero y del cuerpo diplomático acreditado en La Habana. Excelencias se complace en compartir con sus lectores algunas valoraciones afines con esta fecha, realizadas por el diplomático especialmente para esta publicación.
«Apunto de culminar la primera década del siglo XXI es un dato de hecho que la relación entre España e Iberoamérica, iniciada en el crepúsculo del siglo XV, pervive y goza, en términos generales, de buena salud. «En el camino ha habido de todo, colonización y dependencia, desencuentros y traumas bélicos; pero sangre, lengua y cultura han quedado inexorablemente mezcladas y unidas. Y eso, que no ha sido ni mucho menos frecuente en la historia moderna de las colonizaciones, nos ha dotado de unos rasgos de identidad comunes, que adquieren especial relevancia en el mundo global de hoy. «Con esos elementos comunes no es de extrañar que cuando, tras el cambio político, la economía española rompe sus corsés y nuestras principales empresas comienzan a internacionalizarse, su horizonte inicial no sea sólo la Europa vecina y socia, sino también la Iberoamérica próxima. «El mismo camino siguió, en muy distintas circunstancias económicas, la emigración española de la primera mitad del siglo XX, última oleada migratoria hacia Iberoamérica tras los flujos de la época colonial y postcolonial. «Si nos circunscribimos a Cuba, última de nuestras colonias en Iberoamérica, con Puerto Rico, se da la paradójica circunstancia de que el más masivo de los desplazamientos de españoles hacia la Isla se inicia hacia 1900, tan sólo dos años después del final de una cruenta guerra de independencia. «En poco más de tres décadas la Perla de las Antillas acoge a algo más de un millón de españoles, procedentes de casi la totalidad de las regiones, movidos por el deseo común de mejorar económicamente y amparados en los fuertes lazos existentes. «Lejos de constituirse en «gheto», los recién llegados se desparraman por la geografía isleña, se mezclan y se insertan en el tejido social cubano-español preexistente. «Esta presencia española, diluida e integrada en lo cubano y en sus distintos escenarios políticos, es la que pervive y contribuye al rico crisol hispano-afro-caribeño que da su atractiva identidad a Cuba. «Dando por sentado ese especial vínculo hispano-cubano que va más allá de los avatares políticos a uno y otro lado del Atlántico, se entiende mejor la fuerte presencia de empresas españolas en la Isla y el volumen del intercambio comercial entre nuestros dos países, a pesar de contar con sistemas políticos y modelos económicos muy distintos. «Desde hace más de una década, por ejemplo, la española es la representación más numerosa en la Feria Internacional de la Habana que anualmente se celebra en la capital cubana. Es, asimismo, su continuada y abultada presencia la que permite a los empresarios españoles constituir una asociación legalmente reconocida y unida en su género en Cuba. «En el presente, y a pesar de las dificultades que la crisis económica y financiera global obliga a afrontar tanto a Cuba como a las empresas españolas presentes en su economía, parece clara la voluntad de una y otra parte de seguir manteniendo una relación que hasta ahora se ha mostrado mutuamente beneficiosa». La recepción por el Día de la Hispanidad estuvo patrocinada entre otros por algunas de las empresas españolas con más presencia en Cuba y contó con una nutrida representación de diplomáticos latinoamericanos acreditados en La Habana, de la Unión Europea, organismos cubanos de los más diversos sectores y amigos de España y su gobierno.