El Valle de Viñales es un lugar perfecto para volar en globo aerostático en nombre del amor.

PROPONER UN ENLACE PARA TODA LA VIDA, A BORDO DE UN GLOBO AEROSTÁTICO, CONSTITUYE UN ACTO ORIGINAL, VALIENTE Y ROMÁNTICO CON EL QUE TU PAREJA QUEDARÁ FELIZMENTE SORPRENDIDA

La verdad que, como capitán al mando de una aeronave, nunca he tenido muy claro la validez que tiene oficiar una ceremonia de tanta responsabilidad como la de unir a dos personas por el resto de sus vidas, pero sí puedo afirmar que resulta un gran honor poder ser cómplice de una demostración de amor de semejante magnitud.
En principio los códigos civiles de diferentes países suelen compartir un mismo criterio: «…si la unión se celebra a bordo de una nave, el capitán o comandante tiene la potestad de celebrar dicho enlace…», sin embargo, hay casos en los cuales se indica que esta solo será efectiva cuando la celebración conlleve cierto grado de necesidad por parte de los contrayentes, como encontrarse gravemente enfermos o en riesgo de muerte.
De cualquier modo, nadie pone en duda que este tipo de enlace, sea oficial o no, constituye un acto original, valiente y romántico con el que sorprender a tu pareja, quien de seguro ni siquiera pudo imaginar lo que se le venía encima cuando se levantó de madrugada, se vistió cómodamente como requiere una ocasión tan aventurera, se subió al globo y despegó, dándote la mano en el momento en que comenzó a sentir un sinfín de maravillosas sensaciones y cuando, apuntando el alba con los primeros rayos del amanecer, el capitán le pidió su atención porque había una celebración inminente de la que era protagonista.
Prefiero pensar que semejante testimonio de amor es imposible de olvidar. Y más vale que te digan: «sí quiero», porque, de lo contrario, menuda sensación incomoda en la que se encontrarán todos metidos en el ascensor, sin poderse bajar.
Bromas aparte, me han ofrecido la oportunidad de escribir una serie de artículos en referencia con el universo de los globos en esta exclusiva publicación y, aunque muero de miedo, he aceptado. Por ello, permítanme unas líneas sobre quien escribe para que conozcáis mi vinculación con este apasionante mundo que es la aerostación, al que entré, como suele ser habitual, de pura casualidad.
Empezaban los años 90 del pasado siglo y en una reunión internacional de distribuidores de una marca americana de calzado deportivo –creo que se desarrolló en Alemania–, coincidí con mi homólogo suizo, quien nos enseñó orgulloso unas fotografías de un impresionante globo aerostático con forma de zapatilla de baloncesto que utilizaba para promocionar la marca que representábamos en su país. Me pareció tan buena idea, que a la vuelta del viaje, y tras proponérselo a mi padre, dueño de la compañía y más loco que yo, nos compramos un globo y ambos nos sacamos el título de piloto. Sin dudas, resultó una actividad tan apasionante que al final se convirtió en mi modus vivendi. 
En todo este tiempo que ha transcurrido he tenido la oportunidad de pilotar docenas de globos por multitud de países de diferentes continentes, acumulando miles de horas de vuelo, en los que la tónica general ha sido, afortunadamente, siempre la misma: «despegas con clientes y aterrizas con amigos», y con un montón de vivencias y anécdotas de las que otro día compartiremos alguna.
Ahora que hablamos de bodas a bordo, os comento cómo las organizamos e intentaré describir cómo sería este día tan especial. Habitualmente en esta profesión hay dos palabras que por lo general forman parte de la misma frase: «viaje en globo» y «madrugar». Al amanecer, quedamos con la persona que oficia la ceremonia, los invitados y los padrinos. A los pocos minutos recibimos a los novios en una carpa decorada para la ocasión, en la cual, mientras desayunamos algo ligero, comentamos la actividad. Luego frente al photocall inmortalizamos el momento con los asistentes.
A continuación, nos acercamos a la zona de despegue, donde todo está a punto para que los novios contemplen el hinchado del que será su anfitrión, el globo. Las imágenes que resultan en el instante previo al vuelo son espectaculares. Después se les invita a subir a bordo, se sueltan amarras y arranca la aventura, con la emoción que supone el navegar, ir tomando altura y lo impactante de ver aparecer en el horizonte los incipientes rayos de sol del nuevo día, como si la naturaleza quisiera ser la primera en hacerles un regalo a la nueva pareja. Así inicia la ceremonia.
Lógicamente, siguiendo la doctrina de las creencias de cada cual, la unión concluye con un brindis a bordo y con docenas de besos y abrazos. Puedo afirmar que el ambiente reinante en la barquilla es emocionante y muy acogedor.
Luego no queda más remedio que despertar y volver al mundo real para tomar tierra suavemente en donde nos estarán esperando nuestros vehículos que llevarán a la feliz pareja y a los invitados al lugar elegido para proseguir con la fiesta. En este punto, al equipo de vuelo ya solo nos queda agradecer a la pareja el habernos hechos partícipes de su enlace. 
Amigos, para elegir una boda de altura tan original es imprescindible contar con que los novios son personas cuyo carácter tienen un puntito aventurero y quieren sellar su relación de pareja de una forma especial, que marque una diferencia con el mundo de allí abajo.
A este tipo de celebraciones en el que pones el listón tan alto, solo le encuentro un inconveniente: ¿con qué serás capaz de sorprender a tu pareja en el primer aniversario? Desde luego, no lo tienes fácil. Pero ese reto es motivo más que suficiente para buscar una nueva aventura que mantenga encendida la llama del amor.
En la actualidad nuestra compañía Windtrotter Balloons, de la mano del Club de la Aviación de Cuba y con el fantástico touroperador Ecotur, conocedor de todos los rincones y ofertas que la Isla nos puede ofrecer, está abriendo en dos lugares mágicos unas zonas de vuelo sin precedentes: el Valle de Yumurí, en Matanzas, y el de Viñales, en Pinar del Río, escenarios marcados por la impresionante belleza de sus paisajes que se pueden admirar desde las alturas; y una vez en tierra nos ponen en contacto con una riqueza cultural y gastronómica extraordinarias, con lo cual se le pondría broche de oro a un día que de seguro sería totalmente diferente. Quienes conformamos Windtrotter Balloons estamos deseando compartir contigo, trotando por las nubes, una experiencia que te marque para siempre.