Esta zona costera de Cuba se ha convertido, en las últimas tres décadas, en el más importante refugio del Flamenco Rojo en el Caribe.
José Morales Leal, Fefo, director del Refugio de Fauna Río Máximo.

Máximo no es solo el nombre de un río que desemboca en la costa norte de Camagüey, ni siquiera de un Refugio de Fauna. Es una condición que califica el esfuerzo realizado y los resultados obtenidos en las últimas tres décadas en esa zona costera de la geografía cubana para la protección de la subespecie Phoenicopterus ruber ruber o Flamenco Rojo, como se le conoce al que muchos consideran el más bello de los ejemplares de esa ave, con un hábitat que se extiende por América Central y meridional, el oeste del Caribe y las Islas Galápagos.

El bello vuelo de las agrupaciones de flamencos es un espectáculo que quita el aliento a quien pueda admirarlo, y es parte inseparable de los paisajes costeros caribeños. Muchos turistas que viajan a la región reconocen y aprecian a esa especie de costumbres gregarias. Sin embargo, los flamencos están amenazados.

Obligados a abandonar otros sitios de nidificación en el Caribe debido a los impactos generados por las actividades económicas en la zona costera, vienen todos los años al río Máximo para garantizar la supervivencia de la especie, y hacer todavía más pertinente la categoría de manejo de esta Área Protegida con más de 50 000 nidos en la actual temporada reproductiva.

Quien conoce las modestas dimensiones de esa corriente, cuyas aguas desembocan en la costa norte de Camagüey, y sus dolencias como consecuencia de las frecuentes sequías, pudiera poner en duda la legitimidad de su nombre, traspasado a un área protegida, que sin el río no tendría la distinción que la hace única.

La decisión de utilizar una parte del agua almacenada en los embalses de esta zona del país para verterla en el río Máximo en los momentos más críticos de la sequía, ha sido clave en la preservación y reproducción de los flamencos que, contrariamente a lo que muchos piensan, no toman agua de mar.

Río Máximo también gana notoriedad por la llegada de muchas aves migratorias desde el norte, lo que lo convierte en un lugar ideal para los amantes de la observación de esas especies, que se sienten en un sitio seguro donde reponer las energías empleadas en tan duras travesías.

Todo ello no fuera posible sin José Morales Leal, Fefo, como todos conocen al director de este Refugio de Fauna. Él es uno de los máximos ejemplos de entrega a la conservación de la naturaleza cubana. Un profesor de Biología que dejó el aula y, sin embargo, extiende el magisterio a cada paso, seguido por muchos habitantes de la comunidad de Mola que hoy son trabajadores del Área Protegida. Su empeño, máximo como el río, permite que los flamencos sigan regalando su belleza a los paisajes de este Caribe nuestro.