Isla San Lucas «La república independiente»
Hasta la remota y tranquila Isla San Lucas, localizada en el Golfo de Nicoya, en Costa Rica, llega hoy el turista de nuevo tipo, ávido de vivir experiencias diferentes y únicas. Además de contemplar la maravillosa naturaleza de este territorio insular, el visitante busca conocer la historia de la cárcel que allí funcionó entre 1873 y 1991. Descubrir cuánto hay de leyenda y de real en los relatos que se tejen del penal es la motivación principal de muchos.
Declarado en 2002 Patrimonio Histórico Arquitectónico de Costa Rica, el presidio ya era conocido mundialmente en el siglo XIX gracias a la novela La isla de los hombres solos, escrita por José León Sánchez, quien estuvo recluido en él durante dos décadas de su vida, cuando el sitio solo recibía ladrones y vagos. Sin embargo, con los años el correccional se fue transformando hasta llegar a albergar a los delincuentes más peligrosos del país.
Tras el cierre definitivo de la cárcel en 1991, el Ministerio de Justicia cedió su custodia a la Municipalidad de Puntarenas, con el objetivo de construir un centro histórico turístico que resguardara las memorias y la infraestructura centenaria, lo cual, unido a los excepcionales encantos naturales de la Isla, aseguraría la afluencia de visitantes.
Al llegar a la Isla San Lucas, el turista puede hoy recorrer las instalaciones del antiguo penal, el dispensario médico y la iglesia. Impacta conocer que en cada una de las siete celdas de la cárcel estaban y solo tenían derecho a una hora de sol al día. Los grafittis en las paredes son testimonio gráfico de las terribles condiciones en las que los internos vivían, las enfermedades, los asesinatos y los intentos de fuga, casi todos sin éxito.
Mas, aunque es el presidio el interés principal de los turistas que hasta allí llegan, la isla, de 472 ha, también posee playas deliciosas, una enorme biodiversidad y sitios arqueológicos con características habitacionales, domésticas y funerarias.
Una caminata por el bosque tropical seco que rodea el antiguo presidio, y que desde 2001 es Refugio de Vida Silvestre, permite descubrir la asombrosa y abundante vegetación de la isla, así como su rica fauna, compuesta por monos aulladores, ardillas, armadillos, faisanes, venados, mapaches, osos hormigueros, cocodrilos y muchas otras especies de reptiles y aves, además de tiburones martillo, mantas rayas y tortugas que viven en sus aguas.
Imponente belleza que contrasta con el sombrío penal y su pasado de crímenes y horrores, muchos de los cuales quedarán atrapados en el enigmático silencio que hoy solo quiebra el ir y venir de las olas.