El Clásico ciclístico cubano se acerca a lo que fue un auténtico espectáculo sobre las carreteras: la Vuelta a Cuba. Sin llegar a ese rango, más de 80 pedalistas nacionales se lanzaron, entre el 16 y el 28 de febrero pasado, a la siempre intrépida aventura de recorrer la Isla, acompañados durante toda la travesía (como en los últimos catorce años) de una flotilla de autos Peugeot. Y otra vez, José Mojica se vistió con el maillot de campeón.

Desde antes del circuito inaugural en la ciudad de Guantánamo, se sabía que Mojica, rey del 2015, tendría en Vicente Sanabria, monarca del 2014, a uno de los más enconados rivales. Sobre todo, porque eran los mejores escaladores de todos los inscritos. Aunque la penúltima etapa le dio un cambio brusco al orden de los jerarcas, que dejó, incluso, a Vicente fuera del podio, él y Mojica fueron los animadores durante casi toda la carrera por el liderazgo de la clasificación general individual.

 Vicente ganó el espectacular ascenso a la Gran Piedra, una prueba en la que, por momentos, los ciclistas se encomiendan a Dios mientras enroscan la lengua en el timón para no desfallecer. Mojica le devolvió el golpe con un descomunal remate en la subida a Topes de Collantes, con lo que se adueñó de la camiseta de líder, que ya no perdió más. Esa etapa fue para muchos la más integral de todas, con inicio en la ciudad de Ciego de Ávila y tres metas volantes y un premio de montaña intermedios, antes de que los pedalistas cruzaran por la raya de sentencia, ubicada en ese paraje paradisíaco, a 800 m sobre el nivel del mar.

  Para la historia quedará «el robo», literalmente a mano alzada, con que Jans Carlos Arias se apoderó al día siguiente del primer lugar en Santa Clara, cuando el esprínter Pedro Portuondo quiso celebrar la victoria unos milímetros antes de la línea de meta. Pero Portuondo tendría una etapa para lucirse: la contrarreloj individual. Para la última fecha no había nada que hacer: todo estaba decidido. Incluso, el premio de metas volantes tenía también dueño: Onel Santa Clara. 

Como en los últimos años, el campeón disfrutó de un auto Peugeot cortesía de la marca gala por una semana y esta vez fue el modelo 208. Mojica, ganador absoluto de la competencia disfrutó del merecido premio y una vez más compartió el Peugeot con su equipo Artemisa, campeones también del certamen. Esperemos que para 2017 vuelva, al fin, la Vuelta a Cuba.