Una ciudad como Puebla no podría pasar desapercibida para las almas viajeras y amantes de aventuras que arriben a México. A solo dos horas de la capital del país, esteestado está lleno de atractivos increíbles: como la pirámide de Cholula, que cuenta con el basamento más grande del mundo, o la Estrella de Puebla, la mayor rueda de observación portátil de todo el orbe.
Su particularidad de ser la única ciudad de la nación fundada específicamente por los colonizadores españoles, en 1531, la dota de un aire inequívocamente europeo, por sus arcadas de estilo parisino, grandes bulevares y cafés callejeros, pero todo con un irrefutable sabor mexicano.
Se trata de una urbe impactante que desborda historia por doquier. Pero lo que más llama la atención en ella es la gran cantidad de monumentos arquitectónicos que posee. Esta variedad de llamativos edificios ha llevado a que su arquitectura sea catalogada por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Por tales razones, el viajero que a ella llegue no puede perderse una visita a algunos de sus monumentos arquitectónicos más importantes, como la catedral, cuyas torres de casi 70 m de altura constituyen las más altas del país; o los templos de Santo Domingo y el de Nuestra Señora de la Concordia, otras de las construcciones barrocas mayor importancia de Puebla; así como la Biblioteca Palafoxiana, cuya colección de escritos redactados en lenguas muertas la convierten en una de las edificaciones culturales más impresionantes de la nación.
Dentro de su hermosa arquitectura destaca además Cantona, la ciudad con la traza más urbanizada del México antiguo, en contraste con la Puebla moderna, que posee hoy en día plazas comerciales, grandes avenidas, parques y ciclo pistas. De ahí que una de las mejores cosas que puede hacer  el turista es admirar el paisaje urbano, sobre todo si se hace desde las alturas y de noche, fastuoso panorama iluminado que puede apreciarse desde la Estrella de Puebla.
Una visita completa a la ciudad incluye también el recorrido por el Museo Internacional del Barroco, máxima expresión de esta corriente de modernidad. Diseñado por el reconocido arquitecto japonés ToyoIto, se ha convertido en uno de los edificios más representativos de la identidad poblana.
Quien arribe a esta porción de la geografía mexicana tampoco debe perderse la oportunidad de dar un paseo en el teleférico ubicado en la zona histórica de los Fuertes, donde se libró la célebre Batalla del 5 de Mayo de 1862. Se trata de una moderna estructura con góndolas de alta tecnología que permiten obtener una espectacular vista aérea de la ciudad.
Otro importante atractivo es el Tren Turístico Puebla-Cholula, que recuerda la importancia que tuvo este medio de transporte en la época industrial del estado. Convertido actualmente en estrategia turística, conecta el Centro Histórico de Puebla con la zona Arqueológica de Cholula, en un recorrido a lo largo de 17 km y 40 min de duración.
Provocaciones culinarias
La gastronomía poblana es otro de los motivos para visitar el estado. Reconocida a nivel internacional por su sabor, variedad e historia, es hija de la fusión de las cocinas azteca, europea y árabe. Su esencia mestiza le aporta esos sabores eclécticos que mezclan lo dulce, lo salado y lo picante. Cada una de esas influencias le ofreció a la gastronomía poblana no solamente el empleo de muchos ingredientes —aunque en pocas cantidades— en la preparación de guisos, tortillas, chiles rellenos, sopas y postres, sino también el uso de utensilios y procesos que enriquecieron la oferta culinaria del estado, considerada actualmente una de las más representativas de México.
Es justo en esta ciudad dondese han originado icónicos platillos de la cocina mexicana que seducen la mirada y el paladar, como el mole poblano, el guiso más reconocido, y el chile en nogada, el más elegante; este último con el añadido de representar los colores patrios. También destacan los molotes criollos, que se elaboran mestizando el maíz y trigo para rellenarse con flor de calabaza, papa o queso; así como las tradicionales cemitas, una especie de torta que se prepara generalmente con un pan salado.
A lo largo del tiempo, lo mismo en los conventos que en las casas, las mujeres poblanas juntaron productos nativos como el maíz, los chiles, los frijoles y los jitomates, con ingredientes foráneos como el pollo, el cerdo, el queso, el trigo, el aceite de oliva y las cebollas, entre otros, lo cual dio lugar a una amplia variedad de platillos que convertirían a Puebla en un importante centro gastronómico del país.
Sin dudas, las provocaciones de Puebla, tanto culinarias como históricas y culturales, parecen ser infinitas; certeza que ha motivado a esta pujante ciudad a convertirse en uno de los destinos turísticos más vibrantes del país. ¡No deje que se lo cuenten y compruébelo usted mismo!
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