José Manuel Fors

EL RECONOCIDO CREADOR CUBANO JOSÉ MANUEL FORS ASUME EL PREMIO NACIONAL DE ARTES PLÁSTICAS 2016, QUE LE ACABAN DE OTORGAR, COMO UN RECONOCIMIENTO A SU GENERACIÓN

«Creo que más que un reconocimiento personal ha sido un premio a mi generación: me gustaría mucho que algún día alguno de ellos también resultara distinguido», aseguró en conversación exclusiva con Arte por Excelencias José Manuel Fors, artista al que le fue otorgado el Premio Nacional de Artes Plásticas correspondiente a 2016.
Fors (La Habana, 10 de enero de 1956) se graduó en 1976 en la especialidad de Pintura de la prestigiosa Academia de Artes de San Alejandro, en la capital cubana, y aunque «desde pequeño tenía facilidades para dibujar», por tradición familiar debía inclinarse hacia el mundo de las ciencias.
Entre 1983 y 1986 cursó estudios en el Instituto de Museología. Trabajó durante diez años como museógrafo en el Museo Nacional de Bellas Artes, la meca del arte cubano, labor que, según afirmó, le aportó muchísimo a la hora de enfrentar la obra.
«A veces sentía que perdía mi tiempo, me era difícil crear después de una jornada de trabajo, pero no era así.
«Fue muy provechoso trabajar como museógrafo porque me permitió aprender a controlar el espacio. Por ejemplo, en el 2006 fui invitado a realizar una exhibición personal en Bellas Artes y durante el montaje la idea inicial varió cada día hasta que, finalmente, la exposición se convirtió en una sola obra continua a lo largo de las paredes y el piso».

Acumulaciones, de 1983, exhibida en la Casa de la Cultura de Plaza, fue su primera exposición personal. ¿Qué lo motivó?
Acumular es una constante, una obsesión que tiene que ver con el paso del tiempo y, sobre todo, con la memoria. Para mí la memoria se acumula y veo capas sobre capas.

¿Quedó satisfecho con esa primera exposición?
Nunca quedo totalmente satisfecho. Siempre que termino un trabajo me asalta la duda y creo que puede ser mejorado. Es la eterna insatisfacción de los artistas. ¡Menos mal!

Comenzó con la abstracción matérica. ¿A qué se debió esto?
Desde la escuela vas teniendo influencias y siento una gran admiración por los artistas españoles Antoni Tápies y Manolo Millares. Ellos trabajaban la tela cruda o arpillera, cuerdas, objetos. Esa rudeza me fascinó.

Ese período fue bastante breve. ¿Con qué materiales trabajó?
Tan breve que existen pocas obras. El Museo Nacional posee una de ellas realizadas sobre tela rústica, de sacos de harina, a la que le adicioné pintura de aceite —negra y verde— e incorporé objetos. No era estrictamente un pintor abstracto y de esos trabajos (absolutamente matéricos) pasé a las instalaciones concebidas con todo lo que tuviera a mano me sirviera para solucionar lo que quería expresar, es decir, hubo un salto muy rápido de esa pintura matérica hacia las instalaciones.

Indiscutiblemente Volumen I marcó un momento importante en el arte cubano. ¿Qué propició que varios artistas se nuclearan alrededor de ese grupo?
Simplemente éramos muy buenos amigos; íbamos juntos al cine, a la playa, al campismo, intercambiábamos libros y todo eso lo hacíamos de una manera sencilla. La exposición que marca el inicio de Volumen I se conforma a partir de esa base: la amistad.

¿Por qué se armó tanto revuelo con Volumen I?
La verdad es que nunca he entendido el porqué de tanto revuelo. Viendo las escasas imágenes que existen, uno puede decir que Volumen I quizá estaba apostando por un lenguaje algo diferente al habitual.

¿Por qué esa insistencia en los temas de la memoria?
La razón puede ser por un problema de referentes: cuando en tu casa ves que nadie tira un documento relativamente valioso a la basura y todo se conserva: cajas de fotografías de cuando mi abuelo era joven, mi padre y mis tíos de niños, mías y de mis hijos; documentos de todo tipo, cartas de familia —en catalán— que datan de 1894, manuscritos y dibujos de plantas de mi abuelo paterno, importante botánico… Me siento a gusto en casa rodeado de todo eso, y si esa acumulación de información la tienes a tu alcance, comienzas a trabajar con ese material. Ahí es donde aparecen en las obras los documentos y objetos.

Su trabajo se asienta en la instalación y en la manipulación fotográfica. ¿Se considera fotógrafo o la fotografía no es más que un medio?
Me siento artista simplemente. Muy a menudo puedo utilizar la fotografía como medio, pero es solo eso: la herramienta. No salgo a tomar fotografías a la calle, es decir, no tengo una mirada de fotógrafo. La cámara me sirve para sustituir la pintura o el dibujo, luego la utilizo en la obra, a veces bidimensionales y otras como grandes instalaciones en la pared.

Algunas obras suyas tienen como títulos poemas de Eliseo Diego o Dulce María Loynaz, por solo citar dos grandes de las letras cubanas. ¿Para qué le ha servido la literatura?
Siempre estoy leyendo, y hay momentos en que una frase aparece, salta a la vista, y si tú logras aislarla, ahí está el secreto.
Tengo una serie de trabajos compuestos de imágenes de objetos fotografiados y eso nació de Las herramientas todas del hombre, de Eliseo Diego. Por su parte, Dulce María habla de los «atados de memoria», que es el hecho, la costumbre de atar las cartas y retratos y conservarlas así, unidas. En 2014 realicé la exposición Entre la sombra y en la pared, que tomé de un texto de Eliseo, y una vez más me sugirió la imagen de algo que podía hacer. 

El peso leve de todo lo creado fue el título del proyecto presentado en la Bienal de La Habana.
Otra vez Eliseo. Tuve acceso a unas pacas inmensas de papel —pesaban una tonelada cada una, pero cada papel, cada objeto incorporado tenía un peso leve— y fueron colocadas con un montacargas en una de las bóvedas de San Carlos de la Cabaña, sede de exhibiciones colaterales a la Bienal. Esas pacas venían sujetas con unos alambres alrededor y eran como los atados míos, pero a gran escala. Era eso: El peso leve de todo lo creado.

¿Alguna manía?
¡Un montón! Por ejemplo, antes de desayunar tengo que trabajar un poco. Siempre me levanto con la intranquilidad de iniciar algo. Siento que debo trabajar, casi constantemente. No puedo tener las manos tranquilas y no me gusta perder el tiempo.

¿Planes?  
Concentrarme en la exposición que forma parte del Premio y que se realizará en el Museo Nacional de Bellas Artes en diciembre de 2017. Esa es ahora mi prioridad.