Desde hace algunos años esta mitad de isla caribeña se ha convertido en uno de los destinos turísticos más demandados y pujantes de la región con infraestructuras de primera clase y una amplia cartera de atractivos y ofertas que constituyen la base de su estrellato internacional. Sus promotores invitan a conocerla, con la promesa de que allí los visitantes encontrarán de todo para unas vacaciones en grande.

La aventura de República Dominicana puede emprenderse desde los más diversos puntos y en muchas direcciones, más allá de sus playas fabulosas. Eso es lo que las autoridades turísticas del país señalan como los múltiples motivos que hacen grandiosa a esta tierra. Si es verdad que 10 ó 15 días no alcanzan para proponerse un viaje profundo y abarcador, también lo es que siendo un país pequeño, algo de lo mucho que ofrece este fabuloso destino, puede ser conocido y disfrutado en ese corto lapso de tiempo, si así alguien lo desea seriamente. Por ejemplo, entre las excursiones de interés naturalista una de las grandes opciones es el ascenso al Pico Duarte –de 3 087 metros sobre el nivel del mar–, que cada quien puede cumplir del modo que lo desee dependiendo de su propio temple: o a modo de overnight, o en varias jornadas, ajustándose a paquetes especiales que preparan con esos fines las agencias de viaje locales a través de sus oficinas o buroes de turismo en los hoteles del país. En este tópico habría que añadir, también, un paseo por el pintoresco valle de Constanza, meca agrícola de Dominicana, igualmente situado al centro del país –como Jarabacoa, el mejor sitio para la práctica de deportes de aventura–; y, además, una incursión a la Reserva Científica de Ébano Verde, verdadero paraíso tropical en el corazón del territorio; el Parque Nacional Los Haitises, el Salto del Limón, en la Península de Samaná; y los llamados 27 Charcos de Damajagua en las proximidades de Puerto Plata; o las Dunas de Bani, especie de maqueta caribeña de un típico desierto árabe. Mas la naturaleza dominicana explota incluso en las propias ciudades y se descubre en cada esquina, en el colorido de los carnavales con disfraces y máscaras, en los sabores de la comida autóctona, en la mixtura de pieles, en los trajes típicos y la música viva, como la bachata y el merengue. Es famoso el cacao de este país del que se produce un chocolate excelente que puede adquirirse en tiendas, bares o restaurantes; y los rones Brugal y Barceló, que junto a los tabacos Premium de hojas cosechadas en cuidadas vegas dentro de la mejor tradición para este cultivo, son hijos predilectos del medio natural dominicano; sus buenas marcas de café y esa típica bebida olorosa y refrescante llamada Mamajuana, especie de brebaje de raíces, bejucos, semillas y especias dulces de las cuales se elabora un néctar sabroso y revitalizante, al que la tradición popular atribuye poderes afrodisíacos. Los vendedores ambulantes en todas las ciudades con carritos de frutas tropicales desde mameyes, papayas, bananos, anones y melones; la artesanía que utiliza elementos de la naturaleza local, o las joyas de ámbar y larimar, piedra semipreciosa que abunda en Barahona-; los pescaditos fritos en la playa Boca Chica y hasta lo menos evidente, que son las barreras de arrecifes o las cuevas, y entre las que constituye un magnífico ejemplo el conjunto cavernario de Las Maravillas, denotan que este es un territorio en el que la madre natura fue prolija en dotes y privilegios. Bávaro, Punta Cana y otras muchas playas hermosas Al destino más visitado del Caribe insular y fácilmente accesible desde todo el mundo, los viajeros llegan para relajarse o vivir las más intensas emociones y el deseo de hacer realidad aventuras y sueños de toda una vida en playas como hay pocas en el planeta. Punta Cana, un cabo situado al este de la República Dominicana abrazado a la vez por el Océano Atlántico y el Mar Caribe, con una superficie de 420 mil metros cuadrados, es la mejor de todas las referencias en este apartado por su colección de playas espectaculares a lo largo de 50 kilómetros y sus ofertas turísticas de clase mundial, como las marinas y su circuito de golf. Constituye sin discusión el destino de vacaciones más famoso de República Dominicana, donde se ha fomentado una excelente infraestructura turística con medio centenar de resorts y hoteles de primera. Muchos conocen a Punta Cana como la «costa de los cocos» por la hilera de cientos de ondulantes cocoteros que bordean la playa creando un privilegiado escenario natural, punto clave de la experiencia de viaje de quienes visitan esta natural fantasía. Playa Bávaro es la más conocida de todas las playas de Punta Cana. Los dominicanos la consideran un tesoro nacional por sus atractivos naturales y la UNESCO la calificó hace mucho tiempo, como excepcional. «De todas las playas turísticas del mundo pocas tienen aguas tan cristalinas. La arena es tan blanca que es difícil de creer que sea auténtica. Podemos afirmar, sin duda, que está entre las mejores», afirmó ese organismo de la ONU en un informe en 1968 –imagen que Bávaro conserva sin ninguna alteración como puede comprobar cualquiera que llegue al norte de Punta Cana. Deslumbrantes también son playa Rincón, cataloga por los más prestigiosos medios turísticos entre las diez mejores del Caribe; o playa Dominicus, la primera en las Antillas con el estatus de Bandera Azul y muy apropiada para el buceo en su gran arrecife. Bávaro-Punta Cana constituye en el presente la meca de los resorts Todo Incluido y la hotelería de lujo en República Dominicana con una oferta de unos 54 establecimientos y más de 30 000 habitaciones, que operan importantes cadenas internacionales, lideradas por las españolas Sol Meliá, Riu, Iberostar, NH, Barceló Sirenis, Blau y Occidental, aunque también están presentes la alemana LTI y la jamaicana SuperClubs, con su marca Breezes. La mayoría son resorts Todo Incluido con ofertas para familias, parejas o amigos que buscan unas agradables vacaciones caribeñas junto al mar y un sinfín de actividades para disfrutar. Es el destino turístico dominicano de más rápido crecimiento, con muchos complejos hoteleros grandes y lujosos, donde los clientes encuentran confort superior, spas para renovarse, restaurantes temáticos, activa vida nocturna y las mejores ofertas de golf en campos de primer nivel como Playa Grande y Diente de Perro, construidos por los prestigiosos Robert Trent Jones padre y Pete Dye, respectivamente. Esta es una infraestructura en continuo proceso de expansión con la construcción de nuevos complejos, urbanizaciones turísticas, marinas, centros comerciales, discotecas, restaurantes y centros bancarios y comerciales, a la que este año se sumaron los lujosos hoteles Moon Palace Casino, con 1 791 habitaciones; y Secrets Sanctuary, de AMResorts, con 176 suites y villas. En perspectiva se encuentra la construcción de un complejo que incluye cuatro lujosos hoteles, cuya inversión supera los 400 millones de dólares, como parte del proyecto Cap Cana, el desarrollo turístico e inmobiliario más importante del Caribe, promocionado como el «nuevo gran destino del mundo» y muy próximo al aeropuerto internacional de la zona, que incluye la edificación de unas 5 000 residencias de descanso, siete hoteles de lujo, cinco campos de golf, una marina para 1 000 embarcaciones, así como áreas comerciales y de entretenimiento, y que entre sus participantes cuenta con NH, el magnate norteamericano Donald Trump y la cadena Marriott con su marca de lujo Ritz-Carlton. Otras playas de ensueño en encuentran en Puerto Plata y en las costas de Samaná. Sobresalen especialmente Las Galeras y Madama. Y por su parte las islas Saona, Catalina y Cayo Levantado, son sencillamente un espectáculo irrepetible de belleza apacible con el sabor de los tesoros escondidos. Son también de ineludible mención playa Macao, en Altagracia, una de esas joyas costeras dominicanas de las que menos se habla pero que más valor tiene por su hermosura intensa, los atardeceres de oro y el tono turquesa esmeralda de sus aguas siempre cálidas. De esta Dominicana playera y marina nadie debe excluir a Cabarete, entre los sitios mejor dotados de todo el Caribe para la práctica del surf y el kiteboarding y que de hecho forma parte de los circuitos mundiales para estos deportes náuticos; o Barahona, provincia del suroeste dueña de una de las más seductoras zonas costeras del país, aún con kilómetros de playas donde los turistas constituyen aves de paso y los verdaderos visitantes son las las tortugas, las iguanas y los pájaros.