Edificio de la Municipalidad.
Tumba de Francisco Pizarro en la Catedral de Lima.
Relajante sala del hotel Miraflores Park.
Fardo funerario en Sala del Museo Larco.

DESCUBRIR LIMA, LA CIUDAD DE LOS REYES, ES UNA AVENTURA MULTICULTURAL, DONDE
SE UNEN LAS VISITAS A SITIOS PATRIMONIALES CON EXPERIENCIAS DEL ARTE MÁS BOHEMIO

Desde Madrid, llego puntual en el avión de Plus Ultra Líneas Aéreas, sobre las 5 de la tarde. Agarro un taxi hacia el centro de Lima. Salir a la avenida contigua al aeropuerto es meterse en una auténtica selva rodante, pues uno de los aspectos más peculiares de esta ciudad de 9 millones de habitantes, con muy deficiente transporte urbano, es su caótico tráfico. Si tuviera que vivir aquí sería otra cosa pero como visitante hasta me resulta entretenido, el taxista se lo toma con sentido del humor, ufanándose de su destreza al volante colándose por cualquier resquicio entre los vehículos.
Por fin llego al Gran Hotel Bolívar, en la Plaza de San Martín, inaugurado en 1926 y Declarado Monumento Nacional, lo cual le da pátina de histórico, pues aquí se han alojado reyes, príncipes, poderosos presidentes y artistas de fama mundial. Las renovaciones no han alterado para nada el ambiente de película de los años 20, pues conserva todos los elementos de aquella época, incluido gran parte del mobiliario y los cuartos de baño.
La estatua del general San Martín a caballo preside su plaza rodeada por edificios de principios del siglo XX. Una calle peatonal llamada De la Unión, justamente la une a la Plaza de Armas, donde se encontraba la casa del conquistador Francisco Pizarro, en cuyo solar se levanta ahora el Palacio de Gobierno, donde todos los días a las 12:00m tiene lugar el curioso cambio de guardia presidencial, a la vista de muchos turistas.
Los restos de Pizarro, descubiertos sobre 1970 durante la remodelación de la cripta catedralicia, yacen en la contigua Catedral y se le ha dedicado la primera capilla, entrando, a la derecha. El templo sufrió las sacudidas del gran terremoto de 1746 que hundió las bóvedas, solo la fachada aguantó, el resto tuvo que levantarse de nuevo.
La Plaza de Armas, como todo el centro histórico de Lima, es muy agradable de pasear. Antes tenía fama de inseguro, ahora no, hay mucha policía de turismo, buenos establecimientos de artesanía y tranquilidad general. Visité el Palacio Arzobispal de reminiscencias coloniales, así como la Municipalidad, que conforman parte de los lados de esta gran plaza ajardinada. En ambos destacan sus fachadas con los típicos miradores limeños adornados con celosías de madera. En este sentido, la palma se la lleva la Casa del Marqués Torre Tagle, tesorero de la Real Armada Española, construida en 1735, cuyos discretos miradores son los más impresionantes del conjunto histórico de Lima –declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco– que ahora es sede del Ministerio de Asuntos Exteriores y por eso interiormente solo se puede visitar el fin de semana.
Las iglesias coloniales se suceden pero sin duda la más interesante es San Francisco, que sigue cumpliendo su función de convento franciscano cinco siglos después. Su interior contiene muchísimo arte del siglo XVII, destacando la espectacular biblioteca con más de 25 000 libros antiguos y un archivo de referencia en la historia del Virreinato. El subsuelo guarda unas inquietantes catacumbas, donde se apilan millones de huesos humanos, pues fueron cementerio desde 1569 a 1821.

Miraflores y Barranco
A principios de siglo XX Lima tenía 300 000 habitantes, ahora tiene más de 9 millones. Ese crecimiento alocado produjo una ciudad ajetreada pero con tres distritos muy agradables de conocer: el centro histórico, al que le he dedicado dos días, y ahora Miraflores y Barranco, ambos en el frente marítimo del Pacífico.
Me traslado al Hotel Miraflores Park, uno de los más lujosos de la ciudad. La cortina de la habitación parecía el telón de un escenario, pero cubría el gran ventanal con vistas al mar. Junto a dicho hotel está el centro comercial Larcomar. Creo que es la primera vez que recomiendo visitar un centro comercial, pero esta vez tengo que hacerlo por su especial ubicación colgado del acantilado que se asoma al gran océano donde por esta época, que es invierno, se ven multitud de surfistas. Y pegado al centro comercial, el Parque del Amor, un lugar desde donde se contemplan maravillosos atardeceres que invitan a dar ese beso romántico, porque además los mosaicos al estilo Gaudí que decoran su bancos contienen frases de amor eterno, y la gran escultura central de amantes entrelazados que se besan apasionadamente invita a besar con arte... al que tenga ocasión, claro.
De momento me voy a conocer el arte de los antiguos pobladores limeños, pues dentro del desenfrenado crecimiento urbano aún se han salvado algunos yacimientos arqueológicos preincaicos como la cercana Huaca Pucllana, una pirámide truncada de ladrillos secados al sol mezclando arcilla con concha marina pulverizada. Su construcción comienza sobre el siglo III d.C, es decir, 1000 años antes del imperio Inca. La visita es guiada y gira sobre las culturas regionales más antiguas, en este caso fundamentalmente de sociedades pescadoras.
El museo más interesante de Lima también está en Miraflores, se llama Museo Larco (apellido del iniciador de esta impresionante colección que empezó a formarse en 1903). Expone valiosos objetos que abarcan 5000 años de historia precolombina, realizados en cerámica, metales preciosos y piedras semipreciosas, los textiles más antiguos de América, momias y trabajos en madera.
El museo ocupa la residencia de una antigua hacienda. Al interés enorme de sus salas se añade la peculiaridad que es de los pocos en el mundo que muestra enteramente los depósitos donde se contienen la totalidad de sus cerámicas –35 000 piezas clasificadas por temas– cuando la mayoría de los museos apenas muestran el 5% de sus colecciones.
En lugar aparte, pues hay que salir y volver a entrar con el tiquete a otras dependencias, exhibe la más famosa colección de arte erótico precolombino. Son representaciones detalladas de los órganos genitales masculinos y femeninos, así como escenas de actos sexuales de hombres y mujeres, de animales, de divinidades y seres del inframundo, como los muertos. Además del interés de las huacas, resulta de lo más graciosa la reacción de los visitantes. Hay quien se ruboriza y pasa rápido, la mayoría bromean, muchas risitas cómplices y cuchicheos entre las féminas, algunas bravuconadas entre los hombres, y padres que “se salen por la tangente” cuando sus niños preguntan. Los indígenas puede que tuvieran intenciones religiosas o relacionadas con la fecundidad agrícola, pero los espectadores actuales dan rienda suelta al prejuicio, el mito y la sugerencia.
Por la noche voy a Barranco que fue hace décadas barrio bohemio de artistas, y aún siéndolo ahora, muchas de sus casas modernistas se han convertido en populares restaurantes, bares de música en directo o salas de exposiciones. Cruzo el Puente de los Suspiros y penetro en este barrio encantador por donde al pasear encuentro bandas de músicos callejeros en su plaza central y puestos de artesanía, todo ello en un ambiente creativo y apacible.

 

Hoteles recomendados
» Gran Hotel Bolívar: Plaza de San Martín.
Tel: (+51) 1 6197171 / www.granhotelbolivar.com.pe Muy céntrico. Todo un placer alojarse en este Monumento Nacional, con recuerdos de artistas de Hollywood, aristócratas y políticos que han hecho historia. Buena relación calidad-precio.
» Hotel Miraflores Park: Avenida Malecón de la Reserva 1035. Tel. (+51) 1 6104000. www.belmond.com/Miraflores-park-lima. Maravillosa experiencia, descansar en este 5* de lujo de la cadena Belmond, relacionada con el Orient Express. Desayuno muy completo, habitaciones espectaculares y restaurante de alta cocina (Tragaluz).