Yamaha pone su música sobre el asfalto
Tres diapasones que significan melodía, armonía y ritmo simbolizan a Yamaha, una escudería con notable historia en la categoría de MotoGP y que cada 1 de julio celebra su llegada al motociclismo, tras más de medio siglo ganándose una incuestionable reputación entre los fabricantes de instrumentos musicales.
El ya lejano 1887 figura en el acta de nacimiento de la firma japonesa fundada por Torakusu Yamaha que, según los historiadores, llegaba a ser en el año 1937 el principal fabricantes de pianos en el mundo. En el momento en que Genichi Kawakami tomó las riendas de la empresa de su padre, ya se fabricaban en sus instalaciones desde hélices para aeroplanos hasta máquinas de coser, pero la decisión de probar suerte en el mundillo de las motos trazaba un nuevo rumbo que no tardaría en aportar grandes satisfacciones.
En tiempos en que estas máquinas se fabricaban mayormente en color negro, su primer modelo bautizado como Yamaha YA-1 impactó por el color rojizo y crema de su carrocería, aunque más allá de su visualidad, el mérito de despegue de esta moto urbana de 125 cc, un solo cilindro y dos tiempos, fue el triunfo que sobre ella consiguió Teruo Okada en el ascenso al Monte Fuji.
Emergía así la Yamaha Motor Company, sustento de una rica historia en la categoría reina a partir del éxito del legendario Giacomo Agostini con una de sus máquinas en 1975. Sin embargo, la leyenda como escudería comenzaría a tejerse en el año 1999, cuando desembarcó en el por entonces Campeonato Mundial de 500 cc con el modelo YZR500, y el italiano Max Biaggi junto al español Carlos Checa como pilotos de referencia.
Los subtítulos del ibérico en las temporadas de 2001 y 2002 —esta última sobre una YZE-M1 y ya en MotoGP— fueron los mejores resultados hasta la llegada de Valentino Rossi, quien venía de ganar tres Mundiales con Honda. Gracias a su consagración en 2004 comenzaba uno de los matrimonios más felices en la categoría, pues el italiano concedió a Yamaha cuatro coronas para pilotos, 56 triunfos en Grandes Premios y 141 presencias en podios.
Otros tres cetros, de los 16 que archiva el equipo, aportó el español Jorge Lorenzo, artífice de las triple coronas –piloto, equipo y fabricante– ganadas por Yamaha entre 2008 y 2010. Mas todo no ha sido siempre color rosa para la escudería de los diapasones, sobre todo en el pasado reciente, cuando eslabonaron una racha de 25 grandes carreras sin saborear la victoria entre junio del 2017 y octubre del 2018.
Ante la actual tiranía de la Honda de Marc Márquez, la fábrica de Iwata asume el gran reto de introducir mejoras en sus máquinas para regresar a los tiempos de gloria. Con Rossi camino a la despedida, el español Maverick Viñales carga con las mayores responsabilidades, más allá de que todas las miradas estén puestas en Fabio Quartararo, un joven francés al que muchos señalan como el futuro de la categoría por las grandes demostraciones protagonizadas en el presente curso con una moto satélite.
La gran pregunta es cuánto tardará en poner la música de Yamaha otra vez sobre el asfalto.