Archipiélago de San Blas panama
Si busca grandes diversiones, espectaculares hoteles, museos, grandes piscinas, enormes playas y mucha gente, no siga leyendo este reportaje.
Kwadule es una isla de ensueño para robinsones, que no figura en ningún mapa. Casi sin querer quizas hayamos encontrado la respuesta a la pregunta que todos nosotros nos hemos hecho alguna vez ¿Existe el paraiso, como es, donde se encuentra? Excelencias puede decir que el Paraíso existe, se llama Kwadule y no está en ningún mapa. Kwadule es una pequeña isla situada en el archipiélago de San Blas, Kunayala en dialecto kuna, en Panamá, en pleno Caribe. Este archipiélago está formado por 375 islas, 49 de ellas habitadas con una población total de unos 90.000 habitantes. Kwadule es una isla nueva, de unos 8.000 metros cuadrados, que surgió espontáneamente hace 39 años, un 15 de abril, razón por la cual no está en ningun mapas. Sus propietarios, siguiendo las normas que rigen en el área, fueron las dos primeras personas que descubrieron su nacimiento y plantaron las primeras palmas de coco. Pertenecientes a la etnia Kuna, Ismael Rojas y Montero, dueño de la única tienda de Corazón de Jesús, continúan con sus vidas tranquilas sin darle demasiada importancia al hecho de poseer un tesoro. Hace cuatro años, un hombre de negocios panameño, George Novey decidió construir en ella seis cabañas con un Ranchón que hace las funciones de restaurante, todo ello elevado en pilastras sobre el mar En estos momentos está construyendo también un complejo de cabañas en la isla de San José, en la costa del Pacífico de Panamá, que abrirá a finales de año. Para alcanzar Kwadule, se llega al pequeño aeropuerto de Corazón de Jesús, Yadup en lengua Kuna, y ahí empieza la aventura. Ismael Rojas, nos espera amable y diligente y nos hace subir a una embarcación que en unos 20 minutos nos traslada al paraíso. Es difícil describir qué se siente cuando te vas acercando a Kwadule, todas las fantasías de ser Robinson Crusoe o un náufrago en la mil veces soñada isla desierta, se vuelven realidad. Ismael nos acompaña a la cabaña y nos informa de que podemos ir a desayunar.
TODO EL TIEMPO DEL MUNDO Después del desayuno el día nos pertenece, hay un momento de desconcierto ante el vacío de no tener nada conocido que nos sirva de diversión. No hay televisión, ni radio ni teléfono, ni tiendas. De la civilización sólo nos queda la luz eléctrica, proporcionada por una planta generadora, y el agua corriente, sólo fría, en los baños y la ducha. Las cabañas son confortables, una gran cama y un balcón con vistas al maravilloso Mar Caribe, con el cielo y las montañas al fondo, y millones de peces si miramos bajo nuestros pies. Hay pocas sensaciones tan increíbles como la de bajar desde la cabaña a la playa y sumergirte en las cristalinas aguas. Otras opciones son las hamacas bajo las palmeras, un zumo natural en el porche de la cabaña restaurante, un paseo de orilla a orilla con la cámara para hacer millones de fotos, o practicar el snorkeling. A las 12 llega la hora de la comida, langosta, pulpo o pescados, ensaladas y frutas. La cena es a las 6.30, después se puede disfrutar de la luna, la paz y la naturaleza. Desde la cama podemos ver el mar y la noche, dormirnos con algo de miedo, pensando que cuando despertemos, todo habrá desaparecido, como sucede en los sueños.