EL PAÍS AUSTRAL CUENTA CON UN PRESENTE BRILLANTE EN MATERIA ENOGASTRONÓMICA, UN BOOM QUE COMENZÓ HACE DOS DÉCADAS Y QUE AFORTUNADAMENTE NO ENCUENTRA SU TECHO

En el imaginario colectivo, la Argentina es sinónimo de piezas de carne asándose pausadamente sobre una parrilla. Y, efectivamente, la carne vacuna asada es uno de los pilares de la cultura y economía de ese país. Pero como en todas las cosas, a medida que uno se adentra en los detalles, descubre una realidad mucho más rica y variada.
Esta gigantesca cuña invertida del Atlántico Sur tiene una sorprendente variedad de climas y productos que dan como resultado una serie de cocinas locales, a las que además hay que sumarles las culturas heredadas tanto de inmigrantes como de los pueblos originarios.
En materia gastronómica, es un auténtico caleidoscopio de restaurantes, cafés, mercados y productos. Sin embargo, no siempre fue así. Durante la época de la Colonia la dieta era bastante monótona, con poca ingesta de vegetales y frutas, apalancada en la carne vacuna como ingrediente principal.
Las primeras vacas llegaron de Europa e ingresaron al Virreinato del Río de la Plata desde Potosí y por el Río de la Plata. Las pampas fueron un feraz territorio para la reproducción del ganado. Actualmente, la excelencia de la carne argentina es universalmente reconocida.
Otro de los puntos fuertes de la dieta local es la pasta. Entre 1856 y 1940, el país recibió 6,6 millones de inmigrantes, casi la mitad de ellos de origen italiano. Esta oleada modificó el mapa gastronómico local, ya que introdujo la pizza y la pasta.
A pesar del binomio carne-pasta, en mayor o menor medida común a todo el país, la Argentina cuenta con regiones gastronómicas claramente definidas. En el NOA (Noroeste Argentino), donde la herencia española es aún muy fuerte, se comen empanadas, humitas, tamales y dulces locales, como el cayote y el cuaresmillo, mientras que en el NEA (Noreste Argentino), tierra verde y feraz, hay una gran variedad de pescados de río, tubérculos como la mandioca y yerba mate. Por su parte, la Patagonia cuenta con un sinnúmero de pescados y frutos de mar, como la centolla y la merluza negra, además de corderos de alta calidad. La región Central se caracteriza por sus cabritos, embutidos, carbonadas y dulces. .
Pero el boom que actualmente vive el país se gestó a mediados de la década de 1990, de la mano de la reconversión de la industria vitivinícola y de la facilidad con la que las clases medias locales pudieron viajar al exterior y así pulir sus paladares. La paridad del peso con el dólar, que duró casi diez años, también permitió el acceso de productos importados.Todo esto explica cómo hicieron pie en Buenos Aires la cocina mexicana y el sushi.
La profesión de cocinero se multiplicó, lo que permitió jerarquizar el trabajo en los fuegos, en parte gracias al impacto mediático que tuvieron los programas de televisión.
Pero el camino no fue un lecho de rosas. En el año 2001 la Argentina sufrió una grave crisis económica que expulsó a muchos jóvenes estudiantes y cocineros recién graduados, quienes partieron principalmente a España, Francia y Gran Bretaña a buscar mejores horizontes. Muchos de ellos hicieron experiencia en afamados restaurantes. Y fue esa generación de jóvenes la que, con el panorama económico más calmo, regresó y llevó la cocina argentina a otro nivel.
Los productos del interior del país, como los papines y las carnes exóticas, se han revalorizado, y si bien no son de consumo masivo por cuestiones logísticas y de desconocimiento entre los grandes públicos urbanos, van haciendo pie en los restaurantes de punta.
Para finalizar, hay que destacar el hecho de que Buenos Aires ha tenido el honor de ser designada Capital de la Cultura Gastronómica de Iberoamérica 2017. Este acontecimiento implica una oportunidad y un compromiso de mostrarle al mundo los activos del país, tanto en alimentos, como cocineros, restaurantes, cafés, eventos y potencial turístico.

 

 

Argentina: Beyond Meat
In the people’s mind, Argentina is a synonym of pieces of meat on a grill. And that point of view is right, since grilled beef is one of the pillars of that country’s culture and economy. But when you go deep inside, you find a richer and well-assorted variety.
This giant in the South Atlantic features an amazing range of climates and products that bring about a series of local cuisine styles, which are complemented by the ethnical factor as a result of the cultures inherited from immigrants and natives