Oido
Vallarta es una caja de sonidos sin fin, música por sus calles y casas, música de mariachi por las esquinas y balcones y de última moda por su multitud de bares y locales, de día y noche. Sonidos del pueblo como los camiones de agua y gas que con sus cancioncillas y gritos de AGUAAA!!!! O EL GAAAASSSSS!!!, me hacen sonreír como si las escuchara por primera vez.
Sonidos de campanas de la Iglesia que me pegan a la realidad de un entrañable pueblo de México. Sonido del agua de este bravo Pacífico que nos arrulla cadenciosamente de lado a lado del malecón y la playa, moviéndose imponente. Sonido de multitud de niños, de risas, algarabía total a la salida de la escuela con sus golosinas en la mano, revolcándose el domingo en la playa o chapoteando divertidos en el río.
Sonido de la lluvia que por unos meses se convierte en la más deliciosa compañía de tardes calurosas y lentas. Refresco del alma que nos libera de tensiones y mal genio, nos deja mejorar y sonreír queriendo bailar bajo sus gotas de magia y poder. Sonido de truenos que nos hacen conscientes de nuestra minúscula existencia. Vallarta es sinfonía de sonidos, ruidos, estruendos, melodías, susurros románticos, suspiros, palpitaciones y silencios.