Alejandro Lescay
Las olvidadas hijas de Eva.
El silencio.

EL CENTRO DE ESTUDIOS CUBANOS ACOGERÁ LA EXPOSICIÓN DEL PROYECTO SOMOS, QUE PROTAGONIZA ALEJANDRO LESCAY JUNTO A SU PADRE, EL AFAMADO ARTISTA ALBERTO LESCAY

En Vuelo directo viajarán Alberto y Alejandro Lescay, a través del arte hasta el Centro de Estudios Cubanos de Nueva York. Padre e hijo se vuelven a unir como parte del admirable proyecto Somos para protagonizar esta exposición que atrapará a los espectadores por medio de pinturas, esculturas...
Y por supuesto que para Alejandro que se ha labrado su propia historia evitando cobijarse en la poderosa sombra del autor de sus días, es un honor poder exhibir a su lado este Vuelo directo. «Muchos infieren que por mi papá me llegó este interés, pero no es así. En realidad, por razones de la vida, nunca conviví con él, siempre estuve con mi mamá, María Cristina Hierrezuelo, y con mi abuela, y fue esta última quien despertó en mí esa pasión», enfatiza este talentoso muchacho.
«Mi abuela era una ama de casa que le gustaba dibujar, hacer tallitas en madera, esculturas..., y yo siempre me quedaba fascinado observándola. Con los años fue que tomé más consciencia de la obra de mi papá como escultor, pero sin dudas, al menos en el principio, lo más importante fue vivir en un seno familiar en el que, aunque ninguna de las dos era propiamente artista, se podía respirar el arte por doquier dentro de la casa.
«Así que, como le sucede a no pocos niños, rompí a dibujar, pero lo mío era el triple o el cuádruple de lo que pudiera hacer alguien con esa edad. De hecho, mi mamá guarda una caja llena de dibujos que datan de aquel entonces. Por eso me impulsó para que no decayera la motivación.
«Antes no lo entendía, pero ahora le agradezco sinceramente a mi padre que nunca tratara de persuadirme, ni de inducirme a que tomara este u otro camino, tampoco se puso a mover sus posibles influencias para ayudarme. Tanto lo agradezco que cuando tenga un hijo actuaré del mismo modo, porque es como más aprendes y puedes medirte a ti mismo, descubrir si eres capaz de hacer las cosas y si ciertamente la decisión fue la más acertada. Él me ayudaba siempre con un buen consejo, pero fue algo natural que empecé a desarrollar».

Entonces, conseguiste entrar en la academia...
Efectivamente, entré en la Escuela Profesional de Artes Plásticas José Joaquín Tejada, de Santiago de Cuba, donde permanecí por cuatro años cursando la especialidad de pintura. Resultó, sin dudas, una experiencia muy buena, pues aprendí la rigurosidad del trabajo diario, lo importante de dedicarte en cuerpo y alma a lo que consideras que se convertirá en el centro de tu existencia.
En la academia tuve magníficos profesores, tanto de la especialidad como de Historia del Arte, como Orestes Campos, Reinaldo Pagán, Yamilé Ramos..., quienes ayudaron a formarme. La escuela jugó un papel preponderante en mi preparación.

En el proyecto Somos uno puede descubrir no solo al pintor de pegada, sino también al fotógrafo, al grabador...
Me considero esencialmente pintor. Nunca me creería un fotógrafo o un grabador, porque respeto mucho esas manifestaciones, que son muy difíciles. Cada una tiene sus especificidades, su magia, pero no niego que me gusta también probarme, buscar otros efectos, explotar nuevas posibilidades. Todo ello me lo posibilitó el Taller Cultural Díaz Oduardo, una prestigiosa institución que desde su fundación se ha dedicado por entero a la atención y desarrollo de las artes plásticas en mi ciudad.
En ese taller, de los más reconocidos de Cuba en el campo del grabado (en él se realizan piezas con la aplicación de las técnica de la litografía, xilografía, calcografía, serigrafía...), hice algunos de los trabajos que se pueden apreciar en Somos.
La fotografía, por su parte, siempre me ha llamado la atención, al igual que la escultura (he hecho algunas en bronce en pequeño formato), pero reconozco que me desempeño mejor en la pintura.

También en Somos se aprecia que te identificas con la figuración y la abstracción.
Cierto, pero nunca me he definido como un pintor abstracto o figurativo, porque la verdad es que mi alma está dividida en esos dos caminos. Creo que jamás he logrado concebir un buen cuadro que sea abstracto solamente; tampoco uno que sea figurativo total. Y lo confieso: ya me cansé de intentarlo; uno debe asumir lo que realmente siente, que en mi caso es fusionar ambos estilos, a pesar de que son dos lenguajes completamente distintos. Me costó «unificarlos», hacer parecer que no puede existir el uno sin el otro, pero tengo la sensación de que poco a poco lo voy logrando. Ese es un camino que seguiré desarrollando.