Estilo Criollo, agrupación danzaria argentina con sede en la ciudad de Bariloche, actuando en Bariay, sitio del encuentro entre dos culturas.
Eduardo Ávila Rumayor, director de la Casa de Iberoamérica.

XXIII Fiesta de la Cultura Iberoamericana

El cuarto de siglo que próximamente cumplirá la Casa de Iberoamérica de Holguín y la celebración de la edición veintitrés de una de sus realizaciones más importantes: la Fiesta de la Cultura Iberoamérica, pudo ser el pretexto para entrevistar a su figura más visible: Eduardo Ávila Rumayor, director de la institución y presidente del Comité Organizador del evento. Pero igual nos debíamos una cita con él para convidarle a hablar de conceptos que hoy forman parte de la agenda del pensamiento latinoamericano en este aún recién nacido siglo. Por eso Arte por Excelencias le solicitó media hora de intercambio dentro del amplio programa de actividades de este acontecimiento cultural de la ciudad de los parques.
La Casa de Iberoamérica y la Fiesta de la Cultura Iberoamericana surgen en el contexto de las celebraciones por el medio milenio del encuentro entre el viejo y el nuevo mundo. ¿Qué visión se ha impuesto en estos veinticinco años: la de los conquistadores o la de los emancipados?
La Fiesta ha servido para dialogar, para encontrarnos en los mismos escenarios de hace quinientos veinticinco años, con una proyección que no va a ninguno de los dos extremos. Tampoco se convierte en una opción mediadora que trata de edulcorar, como han dicho muchos, cualquiera de las dos visiones, o específicamente la opción de la conquista.
Ese diálogo que se ha impuesto en estos veinticinco años de la casa busca, entre todas las cosas, entender el significado de ambos procesos, porque en principio se reconoce todo el genocidio que se cometió con la conquista, eso sería ilógico y absurdo negarlo, y todo lo que significó no solo en devastación de la población aborigen, sino también su impacto ambiental, la subordinación que en términos de desarrollo le generó y le sigue generando al continente. Pero también hay una visión que denota o demuestra que desde este continente se transformó también la Europa que nos conquistó, porque se asimilaron productos, culturas, vocablos, formas de vida, un gran cúmulo de cuestiones de orden cultural que no son pocas y a veces se omiten, un legado que ha sido transmitido desde este continente hacia Europa, sobre todo España, Inglaterra y Portugal, que son las principales naciones colonizadoras.
El eje temático de esta edición de la Fiesta de la Cultura Iberoamericana ha sido el desarrollo local y las industrias culturales. ¿En qué medida un evento como este puede convertirse en motor impulsor de ambos?
El tema del desarrollo local no es único para Cuba. Los documentos del último Congreso del Partido Comunista hacen una invitación real a que todos los sectores de la sociedad participen en este proceso de actualización del modelo económico cubano, que es en principio la generación de una cultura relativa al desarrollo. Estamos hablando de construir o rediseñar un modelo de socialismo donde lo local comienza a tener preponderancia, sin desconocer lo que por estrategia nacional impacta sobre los territorios.
En lo relativo a las industrias culturales hay un concepto de industrias culturales que se enmarca demasiado en las producciones. Nos interesa una apertura donde lo simbólico, la tradición y lo patrimonial pasen a formar parte de ese potencial que existe en la región. Estamos hablando de la necesidad de que se democratice el concepto de industrias culturales, y que aparezca dentro de él la puesta en valor del patrimonio local en todas sus acepciones, y hacerlo con la responsabilidad de no desvirtuar la relación del patrimonio con lo comercial o con lo económico. De lo contrario estaríamos cayendo en lo que ha caído buena parte del continente: en folclorismos baratos, en depredación del patrimonio del país, en detrimento de su salvaguarda, con invasiones de orden cultural que lo destruyen.
Tratemos por un instante de despojarte de tu condición de presidente del Comité Organizador del evento y de convertirte en un espectador más. ¿Qué suprimirías, agregarías o mejorarías de su actual guion?
Estamos transitando por una época de cambios, no solo en la Casa de Iberoamérica, sino en el sistema de instituciones culturales, ajustándonos a lo que el modelo económico está solicitando en las estrategias de desarrollo del país hasta el 2030.
Hay muchas cosas que pudieran suprimirse, que se hicieron en épocas donde lo que se buscaba era ofrecer productos de forma masiva. La Casa surge en el año 1993, en medio de la peor crisis que ha vivido este país en los últimos tiempos; tenía que entenderse como una institución que ofreciera suficientes productos culturales para restañar esa subjetividad impactada.
La Casa de Iberoamérica ha ido moviéndose hacia estrategias que buscan posicionarla como una institución que promueve un evento internacional. Tiene que mantener un evento de pensamiento que nos permita generar, asimilar y debatir todas las ideas que se generan en relación con las temáticas objeto de análisis.
Hay que sostener un diálogo cultural que no puede circunscribirse a una manifestación, tener abierta la oportunidad de que haya exposiciones de artes plásticas, encuentros de literatura, debates en múltiples manifestaciones…
Debemos mantener el pasacalle iberoamericano, que es la relación de la Casa y sus delegados con el pueblo. Las brigadas internacionales de solidaridad nos permiten no quedarnos en las cabeceras municipales, que buena parte de ese talento confluya en nuestras comunidades más alejadas. Hay que seguir yendo a Bariay, porque es la posibilidad de ofrecer una visión distinta de lo que entendemos por descubrimiento. Gibara tiene también una relación muy directa con el encuentro entre las dos culturas: es allí donde ocurrió realmente, el 30 de octubre de 1492, ese encuentro interpersonal entre los que llegaban y los pobladores.
La Feria Iberoarte es un espacio que tiene ya quince años y sigue consolidándose no solo como una buena opción cultural, sino también comercial.
Hay cosas de la Fiesta que pudieran revisarse y que nos generan muchas más actividades de las que debemos asumir como Casa de Iberoamérica. En la práctica es un proyecto que no es solo de nosotros, sino de todo el sistema de instituciones culturales.
El principio que seguiremos defendiendo es el de la racionalidad y la autogestión.