Creada por inmigrantes españoles para recordar la tierra que los vio nacer, la Sociedad Asturiana CastroPOL es de esos lugares donde las costumbres y en especial la gastronomía ofrecen a los sentidos un espectáculo para no olvidar.

No hay una costumbre más acendrada en La Habana que sentarse en su malecón, al borde del mar, ya sea para disfrutar de la brisa que refresca el verano o para tratar de conquistar al amor de la vida ayudado por el susurro de las olas. El Malecón habanero, ese inmenso sofá a la orilla del Caribe que da la bienvenida a los visitantes antes de atravesar el Morro que franquea la entrada al puerto, era lo primero que veían desde el barco los miles de inmigrantes españoles que a inicios del siglo XX volvieron a la ciudad de la cual tanto hablaban sus padres y abuelos. Aquí se asentaron llegados desde todos los confines de España, desde las altas montañas hasta los puertos marineros, desde urbes inmensas hasta pequeños pueblecitos como Castropol, en el corazón de Asturias, hermanado por el mar con La Habana. Y es precisamente esa tradición marinera, que se expresa en costumbres de todo tipo pero también en la mesa, lo que distingue a la Sociedad Asturiana Castropol, uno de esos espacios creados por los inmigrantes para recordar la tierra que los vio nacer, que hoy se alza en el mismo malecón habanero, ofreciendo una vista espectacular de la ciudad y un verdadero festín para el paladar. Pocos sitios hay en La Habana que ofrezcan un menú tan variado y exquisito, que se mueve desde los platos tradicionales de una parrillada al carbón –algo casi exclusivo en toda la ciudad-, hasta un restaurante ubicado en los altos donde la cocina asturiana se funde con recetas típicas cubanas y de la alta gastronomía internacional, todas con un toque fusión y una presentación tan exquisita que nos parece casi un sacrilegio tener que comérnosla. El convite para todos los sentidos comienza nada más atravesar el amplio portón, al cual custodian las mesas ubicadas a ambos lados, donde se pueden disfrutar desde unas costillas al carbón, una curiosa pizza cuadrada de embutidos y jamón, o unos entrepanes tan deliciosos como apetitosos son los precios, para nada altos comparados con el verdadero festín que es cada plato. Más allá se abre bajo un toldo, que recuerda con sus colores blancos y verdes la bandera de Castropol, la inigualable parrillada. Allí los pinchos de camarones, los dados de pechuga de pollo salteados con piña o la pasta del pescador con frutos del mar pueden ser abundantemente regados con una copa de vino o un cóctel clásico, o simplemente disfrutar de una fuente de soda absolutamente inigualable por su variedad. Arriba están los predios del Chef Iván Rodríguez y del Maître y Sommelier Joel Bequet, expertos ambos en su materia, uno por el sabor y la decoración teatral de cada receta, y el otro por ser un excelente catador, capaz de recomendar con los ojos cerrados el mejor maridaje para cualquiera de las creaciones de la extensa carta del restaurante, donde con un toque contemporáneo se agrupan desde la fabada asturiana, el bisqué de camarones, la paella o el rabo encendido al estilo de la casa, hasta el pescado asado a la sal. Escoger un plato en Castropol es, sin duda alguna, un verdadero desafío para el paladar. Pero disfrutarlo al borde del malecón habanero, sitio de tantos encuentros y recuerdos, es una experiencia que nadie logra olvidar, sea nativo, inmigrante o llegado allende el mar.

Sociedad Asturiana Castropol Restaurante-Bar-Parrillada Fuente de Soda-Salón Reservado Abierta todos los días de 12:00 m. a 12:00 p.m. Avenida Antonio Maceo (Malecón) No. 107, e/ Crespo y Genios, Centro Habana, La Habana, Cuba. Telf.: + (537) 861 4864