DESDE QUE NACIÓ EN 1929, EL FORD MODELO A STANDARD PHAETON, PROPIEDAD DE JOSUÉ CABRERA GARCÍA, NUNCA HABÍA DADO UN VIAJE TAN LARGO COMO EL QUE HIZO PARA LLEGAR HASTA EL II SALÓN EXCELENCIAS DEL MOTOR, QUE DEL 6 AL 7 DE ABRIL SESIONÓ EN EL RECINTO FERIAL DE EXPOCUBA, EN LA HABANA

Josué se enteró de esta megafiesta del automovilismo y el motociclismo por la promoción en Facebook y no lo pensó dos veces para decirle a su familia en Cienfuegos: nos vamos para la capital. Fueron diez horas felices sobre su joya rodante, mientras en la autopista la gente aminoraba la velocidad para ver el paso elegante de su «fotingo» blanco y descapotable, como si estuviera recién salido de la fábrica.

Pero la historia de este auto que tantas fotos se robó en la exposición habanera, organizada por el equipo Excelencias del Motor, tiene una dosis de tristeza. Cuenta Josué que el sueño de su abuelo José Ángel era tener un Ford, trabajó mucho para comprarlo, pero después tuvo que venderlo por razones económicas. El nieto con menos de diez años le prometió que cuando fuera grande le iba a regalar uno.

Pasó el tiempo y Josué fue a trabajar al turismo en los Cayos de Ciego de Ávila, provincia donde vivía la familia antes de mudarse para Cienfuegos. En el hotel donde lo ubicaron lo primero que vio fue un Ford del año 1929 sin matrícula, estaba en exhibición.

Buscó al dueño y le propuso comprárselo. «No lo vendemos», le dijeron. Y así estuvo durante 15 años haciéndole la misma oferta, hasta que un día recibió una llamada telefónica del propietario con una insólita pregunta: ¿todavía te interesa el carrito? ¡Claro que lo quiero!, le respondió al instante, y lo adquirió con el mismo propósito acariciado desde la primera vez: regalárselo a su abuelo. Como era una sorpresa no le dijo nada y empezó los trámites del traspaso, y en ese tiempo, de repente, murió el abuelo, a los 94 años, sin saber que iba a ser dueño otra vez de un Ford.

Josué cuenta la historia con los ojos húmedos. «Por eso ni lo vendo, ni lo alquilo, ni lo empleo para el disfrute de los turistas, es una reliquia familiar. Tiene casi todas sus piezas originales».

Dice que no viajaron de tan lejos por un galardón. «Si lo ganamos, bienvenido sea, pero el mejor premio ya lo tenemos, y es que este Ford de 1929 esté caminando en tan buenas condiciones, como seguro lo tuviera mi abuelo».   

No obstante, y como diría el refrán que “bien valió la pena el sacrificio” -en este caso el largo viaje-  Josué y su familia regresaron a casa orgullosos portando el lauro de la “popularidad”.

Modelo A: el Ford en colores

Jorge Esténger Wong.

En 1929, el Modelo A llega al rescate del Tin Lizzie, con mejoras técnicas: nuevo motor, nueva suspensión y sobre todo ¡adiós al blanco y negro!

Luego de trece años en “blanco y negro”, Ford sorprendió a todos con un sucesor en varios colores, excepto el negro.  Así es, en un inicio el negro no estaba entre los colores ofertados para el Modelo A que llegó al público en octubre de 1929.

Sin embargo, mantuvo la esencia de la compañía: era un auto sólido, fiable y de precio contenido.  Se produjo en una amplia variedad de carrocerías y modelos.  Además, Ford creó un programa aún más ambicioso de carrocería con el nuevo chasis AA de camiones de 1½ tonelada, basado en la nueva carrocería de ½ tonelada.  En ellos se instaló una radio por primera vez.

Se produjeron un total de 4 320 446 unidades, en fábricas de Detroit, Berlín, Buenos Aires y Santiago de Chile.

Hoy día es un auto de culto, muy utilizado para tunings en todo el mundo.  Esta sección siguió por décadas un excelente ejemplar: el hot-rod de Hansel Mesa (Excelencias del Motor No. 74).

Ten happy hours on a “fotingo” of the year 1929

Since it was built in 1929, the Ford Model A Standard Phaeton, owned by Josué Cabrera García, had never taken a trip as long as it did to participate in the II Salon Excelencias del Motor, celebrated from April 6th to 7th, at ExpoCuba Fairground, in Havana. It was an amazing trip of ten happy hours on a “fotingo”.