Aguas cristalinas, bosques espectaculares, cultura, historia y tradiciones que impactan por su singularidad, escenarios que invitan a la contemplación y el disfrute… Ciudades, lugares y paisajes ya imprescindibles en el mapa del turismo mundial.

Excelencias Turísticas del Caribe y Las Américas regala a sus lectores una selección de ellos en su edición Número 100.

EE.UU. › Cayos de la Florida

El mejor acercamiento a los múltiples atractivos de Cayos de la Florida se produce cuando se va a ellos por carretera. El punto de partida, en el extremo sur de la Florida, es The Gateway to the Keys (La Puerta de Salida a los Cayos). En lo adelante parece que se vuela a ras de un mar añil, tornasolado, turquesa y esmeralda. Van sucediéndose paisajes espectaculares y un primer momento para fotos lo ofrece Key Largo. La carretera, gran obra ingeniera, tiene 42 puentes, cubre 150 kilómetros y lleva a través de sitios muy pintorescos. Alabama Jacks Bar, frecuentado por pescadores, turistas y lugareños vestidos como el buen salvaje en short, sandalias rústicas, camiseta y pañuelo en la cabeza, merece un alto en el camino –venden minutas de pescado fritas y cervezas de todas las marcas posibles de encontrar. La ruta avanza hacia el sur y por momentos entre los tupidos mangles, se abren espacios que dejan ver a un lado el Océano Atlántico y al otro, el Golfo de México. Hay lugares muy especiales: Tavernier, por ejemplo; o el llamado Plantation Key, escondite predilecto de los contrabandistas de licor en los años de la Ley Seca y que ahora alberga una escuela de estudios marinos. Aparecerá también la bonita Isla Morada y más adelante, a la altura de la milla 70, un lugar muy popular con condiciones para acampar y hacer un alto prolongado conocido como Fiesta Key Koa. Se aproxima el viaje a su término, pasando primero por Big Pine Key, donde se encuentra el Refugio Nacional de Venados de los Cayos; y seguidamente, por Stock Island. Key West es el punto final. Se trata de un sitio con típica arquitectura colonial española, elegantes chalets, lujosos hoteles y playas fabulosas donde pasar unos días inolvidables. Salvo la bandera y el idioma oficial, poco tiene de norteamericano este pedazo de mundo. La isla fue prácticamente «colonizada» por hispano-cubanos provenientes de la mayor de las Antillas y esto es algo con lo que el tiempo no ha podido acabar.

México › Tulúm, tesoro de la Riviera Maya

En los 120 kilómetros del encantador litoral mexicano que baja de Puerto Morelos a Punta Allen –la conocida Riviera Maya–, se encuentran nombres que constituyen un gran gancho en la promoción de viajes al Caribe: Cancún, Isla Mujeres, Xcaret, Xolbox, Puerto Aventuras… entre muchos otros. Tulúm, a no dudar, se ha insertado en esta lista por derecho propio y es en la práctica un preciado tesoro, rodeado de fabuloso entorno natural con selvas y playas espectaculares, encantadores hoteles y la posibilidad de acercarse en apenas minutos a esta cultura milenaria. Cenotes, barreras coralinas y la cercana Reserva de Biosfera de Sian Ka´an, son complementos de especial valor. Pequeños hoteles salpican de lujos y finas atenciones este espacio del Caribe mexicano, como el Ocho Tulúm, que funciona con energía solar, tiene 18 cabañas hechas con materiales de la zona y es referencia local de sostenibilidad. El Shambala Petit Hotel, el Maya Tulúm y el Casa Violeta, son también encantadores y siguen ese estilo de hoteles pequeños, acogedores, apacibles y con tratamientos holísticos y de SPA, que suelen buscar los turistas que llegan a este lugar, con la idea de bajar el cielo a la tierra y regalarse unos días de pura felicidad. A Tulúm se accede por buenas carreteras –de Playa del Carmen, se está a media hora; y de Cancún, a 75 minutos.

Costa Rica.. › El poder seductor de la naturaleza

El clima, la gente amable, un país de apenas 51 mil kilómetros cuadrados con una biodiversidad y riqueza natural que asombran y que lo hacen uno de los pocos lugares del mundo donde todavía se puede caminar durante horas bajo la sombra de sus bosques, convertidos en parques o reservas naturales, que cubren algo más del 30 % del territorio nacional. El destino es una garantía para los amantes de la naturaleza, con múltiples elementos de aventura. Hay decenas de itinerarios, circuitos y combinados para conocer la rica zona del Valle Central, escalar cordilleras casi inexpugnables, pasear por las tierras bajas donde hay abundantes lagunas y hermosos valles, acercarse a volcanes que braman y hacen temblar hasta al más ecuánime; o disfrutar de playas como las de Manuel Antonio o Concha, de arenas doradas como polvo de oro, la primera; y de blancura brillante, la otra. Existe una red vial densa y en buen estado y en pocas horas el viajero puede alternar la embriagante travesía por los canales de Tortuguero o la excitante aventura en balsa por los rápidos del Río Reventazón, con la vida mundana de la Meseta Central, disponiendo de hoteles de primera y amenidades diversas que se encuentran lo mismo en medio del bosque, que en poblados y ciudades. Sitios como Corcovado y Monteverde, parecen existir como un recuerdo del alba de los tiempos; pero hay que saber que de este a oeste y de norte a sur, Costa Rica es un universo de junglas y paisajes verdes, donde explota la naturaleza virgen y el mundo sigue detenido en algún momento de la protohistoria.

JAMAICA › Montego Bay

Este pequeño punto de playas relajantes y naturaleza encantadora al norte del país caribeño, es como un gigantesco imán que atrae a turistas de todo el planeta. La arena blanca, las palmeras y el mar turquesa componen un paraíso idílico donde descansar es un placer. Y más allá del mar, la ciudad misma, de unos 85 mil habitantes, constituye una excelente opción de animación y relax. Casas de arquitectura georgiana, viejas iglesias y el enorme mercado artesanal de Craft Marjket, son visitas obligadas. Un estupendo panorama también conforman las colinas de los alrededores. Se encuentran por allí los jardines de Shaw Park y el jardín y museo del Río de Coyaba, así como el hotel Enchanted Garden y el llamado Fern Gully, famoso túnel de helechos arborescentes, que abraza el camino y no deja pasar la luz solar. Ocho Ríos, para muchos la atracción principal de la isla, gracias a la espectacular catarata de Dunn´s River Falls, están cerca también. La cerveza Red Stipe y el ron Appleton, el Reggae Sumfest, un espectáculo de música popular que en la isla se celebra todos los veranos, y el campo de golf Half Moon, ubicado en Montego Bay, al noroeste de esta capital; más el exquisito café Blue Montain y su comida colorida y bien sazonada en la que utilizan un ingrediente único, el jerk jamaiquino, son algunas de las cosas que el visitante no debe abstenerse de disfrutar… En cualquier caso, todo esto lo tiene Montego Bay o puede alcanzarse desde él; que ofrece la posibilidad de «sacar los pies del agua», para alternar los días de sky acuático, surfing, winsurfing, buceo o navegación, con senderismo, observación de aves, escaladas, cabalgatas, golf y selectivas escapadas a sitios muy especiales.

República Dominicana › Santo Domingo

Muy cerca de las playas color turquesa, los palmerales casi infinitos y los lujosos resorts, está Santo Domingo, capital primada de las Américas, moderna y con un centro histórico incluido en 1990 en la lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad. Más de 500 años después de fundada en 1496, conserva aún su empaque colonial y algunas primicias del continente: la primera catedral, el primer monasterio, el primer obispado, la primera fortaleza, el primer hospital, la primera obra hidráulica, la primera universidad y la primera corte de leyes. De sus museos, plazas y calles de fachadas coloniales se puede pasar a conocer el monumental Faro de Colón, y recordar a cuántos conquistadores partieron a otras tierras desde sus costas, viejas testigos de la voracidad de los piratas que operaron en las aguas del Caribe allá por los siglos XVI y XVII y entre los que la historia de República Dominicana recuerda especialmente a Francis Drake, quien le asestó un duro golpe en 1586. Esta es ciudad diversa, aireada por el mar y agraciada por el arte en la piedra y el tiempo. Siempre sorprendente del Barrio Chino al Conuco; del Alcázar de Colón (donde vivió Diego, hijo del Almirante) a los museos del Ámbar y el Mercado Modelo, gran feria de artesanías dominicanas; del Carnaval y sus desfiles de febrero en la avenida costanera George Washington, a las orquestas de merengue en el Bulevar del Expreso de la avenida 27 de Febrero. El Parque Nacional Submarino La Caleta, con dos barcos-museos hundidos para el buceo y su cementerio indígena; el Jardín Botánico Nacional o las fortalezas, son también símbolos culturales de este destino, siempre inundado de merengue y bachata, los ritmos y bailes típicos. Principal puerta de entrada al país, es también el mejor lugar para estar cerca del ser dominicano y su punto de partida por excelencia para desplazarse a muchos otros sitios, rodando de montañas a playas, pueblos, marinas e islas cercanas, sin renunciar a aventurarse por sus múltiples caminos, que es la regla de oro a seguir para que el viaje a este destino caribeño alcance su máximo valor.

Colombia › Cartagena de Indias

Mágica y a la vez hermosa, esta ciudad conocida como el «Corralito de Piedra», es una de las joyas del Caribe continental. Son una constante los adoquines, las fachadas barrocas en edificios civiles y religiosos, los balcones con balaustradas de madera cubiertas por cascadas de buganvilias y otras flores del trópico, los patios interiores con fuentes y vegetación. Sitios muy especiales son el Parque de Bolívar, el museo Palacio de la Inquisición, el Museo de Oro, la Catedral, la Plaza de los Coches, rodeada por edificaciones coloniales y uno de los centros de la vida nocturna en la ciudad. Para unas compras de recuerdo, habrá que dirigirse a Las Bóvedas, que fueron construidas en el siglo XVIII como cuarteles y cárceles y hoy, restauradas y acondicionadas, albergan galerías de arte y almacenes donde puede adquirirse lo mejor de la artesanía del país, joyas, antigüedades y mucho más. En las noches, además de una larga lista de excelentes restaurantes, se puede decidir entre teatro o conciertos, clubes, casinos o movidas discotecas, bares y cafés al aire libre en hermosos patios interiores. En cualquier caso, para muchos el mejor bautismo de la primera noche en Cartagena es la juerga o rumba en «Chiva», bus típico pintado con llamativos colores, que recorre la ciudad y lleva a bordo una banda de músicos, con bar abierto de licores nacionales. Sensual, noctámbula, vivaz, clara… Cartagena es también ciudad de romance. Por estas calles debió caminar el Florentino Ariza de El amor en los tiempos del cólera, esperando «53 años, 7 meses y 11 días con sus noches» por Fermina Daza. Sus palacios coloniales sobre estrechas calles adoquinadas, el concierto de piedra, madera y vegetación; el mar y el espíritu alegre la hacen única… Inmersa en el ambiente real-mágico del Caribe que inspiró a García Márquez, la UNESCO la declaró Patrimonio de la Humanidad en 1984 y su bahía, por la que antaño salieron hacia Sevilla y Cádiz el oro y la plata de El Dorado y Potosí, ha sido incluida en la selecta lista de radas del World Most Beautiful Bays Club. Visitarla es sin duda una experiencia que siempre se querrá repetir.

Venezuela. › Salto Ángel

Es necesario emprender una larga travesía para llegar a este lugar del estado de Bolívar, en lo profundo de Venezuela. Los indios Pemones con sus canoas curiaras, conducen a través de varios ríos a un punto cercano al famoso salto, para desde allí seguir a pie hasta donde es posible aproximarse más al punto exacto en que caen sus vertimientos, desde lo alto de la meseta de Auyantepuy. Conocido entre los indígenas como el Kerepakupai Vena (lo que en lengua Pemón significa “salto del lugar más profundo”), la caída del río es una imagen que impacta. Con 979 metros, es el de mayor altura del mundo y apreciarlo impone toda una aventura previa, pues hay que pasar la prueba de navegar varias horas en canoas por ríos presurosos, caminar y remontar cuestas, bajo el bosque húmedo, sintiendo que se hace más fuerte el bramido de la catarata al chocar contra el lecho de rocas y ese sonido mezclarse con el murmullo característico de la selva. El Parque Nacional Canaima, de 30 mil kilómetros cuadrados, es el escenario del Salto Ángel, al suroeste del delta del río Orinoco, de donde son muy características unas altas mesetas llamadas Tepuyes, que cubren cerca del 65 % de esa vasta extensión. Las ciudades más próximas a esta maravilla natural son Santa Elena de Uairán y la Ciudad de Guayana, pero la base de alojamiento para quienes han llegado allí para ir a Salto Ángel, es el Campamento Canaima, un hotel en medio del bosque, del que las excursiones parten a las 4:00 a.m. Rafting, escaladas, caminatas y observación de fauna, son las principales modalidades turísticas del lugar. Un equipo de indígenas Pemones organiza los recorridos y actúa en la base, de la que tiene a cargo todas las atenciones.

Ecuador › Quito

A más de cuatro siglos de su fundación, esta ciudad se muestra como un paisaje casi perfecto de arquitectura colonial. Su Centro Histórico, el mayor del continente, es Patrimonio de la Humanidad y ha sido declarada este año Capital Cultural de Las Américas por el Bureau Internacional de Capitales Culturales. De clima fresco por su ubicación en la cordillera de los Andes a 2 800 metros sobre el nivel del mar, Quito constituye un verdadero museo vivo de mucho interés para amantes, expertos o conocedores de la historia contada a través de las piedras, los edificios, la arquitectura y sus formas…con decenas de iglesias, capillas, monasterios, conventos coloniales, plazas y edificaciones coloniales. Visitas imprescindibles son la Plaza de la Independencia, rodeada de La Catedral y el Palacio de Gobierno; la calle La Ronda, un elocuente ejemplo de ese Quito que fue y es todavía, esplendoroso y bello; que se descubre al andar sobre sus adoquines centenarios a la vista de graciosas casitas blancas de techos rojos, balcones con balaustres, faroles y toda clase de decorados; el Museo Nacional del Banco Central, el Etnohistórico, el de Artesanías Mindalae y la Capilla del Hombre; mientras el Cerro del Panecillo, un mirador a 3 000 metros de altitud, puede ser el sitio ideal para el viajero que desea verlo todo de una sola vez. Quito, además de ser un laberinto de sensaciones donde cada cual podrá encontrar siempre un rincón favorito, tiene el interés de ser el centro de una de las regiones de mayor biodiversidad del Ecuador. La ventaja de ello es fundamental, si se tiene en cuenta que a sólo dos horas, lo mismo puede ascenderse a esquiar en las nieves perpetuas en las cumbres andinas, que adentrarse en valles húmedos tropicales, lagos y lagunas, combinando escenarios, actividades y posibilidades diversas sin grandes costos en materia de tiempo y desplazamientos.

Brasil › Río de Janeiro

Entre el Cristo Redentor de Corcovado, las playas de Ipanema y Copacabana, el estadio de Maracaná, los carnavales famosos y las laberínticas favelas, se mueven el alma y la grandeza de esta ciudad negada a vivir sólo para mantener su imagen de postal asomada a unas playas hermosas, entre morros de piedra maciza en un juego de colores grises y verdes, que tienen como telón de fondo la inmensidad azul y profunda del océano Atlántico. Por eso es explicable que los turistas venidos de todo el mundo constituyan desde hace tiempo una de sus principales fuentes de ingresos, que sus visitantes crezcan por año y que sea tan normal verlos sumarse a la imparable vida cultural y social carioca, tumbarse al borde del mar en cualquier trozo de playa paralela a la Avenida Atlántica, caminar bajo los árboles inmensos del Jardín Botánico, atravesar las nubes en el teleférico del Pan de Azúcar, admirar el mundo desde los pies del Cristo y contemplar plazas, palacios y catedrales; o bailar samba e inundarse de caipirinha, para terminar viviendo unos días tan alucinados y felices que hacen lamentar a muchos no haber pasado antes por este lugar. Y es que Río de Janeiro es irrepetible, también por el Sambódromo, las playas cercanas, el mar del que emergen cayos a modo de montañas tapizadas de vegetación, los picos empinados que no llegan al cielo pero rozan las nubes, la visión de una ciudad hermosa sobre irregular topografía y, más allá de eso, por los cariocas, que son seres muy especiales.

Perú › Machu Pichu

Cuando se cumple exactamente un siglo de haberse develado para el mundo la existencia de esta maravilla arqueológica inca por el explorador y profesor de la Universidad de Yale, Hiram Bingham, Machu Pichu sigue siendo el destino turístico más importante de Perú. Declarada en 1983 Patrimonio de la Humanidad, la enigmática ciudadela es junto a la hermosa ciudad de Cuzco, una de las claves para entender el antiguo Imperio Inca y su excepcional civilización. Para acceder al lugar, todos los días mes por mes, en la mañana, al mediodía y a media tarde, un tren parte de la estación de San Pedro, en Cuzco; y asciende en aproximadamente tres horas y media hasta el llamado Puente Ruinas –la última estación del recorrido–, a 380 metros del conjunto de ruinas. Pueblos como Huarocondo u Ollantaytambo, quedan atrás, en un recorrido que se realiza atravesando planicies semidesérticas y también selvas, hasta subir a mil 700 metros sobre el nivel del mar, y verse fluir en el valle bajo, el río Urubamba, serpenteante. Machu Pichu se asienta en un irregular relieve y la propia naturaleza lo hizo durante siglos una especie de fortaleza inexpugnable. Por eso llegar allí constituye una apasionante aventura, aún con las facilidades actuales. Es, por otro lado, inevitablemente sobrecogedor imaginarse todas aquellas ruinas como fueron de origen: las murallas, los baluartes, los caminos, sus 200 edificios entre pequeños, medianos y grandes dedicados a templos, tumbas, palacios y viviendas. Bingman, su descubridor, escribiría en el libro La Ciudad Perdida de los Incas: «No conozco ningún otro lugar del mundo que pueda compararse con éste». Su frase, sigue siendo el reclamo publicitario del que constituye el mayor atractivo turístico de Perú.