Como en otras épocas las exposiciones universales fueron reflejo de la novedad en el campo artístico, la edición 36 de Arco ha presentado las creaciones actuales de artistas de diversos países —invitado: Argentina—, sin olvidar el pasado y hablando, a su vez, del futuro que está por venir. Lejos de noticias vanas y sensacionalistas, pinturas, esculturas, performances o videos han dado vida a los pabellones 7 y 9 de Ifema, dejando claro que lo contemporáneo tiene diferentes visiones y que la polémica es solo una de ellas.
Esta feria, como todo lo relativo al arte, tiene la capacidad de afectar de una manera u otra al espectador. Así, en un primer momento, este será víctima de ese síndrome que tan bien describió Stendhal y que se ha bautizado con su nombre. Esta sensación le acompañará en todo momento y no le abandonará hasta que decida mimetizarse con el ambiente y convertirse en una muestra más. Esto, distante de ser algo irreal, se puede conseguir con propuestas como la de Rafael Lozano-Hemmer en la madrileña galería Max Estrella. En ella el espectador aparece, cuando se acerca a la obra, en una superficie tecnológica en la que está acompañado por «mitades» de otras personas.
Después, solo queda abrir bien los ojos y pasear en un laberinto con múltiples propuestas que abarcan a todo tipo de público, únicamente vetado por el elevado precio de la entrada. Ejemplo de ello son obras como la Interview (fotografías y video) realizada a la escritora de El amante en el stand de Jan Mot o Palabras cruzadas de Pedro Tyler en la galería chilena Isabel Aninat, que tienen como base el mundo literario. Esta última presenta un bajorrelieve, teniendo como soporte reglas de madera, en las que, recogiendo palabras del personal del stand, se muestran los retratos de diversos escritores y editores que de alguna manera han tenido relación entre sí. Una muestra de ello son los casos de Horacio Quiroga, Leopoldo Lugones y Alfonsina Storni, escritores latinoamericanos unidos por lazos de la amistad.
También tienen su espacio obras más afincadas —las más caras del recinto— y siempre esperadas por el público. Así, se pudieron ver creaciones de Alexander Calder, Salvador Dalí, Pablo Picasso o Juan Muñoz. La influencia de los grandes maestros además se sintió en ejemplos como alguna propuesta de la argentina Barro. Dicha galería también presentó un performance digno de destacar, ubicado en un salón de los espejos versallesco con tintes distintos al original. No fue el único: fue posible también medir el campo magnético de los visitantes.
Y es que todo tiene cabida en este bosque en el que las obras no han dejado de crecer mientras que el tiempo pasa en un reloj tumbado en el suelo. Algo que se puede comprobar en espacios como el stand de ABC Cultural —proceso creativo en vivo— o en la transformación diaria del grupo de cajas de medicamentos en el espacio Salón Leibniz.
El espectador, convertido ya en obra, ha dejado su huella participando en diversas actividades. Prueba de ello es una frase escrita en un post-it que se podía leer en el espacio Arcokids: «Has transformado el arte en un capitalismo brutal». Visiones distintas, en distintos días, en las que siempre queda algo por visitar.

Cinco obras destacadas
Carlos Aires, el artista malagueño, expuso en ADN Galería Sweetdream are made of this una pieza de video arte en el que dos policías antidisturbios bailan un tango con el fondo del salón de baile el Museo Cerralbo de Madrid, obra que fue destacada en los telediarios como una de las más controvertidas de la feria.
Catalina Swiburn, artista chilena, presenta varias obras para esta feria, pero la más reseñable es La frontera perfecta, donde hace una crítica a los atlas y a la cartografía del poder, con un performance donde deconstruye un atlas y se hace un vestido con él, obra que se ha podido contemplar en el stand de la galería Isabel Aninat.
Cecilia Szalkowicz, de origen argentino, presentó en el stand de Ignacio Librandi, dentro de la convocatoria de Arco para galerías argentinas, una pieza escultórica similar a un biombo que dibuja en el espacio las letras. Una delicia minimalista exenta que introduce al espectador en la obra.
José Carlos Martinat, artista peruano, nos mostró en el stand de la galería Revolver su obra Distractor 3, que consiste en una rueda giratoria con luces que, como su propio nombre indica, distrae a la gente. Es una instalación que hace alusión al pan y circo para entretener a la población y que no se manifieste ante a las injusticias.
El artista mexicano Rafael Lozano Hemmer expone en el stand de la galería madrileña Max Estrella una instalación sobre la relación tecnológica y la sociedad, con una pantalla led que capta a las personas que se ponen en frente de su obra y las exhibe en su pantalla. De esta forma queda claro la relación con los selfies y la actualidad que también está presente en el arte actual.
 
Stands interesantes
Galería Bonaerense Barro, Argentina. Un performance a cargo del colectivo Mondongo, que han realizado una instalación que recrea el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles, en el cual se introdujo en una de las actuaciones al cantautor Albert Pla. También destacó la instalación de Nicola Constantino que emula al Jardín de las Delicias del Bosco.
Stand ABC, España. El stand del periódico español este año hizo una colaboración con artistas para que estuvieran presentes durante toda la feria realizando su trabajo en las paredes del stand. La propuesta se llama Cad-Ver-Exquisito, haciendo alusión a la técnica surrealista. Este espacio destacó por la presencia de artistas como Mister Simplemente (Javier Conde), Juan Antonio Vallejo, Fran Ramírez y Concha Martínez Barreto.

El arte de las ramificaciones
En nuestro pasado número Carlos Urroz, director de la Feria, dejaba claro que «Madrid se vuelca con Arco». Muestra de ello son las más de cien mil personas que lo visitaron en esos días y la acogida en diversos puntos de la capital y su comunidad de distintas actividades que han permitido y permitirán conocer más el arte contemporáneo argentino. Estas formaron parte del programa paralelo de Arco y abarcaron desde muestras en instituciones como la dedicada a Jorge Macchi en el CA2M —siendo su comisario Agustín Pérez Rubio—, conversaciones literarias, cine o música, hasta artes escénicas. Estos últimos se enmarcaron dentro de Escenas argen­tinas, coordinadas por Marcelo Panozzo.
Estas escenas cobraron vida en el Círculo de Bellas Artes, la Plaza de Colón o el Centro Cibeles. De esta manera, con propuestas como el programa de cine de Hugo Santiago y Alejo Moguillansky o la música de Illya Kuryaki and the Valderramas, el espíritu de la Feria llegó a más gente y vivió entre nosotros más allá de la última semana de febrero para despedirse con los calurosos vientos del mes de junio. Prueba de ello es la afluencia, ya demostrada, de visitantes a dichas actividades.
De todo este proyecto interdisciplinar, cuyo punto de unión es el carácter revulsivo de las obras y su origen geográfico, destacamos el conjunto de creaciones que ofrecieron los Teatros Luchana. En este espacio especial, que tuvo una segunda vida después de haber sido cine, se pudieron disfrutar nueve obras desde el 21 hasta el 26 de febrero, permaneciendo en cartel, cada una de ellas, dos días seguidos en distintas franjas horarias, con una duración máxima de una hora y con total gratuidad.
La primera pieza en abrir el telón fue Actriz. En ella, la intérprete Susana Pampín da vida a varios personajes que establecen relación entre ellos mismos, convirtiéndose en una figura con personalidades múltiples. Una especie de matrioska, que llega a confundir al espectador, envuelta en una escenografía sin artificios de ningún tipo.
A esta primera obra siguieron otras como La lechera, Medea sé sonal y La vida breve y Un trabajo. Esta última fusiona las nuevas tecnologías con la práctica teatral. Con ironía y humor, aborda y critica situaciones relativas al lugar de la mujer en el mundo laboral y a otros aspectos de la vida como su faceta de madre o el ámbito sexual. Dos actores, uno en escena y otro oculto al espectador, un set de rodaje y un diálogo que rompe y deja en el aire cuestiones de candente actualidad.

El contrapunto
Con motivo de la esperada Semana del Arte de Madrid, donde se celebra Arco, se han consolidado otras citas ineludibles como ArtMadrid y JustMad, que presentan premisas similares a Arco con la exposición de galerías y artistas del panorama contemporáneo, además de otras ferias que tuvieron lugar en ese fin de semana:
Flecha (Feria de liberación de espacios comerciales hacia el arte, en el centro comercial de Arturo Soria) ha sido la contestación a Arco desde hace más de veinticinco años.
ArtMadrid celebró su doceava edición en la Galería de Cristal del Palacio de Cibeles. Más de cuarenta galerías nacionales e internacionales, y en One Project otras ocho seleccionadas como South Border Gallery, procedente del Líbano. La presencia de artistas fue muy dispar desde los consolidados Juan Genovés, Fernando Zóbel y Joan Miró, hasta artistas emergentes como Irene Cruz.
JustMad ha presentado su octava edición en su habitual sede (Coam, en la calle Hortaleza), con propuestas muy dispares. En este encuentro participaron un total de cuarenta y dos ferias de procedencia internacional, destacando propuestas como la de la artista Sandra Paula Fernández, de la Galería Gema Llamazares, de Gijón, o el artista Federico Miró, ganador de circuitos de arte joven de la Comunidad de Madrid, en el stand de Atelier Solar. El formato más presentado fue pintura, pero estuvieron expuestas obras de arte tecnológico y experimental, así como un stand con realidad virtual. En la quinta edición de Franqueados JustMad se pudieron contemplar en los escaparates de Madrid intervenciones artísticas de Daniel Ortega y Laura Navarro, entre un total de veintiséis creadores.
Las ferias más jóvenes: Drawing Art Room, especializada en dibujo y que va ya por su segunda edición presentó obras relacionadas con la ilustración, y Urvanity, en su primer año, apostaba por el arte más reciente.
Hybrid destacó en esta edición por su innovador planteamiento de introducir la feria en el contexto de un hotel: el Petit Palace Santa Bárbara. La propuesta es simple: las habitaciones son los stands de galerías como Swinton & Grant (Madrid), Azucar Gallery (Argentina), Ufofabrik (Italia) o Intraneus (Madrid). Destacaron, entre otros muchos, los trabajos de los artistas Raisa Maudit, Juan Antonio Vallejo, Irene Cruz y Juan Yuste.