Presentado mundialmente en vísperas del Salón de Shanghai, en abril pasado, el Superb, en efecto, impresiona gracias a su estética renovada,  al adoptar el nuevo lenguaje de diseño de la marca con líneas claras y precisas.

 

Algunos elementos se mantienen inalterados, pero tanto el frente como la parte trasera cambian completamente, al contar con una parrilla más ancha y faros delanteros rediseñados, que por primera

vez están disponibles con luces bixenón y LED diurnos, en tanto al catálogo de tonos para la carrocería se añaden ahora dos nuevos colores (gris metalizado y blanco luna), así como nuevas llantas de

16 y 18 pulgadas.

 

Lo que sí no cambia es la generosidad de su maletero, que continúa imbatible en su clase con 595 L de capacidad, que pueden estirarse hasta 1 700 si se abaten los asientos traseros. Mientras, una mejoría

remarcable se aprecia en la eficiencia de su oferta mecánica, con un ahorro de combustible anunciado que rebasa el 19 % frente a sus predecesores. Para hacer posible semejante descenso en los consumos y las emisiones, Škoda ha incorporado de serie sistema Start/Stop y la recuperación de la energía cinética en todas sus versiones diesel, así como para el 1.4 TSI de 125 CV, que promete un gasto promedio de 5.9 L/100 km. Junto a este motor habrán otros tres propulsores de gasolina: el 1.8 TSI de 160 CV, el 2.0 TSI de 200 CV y el poderoso 3.6 FSI V6, con una potencia de 260 CV y un par de 350 Nm. No en balde, como afirmó el presidente de Škoda, Winfried Vahland, “el Superb es el buque insignia de nuestra gama de modelos y esta completa renovación lo ha hecho aún más atractivo”, al alabar esta última entrega

de una berlina que sin demasiado ruido ya ha vendido más de 600 000 unidades en todo el mundo. Una cifra que bien podría crecer considerablemente, atendiendo al abanico de precios con que ahora sale al mercado, para cubrir todas las expectativas.