- Lo que dejó ZONA MACO.
Culminó la edición 14 de la Feria Internacional de Arte Contemporáneo Zona Maco, en la ciudad de México, para algunos la más importante que se realiza en América después de Art Basel en Miami. Amén de lo discutible que puede ser la anterior aseveración —ArteBA (Buenos Aires, Argentina) ArtBo (Bogotá, Colombia) y hasta la Bienal de La Habana pudieran reclamar el mismo calificativo—, lo cierto es que Zona Maco es de las más publicitadas… y discutidas.
Arte por Excelencias estuvo presente en esos días en que mucho público hubo de acudir al pabellón de exposiciones Citibanamex, distante del centro de la ciudad y colindante con el Hipódromo de las Américas, para observar esta muestra de arte de todo el mundo a la que acudieron 150 expositores representando a 120 galerías de arte. Si se me pregunta cuál es el saldo de estos cinco días de confrontación con buena parte del arte contemporáneo actual, yo diría que positivo, pues no siempre se tiene la oportunidad de visitar en un mismo recinto varias de las galerías más importantes del mundo, y de constatar todas las tendencias en que se mueven las artes plásticas contemporáneas.
«Artes plásticas contemporáneas» no es quizás la mejor definición para englobar en un todo lo visto en Zona Maco 2017. «Zona Macondo» hubiera sido un excelente calificativo si se apela a la multiplicidad de lecturas que se podían hacer con solo trasladarse de un pabellón a otro o dar un giro de ciento ochenta grados. Muchos de los que desfilaron por nuestro stand en la Feria cuestionaban si tal o mascual instalación podía ser considerada arte o era una tomadura de pelo dirigida a ingenuos o neófitos. Para este reportero el solo hecho de que despierte cuestionamientos apunta tantos a favor de este intento mancomunado de reunir a tantos artistas y tendencias. El arte, si es arte, por sí solo se va decantando. Y si lo que ven nuestros ojos despierta un razonamiento lógico, ya sea a favor o en contra…
Vi mucho de mercado en algunas propuestas que estaban allí solo para vender. Cuál si no puede ser la intención de un stand —lo tenía al lado, fue de los más concurridos— en que te podías bajar una aplicación para disfrutar en movimiento las obras plásticas expuestas. Pero al centro de dichas obras un moderno e impresionante Mercedes Benz te aplastaba con su presencia y era la imagen más «relevante» del entorno. Más allá un stand se levantaba cual pirámide con la superposición de latas de bebida de una de las marcas más importantes de México (no estaban mal como estructura, pero no dejaban de ser envases de pura cerveza). Igual de comentado fue otro stand en que una línea aérea situó una escultura viva suspendida en el aire; era imposible no fijarse en aquello: el efecto de un tipo «sentado en el vacío» navegando tranquilamente en su ipod era de veras curioso (fui de los pocos que descubrió el secreto; lo guardaré por si un día puedo chantajearlos y resolver un pasaje más barato).
¿Arte? ¿Humorada? ¿Esnobismo? Ampliación de las grandes cadenas de tiendas? Son las preguntas que una y otra vez se hacía el público. ¿Puede achacársele esto a los organizadores? Pues no, hombre, que no hay feria de arte contemporáneo —ni la de La Habana, con todo y sus intenciones de promover lo que hacen los «olvidados» del mundo— que no tenga también de engaño y de mercado, tan emparentados en estos tiempos que corren.
Veamos lo que señala el crítico mexicano Armando Vega-Gil respecto a Zona Maco: «… la cantidad y diversidad de propuestas extravagantes es tan basta como para hacerte entrar en trance. Así, alguien como yo, que difícilmente compraría algunas de las piezas aquí reunidas, transita a un genial estado sensible y, de pronto, le podría parecer que una cinta de gaffer pegada en el piso de cemento pulido para guiar un cable de luz es una “obra de arte”. De golpe todo se vuelve especial, único, y bien la señora que limpia el piso con un enorme trapeador y se detiene frente a un enorme cuadro lleno de rombos rosas nos parece que está haciendo una “acción” (en la perspectiva contestaria del accionismo vienés), una irrupción performática junto a las mujeres más hermosas y sofisticadas del mundo que se pasean por estos lares…».
Fue poca la presencia de los artistas cubanos en Zona Maco, aunque uno agradezca poder toparse con un Wifredo Lam o un Tomás Sánchez. Pero hay que aplaudir el empeño de los organizadores por priorizar a artistas de este lado del Atlántico —el arte mexicano en especial— que reflejan en sus obras el acontecer de una región que defiende una identidad por encima de modas e imposiciones.
Que exista una revista española como Arte por Excelencias, hecha desde Cuba y por cubanos, fue saludado por todo el que se detenía ante nuestro stand y se llevaba un ejemplar de los números 30 y 31. Y aunque las preguntas que nos hacían no siempre tenían que ver con el contenido de la publicación —algunas con el más sano propósito, otras no tanto—, reflejaban el interés creciente que la mayor de las Antillas despierta en todo el mundo. Y ello es ya motivo suficiente para sentirse satisfecho de defender esos cuatro metros cuadrados de Zona Maco que representaron a esta pequeña isla del Caribe.