El Holandés Errante
Si bien son varias las historias sobre el origen del mito de El Holandés Errante, lo cierto es que existió, en la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, un capitán que se extravió durante una travesía sin que existan más detalles al respecto.
Se llamó Hendrick Van der Decken y en aquel entonces concluyeron que su barco, con él y su tripulación a bordo, se había hundido en algún punto entre un puerto holandés y el Cabo de Buena Esperanza, en 1641. Y la leyenda comenzó.
Numerosos marineros de alta mar han contado haber visto a la ilusoria embarcación desplazarse a toda velocidad frente a ellos, esfumándose antes de que ambos navíos chocaran.
En 1835, un barco de la armada británica casi colisiona con un viejo velero. En el último instante, cuando el timonel giró el barco para evitar el contacto, la nave, que “volaba” exhibiendo los colores holandeses, simplemente desapareció. El incidente fue publicado en los periódicos y dicen que leer esta noticia inspiró a Richard Wagner a escribir su ópera sobre la leyenda.
Un testimonio de 1900 relata cómo la fantasmal visión apareció en medio de una tormenta, a plena luz del día, mostrándose por unos minutos antes de desvanecerse.
A lo largo del tiempo, vigías del faro de Cape Point, en el sureste africano, aseguran que divisaron a El Holandés…
En 1942, cuando la Segunda Guerra Mundial, tripulantes de un submarino alemán reportaron ver al barco fantasma atravesar a toda carga el Canal de la Mancha.
Uno de los recuentos más difundido sobre el encuentro con el navío fue el de Jorge V, rey del Reino Unido de Gran Bretaña durante los turbulentos tiempos de la Primera Guerra Mundial.
El 11 de julio de 1881, Jorge era entonces príncipe y navegaba cerca de Australia junto a su hermano mayor, el príncipe Alberto. Sus notas personales sobre el viaje fueron publicadas y aunque no se sabe con exactitud a la pluma de qué príncipe pertenece, sí quedó recogido lo siguiente:
“(…) El Holandés Errante cruzó nuestra proa. A 200 m de distancia, en medio de una extraña luz roja como la de un barco fantasma, brillaban los mástiles, perchas y velas de un bergantín”.
La ciencia responde
Existe una posible explicación científica para estos avistamientos y es la que se conoce como Fata Morgana. El nombre proviene de la leyenda del Rey Arturo, aludiendo a la hechicera Morgan le Fay, quien utilizaba estas visiones para atraer a los marineros.
Es decir, Fata Morgana es un tipo de espejismo asociado por lo general con el mar abierto, pero que también puede suceder en tierra a lo largo de una carretera de asfalto caliente o en áreas desérticas, por ejemplo, en las que a medida que las olas de calor se elevan desde la superficie, se crean formas en la distancia debido a los juegos de la luz.
Este tipo de espejismo es responsable de todo tipo de apariciones inusuales, desde montañas en pleno océano hasta barcos que parecen volar.
Según los entendidos, el Fata Morgana afectó la mente de quienes aseguraron ver a El Holandés Errante, al provocar la sensación de presenciar una forma espectral.
Y si bien la historia recoge casos de marineros que enloquecieron o fallecieron debido, supuestamente, a estas apariciones, la ciencia proclama que solo fue pura coincidencia. Tal vez la mala suerte, tal vez miedo y desesperación al no poder explicar lo ocurrido y saberse condenado.
Otros, en cambio, afirman que hay cosas en este mundo para las que los humanos no tenemos respuesta.