EL ARTE FURTIVO DEL ARTISTA GRÁFICO DOMINICANO THIMO PIMENTEL: UNA MANERA ORIGINAL DE VIVIR, UN CONCEPTO, UNA FILOSOFÍA, UN MOVIMIENTO

Desde septiembre del año 2012, el artista gráfico dominicano Thimo Pimentel pensó en estudiar la reacción de las personas ante una pieza extraña dejada al azar en lugar. Inspirado al principio en los cilindros de Gudea y luego en los mayas, se le ocurrió recrear otros que bebieran de la mitología de los habitantes agroalfareros de su país, los igneris, y colocarlos en diferentes lugares emblemáticos de la ciudad primada de las Américas. De ese modo decidió celebrar los 500 años del inicio de los trabajos de la primera Catedral del Nuevo Mundo.
Con una dedicación casi diaria, Pimentel dio seguimiento a estas obras de arte originales, todas diferentes y firmadas por él. Así observó cómo la mayoría de los transeúntes las ignoraban. Pero un día faltaron dos de los cilindros. Entonces se le ocurrió ofrecer «pistas» en una de las redes sociales para que todos tuvieran oportunidad de buscarlas y encontrarlas, con lo cual podían convertirse en sus dueños. De ese modo surgió el arte furtivo, del que han nacido más de 500 piezas de 50 modelos diferentes.
Esta original acción de arte y cultura se ha mantenido desde el último trimestre del 2012 hasta la fecha, lo que ha permitido a muchos hallar obras de este destacado artista dominicano con una trayectoria de más de cinco décadas, miembro distinguido del grupo Proyecta, junto a Ada Balcácer, Domingo Liz, Papo Peña Defilló, Leopoldo Pérez, Gaspar Mario Cruz, Ramón Oviedo y Félix Gontier.
Se trata de una acción nunca antes vista, que sin dudas fomenta la cultura con ejercicios de observación visual, manejo de los sentidos, consultas de historia, geografía, ambientalismo..., al tiempo que motiva una interacción familiar y de amistad.
En principio eran solo cilindros, luego llegaron los chiquindolos, los perros mudos arawaco/taínos, cemíes, bullirís, corazones, los cubossiers, los guaripakis, los cocolondrios, los guanines y una variedad de piezas a veces parecidas, pero cada una diferente y firmada por el autor.
«Siempre se aprenden cosas nuevas sobre cultura dominicana, historia, geografía, anécdotas, refranes, modismos del dominicano... Lo más interesante es que en el proceso encuentras nuevos amigos y disfrutas con toda la familia de un entretenimiento sano, además de que se promueve el coleccionismo», afirma entusiasmado uno de los participantes.
Las reglas de la acción que para algunos no tiene nada de juego consisten en dar con las «pistas» que aparecen en Facebook. Solo tienen que buscar «Thimo Pimentel». Los «novis» (aquellos que se inician) pueden recibir la información por correo electrónico, después de escribir al email thimop@elit-tile.net.
Lo que resta es salir solo o en compañía de amigos y familiares a perseguir las piezas. Quien la halle debe hacerse una foto con ella en el lugar y subirla de inmediato a Facebook, para que se conozca que ya apareció. Esto es muy importante.
Piezas del arte furtivo han sido colocadas en el Central Park de Nueva York, en La Habana; en la Pirámide del Sol, en México; en Aspen, Colorado; en la Gran Muralla China..., y en territorio dominicano en Higuey, Arroyo Frío, Santiago, La Romana, Juan Dolio, Bani, Miches, Punta Cana y en la «Caópolis» de Santo Domingo.
Cuatro años cumplió esta iniciativa que ha convocado a casi cinco mil seguidores en la red, los «adicthimos», en lo que podría denominarse un «performance colectivo» interactivo y dinámico. El «problema» es que si te involucras con el arte furtivo puedes levantarte a medianoche sorprendido por una pista o porque has descubierto una localización. Cuando pierdes el sueño por completo, te has transformado en un nuevo «furufo».
Una de las iniciativas más recientes de Pimentel fue Mimural, que convida a que los participantes armen su mural particular. Por lo general las piezas están firmadas con el sello del artista, pero puede suceder que alguien encuentre una sin firma. En ese caso el afortunado recibirá dos obras más que engrosarán su colección.