EN EL CARIBE SE EXPRESAN UNA AMALGAMA DE PROCEDENCIAS QUE DAN LUGAR A ESPECIALES PROCESOS ETNOCULTURALES Y SOCIALES, QUE DERIVAN EN TRADICIONES FOLKLÓRICAS COMPARTIDAS

El mar Caribe está comprendido entre el arco formado por las Islas Antillanas, las costas continentales de América del Sur, la América Central y la península de Yucatán. Su concepto geográfico es variable, según los estudiosos. Algunos excluyen al golfo de México. El término West Indies Islands, empleado por los geógrafos de habla inglesa, ha perdido terreno en la nomenclatura de los países progresistas, por su connotación peyorativa. Para comprender en su justa dimensión el Caribe y su diversidad identitaria, resulta imprescindible considerar la descripción formulada por el Dr. Antonio Núñez Jiménez: “Como contexto cultural, en la América insular caribeña se juntan y yuxtaponen las más complejas influencias latino-afro-anglosajona y asiáticas. Ninguna otra área del Nuevo Mundo fue escenario de choques tan disímiles y mutuas transculturaciones (1)”.

Tal amalgama de procedencias, además de dinamizar secularmente una geopolítica regional, dio lugar a especiales procesos etno-culturales y sociales que derivaron tradiciones folklóricas, en tanto que intercambio de manifestaciones entre las poblaciones del área.

Steel Bands
Destacan en el panorama musical las mundialmente famosas steel-bands, cuyo origen se ubica en la isla de Trinidad & Tobago, al finalizar la II Guerra Mundial (1945). Dado el desprecio –¿suerte de pánico enmascarado?– que provocaba en las clases pudientes de blancos los sonidos de tambores de cuero que percutían los negros esclavos en sus festividades y rituales, sutilmente estos fueron sustituyéndose por improvisados instrumentos musicales, como los troncos de bambú, las botellas de cristal vacías y las tamboras de frenos de los automóviles. Todo ello, como tránsito sonoro hasta llegar a los viejos barriles para almacenar petróleo que con un pacienzudo proceso de martilleo y afinación, se convertían en tambores metálicos.
Se atribuye su creación definitiva, al igual que el empleo de los tanques de 55 galones como pailas tímbricas, al trinitario Winston Spree Simon, quien en 1946 fue invitado para tocar en un concierto, donde hasta las clases dominantes y los músicos “cultos” quedaron maravillados por los diversos y depurados acordes que escucharon de calypsos, himnos y piezas clásicas.
Esta original modalidad de agrupación musical fue expandiéndose por todo el Caribe, incluyendo a Cuba. Durante la visita del Papa Francisco, la steel band de la localidad de El Cobre, en Santiago de Cuba, interpretó el Ave María de Schubert, provocando la admiración del Sumo Pontífice.

De la música y otras herencias francesas
La presencia francesa, a través de las zonas del Sur del Oriente cubano desde la actual República de Haití, entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, trajo consigo parte de lo caribeño a la Isla Grande, sin olvidar el origen quisqueyano del mucho antes llegado cacique Hatuey.
Las influencias franco-haitianas también marcaron pautas en las artes: las orquestas del país y los bailadores de salón no tardaron en asimilar los valses, las contradanzas y los minuets, con los inevitables componentes de sonoridad, cadencia y gestualidad criollas. Sobre la base de dichos complejos musical-bailables europeos y la incorporación de las danzas africanas, surge la Tumba Francesa, presente en Santiago de Cuba y Guantánamo. Fue declarada por la Unesco Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2003.
Igualmente, en materia de musicalidad, el intercambio continúa siendo cada vez más intenso y heterodoxo.
De ahí que el calypso y el reggae trasgredieran las costas de Jamaica, el merengue –desde sus orígenes como Perico Ripiao hasta el moderno merengue electrónico e, inclusive, la bachata– se haya adueñado de oídos y pies, allende a su natal República Dominicana; y quizá tomado de manos con la cumbia, de la que a veces se torna difuso su origen colombiano.
La salsa, por su parte, puede asumirse como compendio y resumen de la tradicionalidad y la modernidad, bajo un bien recibido interactuar cultural, en todo este llamado Mediterráneo Americano o Balcanes del Trópico.

Fe y mestizaje

Las religiones y filosofías igualmente adquirieron personalidad propia en el Nuevo Mundo, principalmente en las que sincretizaron los panteones del cristianismo europeo con las deidades y el animismo venidos de África, como ocurre con el vudú haitiano, el candomble, la macumba, la Regla de Ocha o Santería y el Palo Monte.
Cabe resaltar la figura del famoso cantautor jamaicano Robert Nesta Marley Booker, más conocido como Bob Marley, particular caso en que el afamado y querido músico popular, mentor del ampliamente aclamado ritmo reggae, se erige también con los atributos espirituales del rastafarismo, movimiento de notable difusión a niveles globales. Su esposa, Alpharita Constantia Anderson, más tarde la cantante Rita Marley, nació en Santiago de Cuba.

Cocina de la diversidad
¿Y puede, asimismo, conceptualizarse una gastronomía autóctonamente caribeña? Véanse los siguientes argumentos:
» Convergencia de los productos autóctonos de cada región o localidad con la introducción y asimilación progresiva de la impronta alimentaria llegada de Europa. Principalmente española, inglesa y francesa. En el Caribe insular, aunque en menor cuantía, también la influencia portuguesa (Aruba), holandesa (Aruba, Bonaire, Curaçao, Saba, San Eustaquio y Saint Marteen) e hindú (Antillas francesas, que comprende Guadalupe, Martinica y San Bartolomé; también, Trinidad y Tobago).
» Dichas circunstancias se complejizan y enriquecen, además de con la ya existente presencia aborigen, la llegada de africanos y asiáticos, al igual que el intercambio entre las nuevas colonias. De lo anterior, el uso del curry y el picante en varias de las islas, aunque con mucha menor presencia en Cuba.
» En la flora y los cultivos: frutas tropicales (chirimoya, anón, guanábana, piña, coco, marañón, mamey, hicaco, guayaba, caimito y fruta del pan), yuca, maíz, maní, papa, calabaza, boniato, yautía (malanga), aguacate, cacao, ají y achiote (bija).
» En la fauna: aves silvestres, jutía, cocodrilo, manatí, peces, quelonios, moluscos y mariscos.
» De África, ñame, quimbombó (o molondrón) y plátano. El mango, originario de la India, se propaga rápidamente. También el café, originario de Arabia, encuentra condiciones favorables para su cultivo.
» El azúcar de caña, consecuencia natural de las plantaciones, propició el gusto por los postres de elevado dulzor. Asimismo, la fabricación y consumo de aguardientes y rones.
» El consumo del cerdo, desde su introducción en el Nuevo Mundo durante el segundo viaje de Cristóbal Colón, se encuentra muy generalizado por todo el Caribe, al igual que el ganado caprino, el ovino, el equino y las aves de corral.
Nada, que desde siglos ha, la muy actual y humanitaria arenga mundial que proclama acuciosamente la diversidad e inclusión, constituye espontáneo rasgo caracterológico de nuestra insularidad caribeña.

Fuentes:
» Núñez Jiménez, Antonio: El Caribe en su ámbito geográfico y cultural. Revista Del Caribe. Año IV, número 8/87.
» Matamoros Traba, Acela y Fernández Pérez, Livia A.: Cocina en el Caribe Insular. Ediciones Balcón, FORMATUR, La Habana, 2007.

 

Receta de la cocina caribeña

Pan de plátano
Por la abundancia de este fruto representativo de los trópicos, se incluye la siguiente receta de pan de plátano, típica de las Islas Bahamas

Ingredientes:
Harina de trigo         625 g
Levadura        20 g
Plátano fruta        6 unidades
Mantequilla        125 g
Azúcar refino        80 g   
Huevos enteros        4 unidades
Esencia de vainilla, al gusto
Canela en polvo, al gusto
Ralladura de nuez moscada, al gusto
Sal, al gusto

Elaboración:
Mezclar la harina, la levadura y la sal. Pelar y aplastar los plátanos, añadirles la vainilla, la canela y la nuez moscada. Mezclar todo hasta obtener una masa homogénea. Puede incorporársele uvas pasas o nueces. Engrasar un molde adecuado y verter la mezcla. Cocer al horno precalentado a 180 ºC, durante 40 minutos; o hasta su total cocción. Dejar reposar, refrescar y desmoldar. Se recomienda para desayunos y meriendas, acompañado de mantequilla o mermelada de frutas.