José Ma. de Heredia. Óleo sobre Lienzo en la Casa Natal. / Casa Heredia
Museo Bacardí.
Castillo del Morro San Pedro de la Roca.
Santiago Apostol.
Paisaje El Cobre.
Cafetal La Fraternidad.

SELECCIÓN DE LAS PALABRAS DEL ARQ. OMAR LÓPEZ RODRÍGUEZ EN EL ACTO DE CELEBRACIÓN DEL XX ANIVERSARIO DE LA CREACIÓN DE LA OFICINA DEL CONSERVADOR DE LA CIUDAD DE SANTIAGO DE CUBA. TEATRO HEREDIA, VIERNES 28 DE ABRIL DE 2017

Han pasado 20 años desde aquella mañana en el Salón de los Espejos del Palacio de Gobierno Provincial de Santiago de Cuba, cuando el Presidente doctor Luis Estruch Rancaño y quien les habla, firmaron en acto oficial, el Acta de Constitución de la Oficina del Conservador de la Ciudad; era la mañana del 28 de abril pero de 1997, fecha escogida porque también ese día, pero de 1522, se entregó a la villa de Santiago el honorable Título de Ciudad.
Se cumplía un sueño largamente acariciado. La ciudad heroica lograba una entidad encargada de conservar el patrimonio material y espiritual de los santiagueros y santiagueras, y este suceso debe verse como una consecuencia directa de la estrecha relación del pueblo santiaguero con su patrimonio, especialmente con su memoria histórica. Es imprescindible entender que las realizaciones de hoy tienen importantes antecedentes que, aprovechando este momento de recuento, nos permitimos reseñar.
Para marcar un inicio singular, nos remitimos a 1889, en pleno dominio colonial español cuando, un grupo de patriotas santiagueros encabezados por Federico Pérez Carbó y Emilio Bacardí Moreau, crearon la Junta Heredia, con el objetivo de reunir fondos que permitieran conservar la casa natal José María Heredia y Heredia, primer poeta romántico de América y connotado revolucionario cubano. Esta labor permitió adquirir la casa y convertirla en una fragua de cultura.
Este hecho adquirió un extraordinario valor simbólico, ya que la convocatoria propició la participación desde varias partes del mundo, de varios cubanos, entre ellos los santiagueros Pedro Santacilia desde México –quien era secretario del Benemérito de las Américas, Benito Juárez–, así como desde Francia, José María Heredia Girard, primo de aquel y uno de los poetas más reconocidos de la Europa de entonces. A esta notable encomienda patriótica se sumó José Martí, quien desde la inmigración conoció de esa propuesta de adquisición del inmueble, de inmediato se dio a la tarea de colaborar con el envío de los fondos recolectados en una actividad que había convocado en el Harmann Hall para hablar de la obra herediana. En este extraordinario discurso se pronunció a favor de que, y cito: “[…] necesitamos ponerle algún fuego al corazón. ¿Por qué no nos juntamos nosotros en una noche de Heredia? […]”. Esta idea germinal prendió casi cien años después en los artistas e intelectuales santiagueros que llevaron adelante las Noches Culturales de la Calle Heredia.
 En 1899, aún bajo tutelaje norteamericano, el patriota Emilio Bacardí Moreau, apoyado por su colaborador y amigo José Bofill Cayol, iniciaron y promovieron una incansable labor a favor de preservar los vestigios de nuestras guerras por la independencia, y con ello el proyecto y la realización de un Museo de Historia, que en poco tiempo logró reunir extraordinarios y valiosos fondos que se atesoran en el Museo Bacardí, gloria y honor de nuestra ciudad.
El fervor patriótico, ante la realidad de haber dejado atrás el colonialismo español, propició que, a lo largo del período republicano, se realizaran diferentes obras conmemorativas generalmente importadas de Europa, para ser colocadas en los espacios públicos de la ciudad. Se estimulaba así el sentimiento patrio y el conocimiento de figuras relevantes de las guerras independentistas del 68 y del 95.
Un caso excepcional en el interés por preservar los sitios históricos fue el coronel José González Valdés, quien nunca cejó en su empeño de crear parques históricos relacionados con acontecimientos significativos de la historia nacional. A su dedicación debemos los parques conmemorativos de la Loma de San Juan y El Viso, Mangos de Baraguá y Loma del Gato, por mencionar los más significativos.
Otro suceso precursor fue la creación en 1941 de la Sociedad de Geografía e Historia y de su equipo ejecutivo, el Grupo Humboldt, encargados de sacar a la luz las bondades y curiosidades de la geografía oriental, así como a muchos sucesos históricos en sus respectivos escenarios. Su labor fue amplia, con expediciones científicas que abarcaron buena parte del patrimonio natural y cultural de la región. En sus filas se destacaron varios especialistas, entre ellos el arquitecto Ulises Cruz Bustillos y el sabio Fernando Boytel Jambú.
En este período también se realizó por la Comisión Pro Monumentos y Lugares Históricos y Artísticos de Santiago de Cuba, el primer inventario de los posibles monumentos nacionales enviados en 1944 a la Junta Nacional de Arqueología y Etnología, presidida por don Fernando Ortiz.
Resulta muy reconocida por sus contemporáneos, la labor de la Sociedad Acción Ciudadana, que en las décadas de los 40 y 50 del siglo XX, apoyada en las fuerzas vivas de la ciudad, y con muy pocos recursos, fue capaz de intervenir en la remodelación de varios espacios públicos santiagueros y, a su vez, promover  desde las páginas de su revista diversas campañas en favor del actuar necesario con respecto a los monumentos y otras urgentes necesidades del urbanismo local, aunque por lo general sus reclamos quedaron a la espera y casi siempre olvidados.
El surgimiento de la Universidad de Oriente en 1947, y las actuaciones de profesores de la talla de los doctores Felipe Martínez Arango,  Francisco Prat Puig y Leonardo Griñán Peralta, entre otros, pusieron en alto, a través de sus investigaciones y publicaciones, los valores históricos y patrimoniales de la ciudad de Santiago de Cuba y demás sitios de interés.
El triunfo de la Revolución Cubana en 1959, marcó definitivamente un antes y un después de la conservación del patrimonio. Figuras como las del doctor Francisco Prat y Fernando Boytel emergieron en el panorama del nuevo proceso histórico asociado a las nuevas ideas generadas por Fidel y seguidas de cerca en el territorio por Arturo Duque de Estrada y la doctora Angélica Miyares. Fue en este período complejo y revolucionario de los años 60 que se construyó el complejo Gran Piedra –Motel, carretera y museo cafetal La Isabelica–, así como la restauración del Museo de Ambiente Histórico Cubano, la Casa Natal de Heredia y el Castillo del Morro. Con ello, se afianzaba una nueva visión del patrimonio santiaguero, la del rescate real de los monumentos, y se iniciaba otro período en la búsqueda del conocimiento de la herencia cultural.
En 1976, fueron aprobadas las Leyes 1 y 2 de la República de Cuba, relativas a los Monumentos Nacionales y Locales y a las Comisiones de Monumentos, así como el Decreto 55 que las reglamenta y explica. La doctora Marta Arjona, desde La Habana, realizó una labor extraordinaria en interés de crear e institucionalizar la Red de Museos de Cuba y, a partir de ellos, la realización de un inventario efectivo de los monumentos cubanos. Se crean la Comisión Nacional de Monumentos y su representación en cada una de las provincias. En el caso de Santiago, esta fue dirigida por Arturo Duque de Estrada.
Desde el ámbito universitario, en la recién creada Facultad de Construcciones, se iniciaban los estudios relacionados con el urbanismo colonial y republicano en Santiago, así como el primer acercamiento con una amplia visión, a la arquitectura tradicional que posibilitó la conformación de un nuevo inventario general de los edificios con valor patrimonial y una toma de conciencia de la existencia de un centro histórico que debía ser preservado. Otros estudios, en diversas direcciones de interés, lo realizan la Facultad de Artes y Letras y la Casa del Caribe.
En 1986, fue creada la Oficina Técnica de Conservación y Restauración de Monumentos, adscrita a la Unidad Presupuestada de Museos y Monumentos de la Dirección Provincial de Cultura. En ello jugaron un destacado papel Julio Camacho Aguilera, 1er Sec. PCC en Santiago, su esposa Georgina Leyva, y los incansables defensores del patrimonio santiaguero Arturo Duque de Estrada y Carlos Sarabia.
Con la Oficina Técnica radicada en la calle San Gerónimo 473, hoy Memorial Vilma Espín, nacía una nueva entidad capaz de aglutinar esfuerzos para la conservación patrimonial, con una estructura capaz de garantizar proyectos y control de las inversiones para la conservación, a la que se le subordinó la Agrupación de Monumentos, brazo ejecutor de las obras.
Con solo 19 trabajadores, la Oficina Técnica enfrentó muchos retos: la recuperación de la callejuela de San Bartolomé, la remodelación de la Sala de Conciertos Dolores; la revitalización de la Plaza Dolores y la restauración del Mausoleo de José Martí en el centenario de su caída en combate.
Santiago, paso a paso, desarrolló su labor de rescate patrimonial, ganando experiencia y completando un ciclo de formación profesional donde jugó un destacado papel el Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología del Ministerio de Cultura, encabezado por la arquitecta y premio nacional de restauración Isabel Rigol Savio. Es justo reconocer que este Centro permitió la formación de varias generaciones de cubanos a favor del patrimonio.
Por otra parte, la creación en 1989 de la Oficina del Historiador de La Habana como proyecto de nuevo tipo, constituyó un hito para el devenir de la conservación del país. Se unieron en un haz de ideas iluminadas, la actuación inteligente e integradora de Eusebio Leal con la visión de Fidel, brindando, en un momento difícil de la patria, una propuesta renovadora y fresca, reconocida hoy por sus logros indiscutibles, como un modelo para el mundo.
Fue así que, en julio de 1995, en el marco de las celebraciones por el 480 aniversario de la fundación de la villa de Santiago de Cuba, se propone por el comandante Juan Almeida Bosque y la heroína Vilma Espín Guillois, el que se evaluara la posibilidad de crear para Santiago una oficina con similares pretensiones a la existente en la capital.
Luego de evaluaciones y ajustes, en febrero de 1996 se aprueba el Decreto 204 del Consejo de Ministros sobre la Oficina del Conservador de la Ciudad de Santiago de Cuba, varios meses después, el 28 de abril de 1997, se realizó el acto fundacional.
Han transcurrido 20 años, caracterizados por el empeño de sus trabajadores, en interés de hacer de Santiago una ciudad orgullosa de su historia y su cultura. Su desempeño ha transitado por cada uno de los sitios y construcciones patrimoniales de la ciudad y la provincia, y ahora cuenta con vasta experiencia de trabajo, con estrechas y sólidas relaciones de intercambio con otras entidades afines del territorio, de la nación y del mundo.
El Plan de Revitalización de monumentos, sitios históricos y paisajes culturales es una realidad que se vive en el Santiago que vivimos, en el centro histórico se han desarrollado proyectos regeneradores de la calidad de vida, del medio ambiente y del entramado sociocultural. Entre estos podemos citar la conservación de los anillos fundacionales, la reanimación del corredor patrimonial de las Enramadas, la rehabilitación integral del Paseo Marítimo y la recuperación del Área Monumental 26 de Julio. En estas intervenciones a escala urbana y arquitectónica, la conservación integrada y la búsqueda de un equilibrio adecuado de las funciones favorecen los servicios culturales, comerciales y gastronómicos.
Otros proyectos que se muestran con resultados apreciables al cabo de dos décadas son: el proyecto de recuperación integral del Castillo del Morro, los Caminos del Café –relacionado con el paisaje arqueológico cafetalero– ambos en locaciones incluidas por la Unesco en la Lista del Patrimonio Mundial. De igual forma podemos hablar de diversidad de actuaciones en el Paisaje Asociativo El Cobre, en el Cementerio Memorial Santa Ifigenia y, más reciente, en el patrimonio arqueológico subacuático. 
El territorio santiaguero muestra con orgullo su quehacer en el campo de la conservación patrimonial, el papel de la Oficina del Conservador desde su creación y desde ella, reconoce el papel activo de acompañamiento de muchas instituciones y empresas locales, de los centros universitarios, las direcciones de patrimonio y cultura, la UNEAC, UNIHC y UNAICC, la Red de Oficinas del Historiador y el Conservador de las ciudades patrimoniales de Cuba, así como el efectivo papel del Gobierno y el Partido en la implementación de los planes y programas.
Las realizaciones de estos 20 años en los componentes del patrimonio mundial, los más de 50 monumentos nacionales y en la salvaguarda del patrimonio espiritual santiaguero permiten felicitar a todos los que vienen trabajando con visión de futuro, inspirados en las enseñanzas de Fidel sobre la importancia de la cultura como Escudo de la Nación, el papel primordial de los hombres y mujeres en la salvaguarda de la memoria histórica, la necesidad permanente de enaltecer el papel de nuestros próceres y mártires y el valor ético y moral que encierra la atención de monumentos y sitios históricos.
Agradecemos al pueblo santiaguero, al laborioso, hospitalario, solidario y revolucionario pueblo de Santiago de Cuba, aliado de todas las batallas e inspirador máximo de nuestros sueños. Pueblo que siente orgullo de sus raíces, de su identidad. Pueblo orgulloso de ser y existir en la tierra de Maceo, Frank y Vilma, orgulloso de poder transitar en el día a día por el Moncada, el Tivolí insurrecto, el Parque Céspedes donde Fidel anunció la victoria alcanzada aquel glorioso primero de Enero de 1959. Estamos convencidos de la capacidad de Santiago para convertirse en paradigma de desarrollo económico social y baluarte de la conservación de la memoria histórica y la herencia material del devenir de la nación.
Dijo Carlos Gardel en un viejo y bello tango que veinte años no es nada, sin embargo, aun cuando estos veinte de existencia de la Oficina del Conservador pasaron rápido, podemos reafirmar que el tiempo transcurrido permitió sumar experiencias desde el conocimiento colectivo, sentó las bases para el desarrollo perspectivo, y  demostró, una vez más, que con la unidad y la integración de los factores claves de la acción, se generan las obras y resultados necesarios para satisfacer el bienestar de todos.